LA LECTURA SEMIÓTICA DESDE UN ENFOQUE PRAGMÁTICO Y DE ANÁLISIS DEL DISCURSO
Enviado por brum09 • 25 de Octubre de 2022 • Documentos de Investigación • 648 Palabras (3 Páginas) • 61 Visitas
LA LECTURA SEMIÓTICA DESDE UN ENFOQUE PRAGMÁTICO Y DE ANÁLISIS DEL DISCURSO.
Fernando Vásquez Rodríguez
No pienso que la lectura semiótica sea sólo un conjunto de habilidades, ni me parece que sea una mera decodificación de signos. Tampoco comparto la opinión, según la cual, la lectura desde un enfoque pragmático –sea de manera un tanto gratuita– o un “libre y fantasioso” juego de interpretaciones. Me gusta más entender este tipo de lectura como un proceso –como un acto o una actividad– de abducción. Como un “trabajo” de indicios y de hipótesis progresivas.
Expliquémonos. La comprensión no es un “algo” exterior al lector; tampoco es un “sentido” que el lector guarda en su interior y que se devela cuando lee un texto; mucho menos es algo que uno –azarosamente– se encuentra en el viaje textual. No. Leer desde una mirada semiótica, es sobre todo un ejercicio de conjetura. Es una capacidad para ir formulando continuas hipótesis sobre un “sentido posible”. Es una construcción progresiva. Semiosis. Es apostar en la posibilidad de sentido.
El ejemplo del detective podría iluminar un tanto lo que estoy diciendo. La escena del crimen está repleta de indicios. Por supuesto, tales pistas no son “legibles” sino para alguien capacitado. Para los demás, no hay ni huellas, ni trayectoria de la bala, ni indicios de distinta índole. Así sucede con los textos: cada uno de ellos podría denominarse un crimen. Y como crimen que es posee una serie de pistas, de marcas, de índices sobre el culpable o responsable del delito. Por lo mismo, es el detective el que puede ir formulando hipótesis a partir de lo que va encontrando; allí una colilla, más allá un pañuelo, en ese otro lugar un vaso con un poco de licor. O siguiendo con la analogía: allí un verbo en infinitivo, más allá tres veces la misma palabra, en ese otro sitio una mayúscula en negrilla. Leer semióticamente es ir recorriendo o reconstruyendo la escena del crimen, la escena del sentido.
Si el ejercicio de lectura semiótica ya no es inductivo –de lo particular a lo general, de la parte al todo–, ni es deductivo –de lo general a lo particular, del todo a la parte–, será, muy seguramente, una actividad de permanente abducción. Procediendo de un índice a otro, de una apuesta de sentido a otra, de una hipótesis a otro campo de posibilidad. Como quien dice, leer desde esta perspectiva es mantenerse en la cuerda floja del sentido; es avalar un sentido funambulario, en permanente divagar, en constante búsqueda. Por lo mismo, el texto no guarda un sentido único, mítico, “original”; tampoco es el lector el que tiene escondido –en un esquema– el sentido del texto. Más bien es desde la “reconstrucción” del crimen, desde las declaraciones de los distintos testigos, desde esas pistas, como se va desenredando el sentido. Quizá el sentido sea un momento o un estado en el cual –así sea momentáneamente– se logra evidenciar alguna relación o algún punto de convergencia. Quizá el sentido no sea sino la enorme variabilidad de los juegos de lenguaje.
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