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Pedro Salinas (Madrid, 1891 - Boston, 1951)


Enviado por   •  16 de Diciembre de 2015  •  Trabajo  •  2.218 Palabras (9 Páginas)  •  121 Visitas

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Pedro Salinas (Madrid, 1891 - Boston, 1951) Poeta español, miembro de la Generación del 27, en la que se destacó como poeta del amor. Profundo intelectual y humanista, Salinas estudió las carreras de derecho y de filosofía y letras. Se doctoró en letras entre 1914 y 1917.

Poeta subjetivo, heredero de la tradición amorosa de Garcilaso de la Vega y de Gustavo Adolfo Bécquer, el gran tema de su poesía fue el amor, a través del cual matizó y recreó la realidad y los objetos. En su producción se pueden distinguir tres etapas. La primera, de poesía pura, influida por Juan Ramón Jiménez, abarca desde los inicios hasta 1931 (Presagios, 1924; Seguro azar, 1929 y Fábula y signo, 1931).

La segunda alcanza hasta 1939 y fue la de la poesía genuinamente amorosa, fruto de su apasionada relación con la profesora norteamericana Katherine Whitmore. En ella celebra el amor que da sentido al mundo; la amada es una criatura concreta, en un espacio cotidiano, con la que el poeta mantiene un coloquio continuo. El amor de su lírica no es atormentado y sufrido; es una fuerza prodigiosa que da sentido a la vida (La voz a ti debida, 1933; Razón de amor, 1936 y Largo lamento, 1939).

Las obras de esta etapa se nutren de una lírica en segunda persona, vocativa, dirigida a la imagen de la amada, envuelta en las circunstancias externas de la vida actual: relojes, teléfonos, playas, calles, publicidad, automóviles y calendarios aparecen en tal poesía cambiada y transfigurada. La mujer es vista en una perspectiva de proximidad, como una amiga que se convierte en amada al contemplarse reflejada en el "espejo ardiente" que el amor le ofrece. Tal actividad poética, en la que se utilizan elementos métricos muy tenues y leves (metros cortos, con asonancias de una gran flexibilidad, que subrayan el ritmo interno de las metáforas, las ideas y la fluida elocución), halla su mejor representación en La voz a ti debida, obra que ha influido profundamente en la poesía española.

La tercera etapa va de 1939 hasta su muerte. La poesía de estos años reflejó sus inquietudes filosóficas, y una preocupación por la función del poeta y del arte, ya que su espíritu humanista se rebeló ante el mundo moderno; pero no fue la suya una poesía meramente intelectualista, sino que se apoyó también en lo sensual, en una visión cósmica pero fuertemente emotiva. Tres libros componen la producción de este período: El contemplado (1946), Todo más claro y otros poemas (1949) y Confianza 1942-1944, 1955, recopilación de poemas sueltos publicada póstumamente.

Salinas escribió también numerosos ensayos críticos, y varias obras de teatro, la mayor parte todavía inéditas. En 2002 aparecieron finalmente las Cartas a Katherine Whitmore, un resumen de la copiosa correspondencia que intercambió con su amada, sobre todo entre 1932 y 1939.

El poema es uno de los más conocidos de Pedro Salinas que  apareció publicado en su libro La voz a ti debida. Se trata de un libro de poesía de vanguardia de la segunda etapa del poeta, en la que alcanza su madurez lírica marcada por este poemario y Razón de Amor (1936). En ambos libros, el amor es el tema central de la mayoría de las composiciones, pero la mujer a la que van destinados los versos es una pura idealización, es una y todas las mujeres a la vez. El estilo y el lenguaje, como decimos, lo sitúan en el ámbito de la poesía pura de las vanguardias del primer tercio de siglo XX.

PEDRO SALINAS.- “Para vivir no quiero..." (La voz a ti debida)

       Para vivir no quiero

       islas, palacios, torres.

       ¡Qué alegría más alta:

        vivir en los pronombres!

5     Quítate  ya  los trajes,

        las  señas, los retratos;

        yo  no te quiero así,

        disfrazada  de otra,

        hija  siempre de algo.

10   Te quiero pura, libre,

        irreductible: tú.

 11   Sé que cuando te llame

        entre todas las

        gentes del mundo,

        sólo tú serás tú.

15    Y cuando me preguntes

        quién es el que te llama,

        el que te quiere suya,

        enterraré los nombres,

        los rótulos, la historia.

20    Iré rompiendo todo

        lo que encima me echaron

        desde antes de nacer.

23    Y vuelto ya al anónimo

        eterno del desnudo,

        de la piedra, del mundo,

        te diré:

28   "Yo te quiero, soy yo".

La idea central del poema es el amor tanto en la esencia y no en las superficialidades de las dos personas. El poeta propone a la mujer amada, al tiempo que se propone a sí mismo, despojarse de todo determinismo, de lo convencional y de lo pasado. Esta propuesta condice a la idea de una entrega del alma libre de vestiduras que pudieran hacerla menos real.

De entrada el poeta declara encontrarse en un espacio abstracto que no es justamente el de islas o palacios, sino que escribe desde el lugar de los pronombres, es decir,  el tú y el yo.

A diferencia de la concepción general que los  poetas tienen del tiempo (la inminente llegada del fin de sus días) en este caso, Salinas encara el tiempo con seguridad y entusiasmo de que su destino en común con la mujer amada va a concretarse.

A lo largo del poema se observa a través de la voz poética un tono festivo y seguro, puesto que en la primera estrofa el poeta manifiesta la grata sensación  de “ser rico con poco”, ya que, si la tiene a ella no le hace falta nada. Con respecto al tono seguro es evidenciado en los versos 12-28 debido a que el poeta en ningún momento demuestra desconfianza o inseguridad acerca de la concreción de la idea de despojo.

El poema no está adaptado a ningún molde tradicional, el molde emerge desde el interior del poeta, se hace imagen de sus sentimientos, por lo tanto, la estrofa es inédita. En este poema podemos contar con veintiochos versos. Estos versos se agrupan en dos estrofas: la primera estrofa tiene cuatro versos y la segunda veinticuatro.

En cuanto al contenido se distribuye en tres partes claramente:

Los primeros 4 versos sirven como introducción. En ellos se concentra el tema central de toda la composición. Del verso 5 al 15 están dirigidos al “tú”, la amada, a quien pide se despoje de todo, se convierta en esencia. Y del 16 hasta el final, se repite el proceso, pero en este  caso con el “yo”, el poeta-amante.

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