La Novela La Ciudad y los Perros fue escrita por Mario Vargas Llosa
Enviado por notme22324 • 9 de Mayo de 2018 • Informe • 1.297 Palabras (6 Páginas) • 239 Visitas
Ensayo
“LA CIUDAD Y LOS PERROS”
Nombres: Camila Sobarzo
Javiera Leiva
Curso: 4ºF
Fecha: 25.10.16
Introducción:
La Novela La Ciudad y los Perros fue escrita por Mario Vargas Llosa, escritor de nacionalidad peruana, nacido en Arequipa en 1936. Fue publicada en octubre de 1963 después de muchos intentos del autor para que lo tomaran en cuenta. En esta novela, la primera de Mario en el título “la ciudad y los perros” se hace referencia a los cadetes que llevaban su tercer año en el Colegio Militar Leoncio Prado. La novela relata la vida que llevan varios de sus personajes al interior de esta escuela militar donde pasan varias experiencias y peripecias que escapan de sus manos; los mandados injustos de sus mayores, sus relaciones con los cadetes más antiguos, sus penas de la vida, sus recuerdos de niñez y su vida antes de la escuela, sus expectativas de futuro, en fin muchas aristas que van entretejiendo esta historia que cuenta con varios personajes, con diferentes puntos de vista referentes a su condición, que tiene diferentes formas de narrar que ocupa variadas técnicas de la narrativa contemporánea para dar al lector una mirada llena de trasfondo en cada uno de sus capítulos.
En este ensayo trabajaremos con el capitulo dos, pero no todo el capitulo, si no, desde que comienza el conflicto de los “bautizos” que afectaban a los cadetes de tercero (quienes estaban un mes de encierro obligado en la escuela) comenzando desde la página 22 hasta la pagina 28 según la versión de la editorial biblioteca de bolsillo en pdf.
Dentro de la escuela militar los cadetes de cuarto año tenían la costumbre de “bautizar” a los que estaban en tercer año. Era un mes completo de torturas de todo tipo, las cuales denigraban a los cadetes más chicos haciendo un suplicio pasar el mes completo con la amargura que nadie los pudiese ayudar. En el capítulo dos del libro se explica minuciosamente como y donde bautizaron a Ricardo Arana, más conocido como el “esclavo” quien dentro de todos los personajes era el más benevolente y por decirlo de algún modo, el de comportamiento más pasivo. Él no gustaba de peleas ni de la violencia, tan así que se sentía tremendamente incómodo de pertenecer a la escuela. El primer día de bautizo los cadetes mayores lo agarraron bajando las escaleras, fue dócil y al echar un vistazo a su alrededor se dio cuenta que muchos de sus compañeros tenían la misma suerte que él. Por su temperamento anti violencia no intentó defenderse de sus agresores y estos se aprovecharon de él y de los demás cadetes como se les antojó.
Solo para dar algunos ejemplos de lo poco civilizados que eran los de cuarto, año nombraré que le hicieron al pobre Esclavo:
Con indiferencia y nada de humanidad al Esclavo lo obligaron a que cantara cien veces “soy un perro” en versión corrido mejicano y bolero. Después de que le escupieron el rostro sin dejar que se limpiara, lo golpearon en los brazos para que él decidiese cual de los dos cadetes lo hacía mejor. Los cadetes para seguir su juego le preguntaron que qué era, un perro o un humano. Él respondió con miedo “un perro mi cadete” acto seguido lo hicieron colocarse en cuatro patas y pelear como un animal con otro compañero que estaba en sus mismas condiciones.
Después de relatar un poco de lo sucedido el primer día de bautizo se puede apreciar claramente que en la escuela militar, los superiores intentaban que sus cadetes aprendieran cosas que para ellos eran esenciales. Estamos hablando de “valores” determinados que se traducen en; agresividad, valentía, hombría, insensibilidad. Estas enseñanzas se reflejaban en el comportamiento de los de cuarto hacia los de tercero.
Hoy en día este comportamiento se podría comparar a lo que sucede cada año en nuestro propio establecimiento. La costumbre de los cuartos medios es crear la famosa “lista negra” donde se supone anotan a todos los chicos que no les caen bien del liceo y los últimos días de clases se encargan de tirarles bombitas de agua y molestarlos en los recreos como una forma de tradición antes de licenciarse. Los chicos, mayormente de terceros quienes sufren estas ocurrencias de los de último año, esperan llegar a cuarto para volver a repetir la misma historia y así formar un ciclo sin fin.
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