Leon el eso
Enviado por Claudia Ayala • 9 de Septiembre de 2020 • Monografía • 477 Palabras (2 Páginas) • 97 Visitas
León el oso.
Había una vez un oso cariñoso llamado León. Él vivía con su madre en un castillo enorme el cual estaba en el bosque. León era muy aventurero y quería recorrer el mundo pero su mama, la señora Leoncita, no lo dejaba salir del castillo, lo cual provocaba mucha pena en el corazón de León.
La señora Leoncita le decía a su hijo siempre:
-Tú no puedes salir, ya que hay muchas cerezas en el bosque y tú eres muy alérgico a ellas.
-¡Mamá! Yo no comeré las cerezas, te lo prometo.
A lo que la señora Leoncita respondía siempre:
-Nunca has podido aguantar de comerte una y cuando lo has hecho te enronchas completamente y pareces un globo, te pica mucho y sufres.
León ya no daba más el encierro y se escapó del castillo, sin que nadie se diera cuenta. Su corazón palpitaba tan rápido como una liebre corriendo. Corrió por el bosque sin descanso. De pronto encontró unas cerezas, pero estas eran distintas, ¡eran azules! Nunca había visto una de este color, entonces pensó:
-soy alérgico a las cerezas rojas, así que esa azul, que se ve muy deliciosa, no me hará nada.
Al momento de comerla, siente algo raro y se desmaya. Al instante abre sus ojos muy lentamente y se da cuenta que no le paso nada. Su cuerpo esta normal, café muy peludo y redondito como siempre. Sintió tanta felicidad que volvió al castillo, cuando entro encontró algo raro en el pero no veía nada distinto. Cuando llego a su habitación, se tiro a su cama y esta empezó a volar. No podía creerlo. Su cama traspasaba las murallas sin problema, ya que cuando avanzaba estas desaparecían y volvían a aparecer después de su paso. El castillo era mágico.
Al pasar un momento se dio cuenta que podría viajar a todos lados sin tener que pasar por los cerezos del bosque que su mama temía. Recorrió la ciudad, no podía creer lo emocionante que era la vida fuera del castillo y del bosque. Empezó a anochecer, así que volvió con su cama voladora al castillo. Su madre muy preocupada le dijo:
-no sé dónde andabas, pero se lo que has pasado, descubriste las cerezas azules y por cómo está el castillo, me doy cuenta que la haz comido. Ahora disfrutaras de este castillo mágico como todos nosotros y tu cama será la mejor compañera de viaje. Estoy muy feliz de que no te haya dado alergia las cerezas azules, tenía miedo de perderte si las comías.
En ese momento le León le cuenta las aventuras de la ciudad y como había sido comer esas cerezas tan ricas y que estas eran seguras para él.
Desde ese día, León y la señora Leoncita salen a recorrer las ciudades en la cama mágica comiendo las más deliciosas cerezas azules que puedan existir.
Fin.
Sophia Pinto Gonzalez
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