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Poema, Cuando el coro se acaba


Enviado por   •  11 de Marzo de 2025  •  Ensayo  •  487 Palabras (2 Páginas)  •  36 Visitas

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Agosto, 02/2023

El director estiró su mano con tranquilidad, casi como si estuviera tan sólo preparándose. La varilla danzó entre sus dedos mientras le apuntaba de manera rápida a un corista en específico

para luego saltar a otro y otro, formando así una fusión de voces que jugaban entre tonalidades.

Mi cuello estaba sudoroso al igual que mis palmas, el felpado que me rodeada me estaba

incomodado. Se sabía que solo era por el ambiente y que la ropa era un detalle material. Tenía los ojos y oídos atentos ante el acto. Eran jóvenes, niños, algunos más altos que otros, desde donde estaba pude notar como dos o tres de ellos tenían una cabellera rubia que se acercaba a la nieve.

Se veían majestuosos, estaban perfectamente coordinandos, sabían seguir en sinfonía al director logrando así un cuadro que atrajo gran satisfacción entre el público. En este caso, es lamentable saber que no to-dos no’s sastifacemos de la misma manera y ni por el miso motive. El éxtasis entre mis alrededores era lo que más me tenía mareada. Las imágenes se repetian, verlos allí siendo el centro de atención, solo me hacía querer correr. Sabía lo que sucedería luego de que dieran fin a su gloriosa presentación.

Lo pear de todo era el lugar, seguía igual, misma tapicería, mismas sillas, y mismas personas, más otras nuevas. Al parecer una sola adquisición nunca era suficiente.

Sigo sintiendo las punzadas de mariposa en mi espaldas, de boquilla gruesa y afiladas. Los moretones, los espectáculos, la medicación para mantenerme controlada, los tratamientos, las

cirugías, el desespero por poder dejar algo dentro de mí, sabiendo que mi cuerpo no lo aguantaría.

El coro ha subido la intensidad con cada recuerdo, es como si todo estuviera pasando de nuevo frente a mis ojos, desde mi perspectiva las voces se escuchaban tan desgarradoras, como si pidieran ayuda ante algo que aún no les ha sucedido pero que pronto vivirán en carne propia, y ahí, sus bocas no volverán a abrirse en un intento de poder auxiliarse. Yo lo intenté, las personas que conocía igual, ahora estos niños, es triste saber que todos les harán oídos sordos.

Mi respiración se agitó a más no poder cuando sentí que veía el clímax de la sinfonía, como si me persiguiera. La mano que estuvo posada en mi pierna cayó en el asiento, en cuanto me levante y

salí de ese teatro con el único fin de poder respirar, sabiendo que habían personas afuera que se encargarían de que yo jamás huya de todo esto.

Y con ese pensamiento de resignación caí al suelo en el momento justo en el que el director volvió a su posición inicial, relajando su mano, subiendo a un punto medio las voces de todos los

infantes, para acabar en un corte límpido cerrando el concierto con tan solo pasar su mano al frente de todo su anatomía. Eficaz, puntual y absolutamente impecable.

El silencio inundó todo el lugar, y la oscuridad mi conciencia, haciéndome perderla.

Valeria Aguilar.

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