La mosca vuela

Introducción

Originario del estado de sonora, el primero de febrero de 1995 fue mi nacimiento, el nombre de la calle y del hospital donde nací lo desconozco, pero fue ahí donde comenzaba mi aventura, fue ahí donde comencé la primera página del libro de mi vida. Desde mi nacimiento hasta el día de hoy, he escrito numerosas páginas en mi vida, algunas las he arrancado, otras las he corregido, y son pocas en las que he continuado escribiendo.

Una de esas páginas que sigo escribiendo, y que probablemente lo hare hasta el final del libro, es mi formación como médico, siendo la clínica del Valle de Matatipac donde he extraído vastas experiencias que he plasmado en mi libro. Esa clínica, pequeña, austera, pero cómoda, no por su infraestructura, sino por el personal, médicos, enfermeras, dentistas, intendencia, que la mantienen viva, activa y firme. El consultorio 1, donde he presenciado diferentes problemas de salud por los que acuden las personas, ha sido el epicentro de mis experiencias, esas cuatro paredes azules que delimitan el consultorio 1, su piso desgastado, los instrumentos médicos obsoletos, el escritorio café, las tres sillas negras, y la experiencia del médico más la poca experiencia mía, ha sido suficiente para poder cumplir las demandas de los pacientes.

Mi corta experiencia en el consultorio ha sido suficiente para reconocer que el éxito de una consulta, el éxito de que un paciente salga entusiasmado y optimista de la consulta, de que muestren interés por su salud recae absolutamente en los vínculos que se generan ente el paciente y el medico, es decir, la relación médico-paciente. Una interrogante a formular es ¿qué es la relación médico-paciente? De acuerdo a Arrubarrena (2011) La relación médico-paciente es el contrato, generalmente no escrito, establecido por personas autónomas libres de iniciar, continuar o romper esta relación. En la interacción del enfermo con el médico y el equipo de salud, basada en la comunicación y la disposición para conseguir objetivos comunes, como son la prevención de enfermedades, preservación y recuperación de la salud, con rehabilitación y reintegración al núcleo familiar, social y en ocasiones laboral.

Lo antes dicho deja en manifiesto que uno de los pilares de la buena praxis de la medicina es la relación médico-paciente, pues si existe confianza, la cual se gana en una correcta relación médico-paciente. Ganarse  la confianza del paciente, permite que esté dispuesto a exponer sus problemas, además la actitud del médico de mostrar interés y garantizar la confidencialidad, facilita la confianza necesaria para que el paciente exponga sus problemas. Así, aumentara el éxito de la terapéutica, un mejor tratamiento, mejor diagnóstico, mejor prevención, todo esto depende en gran medida de tan solo establecer una correcta relación médico-paciente.

http://www.medigraphic.com/pdfs/cirgen/cg-2011/cgs112c.pdf

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