Relación del vasallo y el rey en el Cantar de Mio Cid

Miguel Rueda 1ºC  Nº18

ENSAYO

¿Qué papel y relación tienen el rey y el vasallo en el Cantar de Mío Cid? 

La relación entre el rey y el vasallo en el Cantar de Mío Cid es como el cable unificador de los tres cantares que conforman el Poema. Todo comienza con la ruptura de la buena relación que hay entre el rey de Castilla y León en el siglo XII, Alfonso VI, y su vasallo, el protagonista del cantar, Mío Cid Ruy Díaz, que es deshonrado por las falsas difamaciones de sus enemigos, y que al ser desterrado pierde los favores de su rey, y también sus terrenos y bienes. Luego, en el segundo cantar, llamado Cantar de las Bodas, Alfonso VI casa a las hijas del Mío Cid una vez que él se ha ganado el perdón, pero los matrimonios se deshacen en el tercer cantar, Afrenta de Corpes, porque los esposos defraudan al Cid al maltratar a sus hijas. El rey termina haciendo un juicio legal contra los ofensores para devolverle la buena honra al Cid, recuperándose así la buena cordialidad perdida entre ellos y adquiriendo una confianza cada vez más firme que el vasallo consigue al entrar a la categoría de héroe una vez que el rey reconoce sus grandes hazañas.

 En el vínculo básico de la sociedad medieval de la antigua España en tiempos de la reconquista nos interesa ver qué tipo de relación hay entre el rey y el vasallo ya que la interacción del rey y el vasallo tiene que ver con el tema de la honra.

Habría que empezar por encontrar el significado de esta honra y ver cómo funciona en la relación del rey y el vasallo que a lo largo de la obra se convierte luego en una relación más estrecha que hace que el rey considere al vasallo como héroe.

En el principio del Poema de Mío Cid se puede observar como la honra está vinculada con la riqueza que el rey Alfonso VI le otorga. Pero que al ser desterrado se le arrebata toda esa honra y riqueza anteriormente concedida por el rey, y el Cid se lamenta profundamente por la pérdida de sus bienes.

El Cid una vez desterrado, no culpa al rey de sus desgracias, ya que él es el único que puede rescatarle de su tristeza y así quedando como un vasallo leal, y valiente al proponerse reconquistar su honra, es decir, su estatus social y sus posesiones.

A través del poema el Cid se está convirtiendo en un vasallo modelo aunque nunca podrá igualarse al rey, sin embargo el Cid continuará comportándose como el vasallo del rey hasta ser perdonado.

Mientras el Cid sigue su camino por conseguir sus objetivos y logrando ejecutar sus hazañas de reconquista vemos que el rey Alfonso VI, va siendo cada vez más benévolo con el Cid recibiendo sus regalos, y dando su perdón a los acompañantes del Cid como cuando se lo otorga a Minaya. Aquí se aclara entonces que la relación entre el rey y el vasallo que está basada en la lealtad y en parte en la sumisión.

La última embajada ocurre luego de la victoria del Cid sobre el rey de Marruecos. Aquí el beneficio del Cid es mayor, y envía de regalo doscientos caballos en agradecimiento por haber recuperado su honra. Esta muestra de gratitud hace que el rey lo honre con su visita a Valencia. Lo acompaña un enemigo del Cid que no le perdona por haberle quitado la barba y sus familiares los infantes de Carrión, se aprovechan y por interés de riquezas piden al rey que las hijas del Cid contraigan matrimonio. El rey acepta sólo por engrandecer al Cid.

En el desenlace del segundo cantar, el Cid no sólo consigue ser honrado gracias al perdón del rey, sino también con las bodas de sus hijas, doña Elvira y doña Sol, con los infantes de Carrión. No obstante la honra conseguida de esta forma no será muy duradera ya que, aunque sus hijas fueron casadas por voluntad del rey, los infantes de Carrión deshonran al Cid maltratando a sus hijas. Y por esto es como los infantes son retratados como cobardes.

Ya desde el inicio del tercer cantar se empieza a apreciar a los infantes como antagonistas del Cid, que por el rey ya es considerado como héroe.

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