La noche boca arriba

La noche boca arriba

ahora entra en la parte más agradable del trayecto el verdadero paseo una calle larga bordeada de árboles con poco tráfico y amplias vías que dejaban ver los jardines hasta las aceras pero corriendo sobre la derecha como correspondía se dejó llevar por la textura por la leve crispación de ese día apenas empezado cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes ya era tarde para las soluciones fáciles freno con el pie y la mano desviándose ala izquierda oyó el grito dela mujer junto con el choque perdió la visión fue como dormirse de golpe. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él lo atentaban con bromas y seguridades su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Pregunto por la mujer tratando de dominar. La náusea que le ganaba  la garganta supo, que la causante del accidente no tenía más que rasguños en las piernas. La ambulancia policial llego a los 5 minutos y lo subieron a una camilla blanca donde pudo tenderse a gusto se sentía bien era un accidente mala suerte. Unas semanas quieto y nada más el vigilante le dijo que la bicicleta no estaba tan estropeada lo llevaron a la sala de radio y 20 minutos después con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra paso a la sala de operaciones. Como sueño era curiosos porque estaba lleno de olores y el nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano ya que ala izquierda dela calzada empezaban las marismas las tembladerales donde no venía nadie pero el olor ceso y en cambio vino una fragancia compuesta y oseva como la noche en que se movía huyendo delos aztecas. Huele a guerra pensó tocando instintivamente el puñal de piedra. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil y temblando. Había siso una rama quebrada tal vez un animal que se escapaba como el olor dela guerra no se oía nada pero el miedo seguía ahí como el olor ese incienso dulzón dela guerra fría en el sendero en tinieblas busco el rumbo. Entonces sintió una bocanada horrible del olor que más temía y salto desesperado hacia delante

-se va a caer dela cama

-dijo el enfermo de alado

-no brinque tanto mi amigazo

Abrió los ojos y era de tarde con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala vio llegar un corrido blanco que pusieron alado de su cama una enfermera rubia le froto con el alcohol en la cara interior del muslo y le clavo una gruesa aguja con un tubo que subía hasta un frasco del líquido apalino. Vino de una casa de maravilloso caldo de oro oliendo a perro apio y perejil un trocito de pan más preciso que todo un banquete alado dela noche de donde volvía la penumbra tibia de la sala le pareció delicioso. Se puso a mirar el yeso del brazo las poleas que tan cómodamente se los sostenían en el aire le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa dela noche bebió de golpe golosamente. Quien hubiera pensado que la cosa iba a acabar así trataba de fijar el momento del accidente y le dio rabia al advertir que había ahí como un hueco un vacío que alcanzaba a arrellenar. Le preguntaría alguna vez al médico dela oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño a tirarlo despacio hacia abajo oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes otro grito acabando en un quejido era el que gritaba en las tinieblas gritaba porque estaba vivo todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir del final inevitable. Salió de un grito ala noche del hospital al alto cielo raso a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado pero sus vecinos dormían callados. Cada vez que cerraba los ojos los veía formarse instantáneamente se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto.

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