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La última sinfonía


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2015  •  Apuntes  •  592 Palabras (3 Páginas)  •  162 Visitas

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LA ULTIMA SINFONIA

Es casi media noche en Bulgaria. Ningún sonido se escucha. Está tan tranquilo que hasta las cigarras sueñan bajo la luna resplandeciente y llena. Duerme plácidamente en su cama el compositor más grande de nuestra era, Ilya Vazov, cuando de pronto un sonido estrenduoso en el oído lo espanta violentamente interrumpiendo su diálogo con Morfeo. Sacude la sábana como un pobre brujo quemándose en la hoguera. Su cabello plateado y despeinado recuerda vívidamente al genio físico matemático Albert Einstein. Su piyama, un alboroto blanco, es reventado por un par de manos desesperadas e intranquilas, sudorosas y sedientas de notas negras.

Aquello que repentinamente lo ha disturbado, no es un sonido cualquiera. Ni un alma está despierta, ni siquiera su gato Mischa se encuentra en la recámara. Sólo el genio sabe que es el instante efímero de esa musa arrogante y reticente, el que se va y no vuelve, aquel que pasa ante sus ojos, su oído privilegiado y su mente abierta, para .......en aquellas páginas iluminadas pautadas sobre el escritorio desgastado rojo caoba.

Comienza a escribir la mejor composición de su vida: su obra maestra. Las notas todas aparecen a la vez, una encima de la otra. Do, Fa, Sol y de nuevo Sol en líneas impecablemente armónicas. Flautas, violines, pianos, tambores y arpas, es una danza espectacular y magnífica digna de reyes.

La inspiración es tan clara que se ve a sí mismo haciendo el amor con su musa Esmeralda. ¡Es una comunión perfecta!

La tinta corre a ríos, las plumas se acaban en segundos. Escribe tan rápido que sus manos se ampollan y se ensangrentan. Sus dedos vestidos de una muerte divina, saben que la musa se despide en cualquier momento como una mujer desagradecida después de alegrías multiplicadas. Su corazón retumba como un tambor en un auditorio solitario. El tiempo se acaba y se avecina la tormenta. Va en su milésima página pautada, es una sinfonía maravillosa de 8 tiempos, una innovación ambiciosa. Será más famosa que la quinta sinfonía compuesta por el maestro de los maestros, Ludwing Van Beethoven.

Las centésimas llegan. La musa se desvanece como un fantasma. Aun no ha terminado. Le implora que no se vaya, cuando en un movimiento de angustia y desenfreno colerizado, las hojas caen vulneradas a las llamas rojas violentas y fúnebres de su chimenea infernal.

Atónito, como en estado autista, hace una pausa. Sufre de momentos tensos e increpados, como un padre que ha perdido a su hija predilecta.

Debe comenzar de nuevo, esta vez en la memoria, sin esa amante ingrata, mientras contempla el destino final de esas hojas pautadas, carbonizado en un montón de cenizas del color de su cabellera y un funesto violeta.

Sus rizos despeinados, parecen las de un anciano, no las de un genio sollozando el recuerdo de esa música

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