Luchando por el sol
Enviado por BenHergue • 31 de Enero de 2024 • Trabajo • 1.021 Palabras (5 Páginas) • 200 Visitas
LUCHANDO POR EL SOL
XXV
La pequeña semilla voló por los aires al amparo de una imprevista racha de viento que sopló de repente. Mientras lo hacía, iba recordando las diversas instrucciones aprendidas espontáneamente del intuitivo manual de supervivencia vegetal, que había existido en forma perpetua, desde el principio de los tiempos. “Mientras más lejos de la planta madre, mejor”, “procura no caer en tierra pedregosa, pues allí morirás”.
¡Todo conforme a norma!
El lenguaje de las plantas es sencillo y transversal a la mayoría de las especies que integran su reino. Y nadie necesita aprenderlo, porque es inherente a su propio ser.
¡Vida, sol, humedad, espacio! Y tierra donde anclar su sueño de vivir.
Nuestra héroe cayó en tierra propicia y la vida comenzó a ser. Primero una sola ramita. Y una hojita, luego dos, tres… diez.
-Te llamaré Talita-. Dijo la planta madre, sumamente orgullosa de ver emerger tanta vida nueva, esparcida a su alrededor.
Y Talita siguió creciendo fuerte y sana. Aprovechando cabalmente todas las oportunidades que le entregaba su primera primavera. Y así fueron llegando más ramitas y cientos de hojitas poblaron su ser. Desde la altura que iba logrando, se detenía a observar las hermosas flores que se abrían al abrazo del tibio sol y esparcían su aroma y el brillante dosel de bellos colores en un enjambre de diversidad de formas y tamaños. Tal vez ella algún día pudiera producir flores bellas y ser admirada por todos los demás. Y se ponía a observar su propia figura, quería crecer siendo hermosa: esbelta y fina. De tallo delgado y liso. No como el Huallo, su hermano, que vivía a su lado, que se llenaba de ramas y copaba los espacios, que crecía en forma desmesurada, sin cuidar su la forma que su cuerpo adquiría, apropiándose de lo que a otros le pertenecía, sin detenerse a gozar de las bondades de ser y existir. Hasta podía notar que había extendido sus raíces al punto que ya casi llegaban donde estaban las suyas.
La primavera pasó y también el verano. Vino el otoño con sus vientos helados y presionó con tanta fuerza sobre las hojas que Talita las dejó ir y con eso se sumió en un sueño profundo al que no se podía oponer.
Pasó el invierno y llegó una nueva primavera. Sus primeras hojitas, aún pequeñitas fueron sus ojos que le permitieron ver lo que ocurría a su alrededor.
Podía verse claramente que Huallo había despertado de su sueño invernal, lo delataban el hecho de que todas sus hojas estaban totalmente formadas. ¡Y cómo había crecido!. Seguramente en otoño había quedado más tiempo despierto puesto que sus mismas hojas se protegieron más. Doble trabajo para el viento poderlas arrancar.
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