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TEXTOS DEL SIGLO XIV (LIBRO DE BUEN AMOR Y EL CONDE LUCANOR)


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2015  •  Trabajo  •  3.884 Palabras (16 Páginas)  •  1.287 Visitas

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TEXTOS DEL SIGLO XIV                                      

(LIBRO DE BUEN AMOR Y EL CONDE LUCANOR)

        A continuación estudiaremos el “ejemplo de la raposa y el cuervo”, citado en dos obras literarias. Una de ellas es El Conde Lucanor, de don Juan Manuel. Esta obra (también llamada Libro de Patronio) se adelanta trece años al famoso Decamerón de Bocaccio. Es una colección de cincuenta y un cuentos que Patronio, consejero del conde Lucanor, va refiriéndose a su amo, cada vez que este le pide consejo sobre algo.

        Por otra parte se encuentra otra obra literaria, el Libro de buen amor, que tiene como autor a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.

        Estos dos textos tienen el mismo fondo temático, pero las formas que ambos autores utilizan son distintas. A causa de esto, nuestro comentario se basará fundamentalmente en las semejanzas y diferencias de ambos, todo desde el punto de vista morfosintáctico y léxico-semántico.

        Ya comenzando por el título se puede observar que en El Conde Lucanor aparece la forma “raposo” (masculino), mientras que en el Libro de buen amor aparece la forma femenina. En el título hay esta alternancia genérica para designar a un mismo animal, y es que una de las diferencias entre ambos autores era el tipo del lenguaje, ya que Juan Ruiz utilizaba un lenguaje jocoso, algo parecido a una parodia de lo que narraba. Don Juan Manuel, por otra parte, medita mucho antes de escribir lo que pretende plasmar, siendo más selectivo y usando un lenguaje más conciso.

        Antes de comenzar el estudio de las clases de palabras, hay que señalar que la obra de El Conde Lucanor  presenta el ejemplo en prosa, narrando el acto de la raposa con el cuervo. En cambio, en el Libro de buen amor se presenta la estructura en verso, en ocho estrofas divididas en cuatro versos alejandrinos cada una (7+7).

Dicho esto, comencemos por las distintas clases de palabra y su comportamiento en cada uno de los textos, para así estudiar la morfosintaxis de ambos autores.

En cuanto a los sustantivos, en el Libro de buen amor se cita a la raposa con varias acepciones: “marfusa” (1437a), “gulhara” (1441c); en cambio, notemos que no usa “zorra”, ya que no era aún voz literaria.

En El Conde Lucanor  hay tres cuentos que tienen por protagonista al “raposo”, y nunca en ellos recibe este animal otro nombre. En el texto a comentar ratificamos lo dicho: líneas 19, 25, 68, 80. En lo que respecta a los sustantivos, no hay ninguna característica más que comentar.

En el estudio del adjetivo en ambos textos, es necesario atender a los estilos de Don Juan Manuel como de Juan Ruiz. En primer lugar, Don Juan Manuel repite los adjetivos siempre que es necesario. Como ejemplo está el adjetivo “prieto”/ “prieta” (también en singular y plural):

“vos sodes todo prieto…” (42)

“son prietas, tan prieta et tan luzida. Es aquella pretura” (45)

“los vuestros ojos son prietos” (48)

“prieta conorta el viso, para los ojos, los prietos son” (51)

“…que son más prietos que de ninguna otra” (53)

Este es el adjetivo que más se repite en el cuento, y es que el autor prefiere no cambiar el vocablo, pues la exactitud de cada palabra la hace más original. El adjetivo viene a ser algo superfluo. Dentro de esta austeridad léxica, cada vocablo es elegido en vista únicamente de la precisión o de la llaneza, y se repetirá cuantas veces sea necesario, sin intentar la sustitución por un sinónimo. Juan Ruiz, en cambio, no utiliza adjetivos en abundancia. Aparecen adjetivos para las enumeraciones: “hermoso”, “reluziente” (1438b). Estas enumeraciones dan viveza al texto y a la lectura del verso. También aparece el adjetivo “grand” (1437c), que se utiliza para resaltar la expresividad (el hecho de aparecer antepuesto al sustantivo “pedaço”): “falsa onra e vana gloria e el risete falso” (1442a). En este verso hay una estructura paralelística, donde en los dos primeros adjetivos que se citan tiene lugar una anteposición al sustantivo, eso también ocurre para dar una mayor expresividad al verso.

En los versos 1443a y 1443:

Non es cosa segura creer dulce lisonja.

De aqueste dulzor suele venir amarga lonja;

Existe paralelismo y sobre todo contraposición en los adjetivos “dulce” y “amarga”.

        En el estudio del artículo, y al ser un estudio diacrónico, solo podemos hacer referencia a las distintas teorías que “un” es un pronombre indefinido (según Alarcos). No obstante, Lapesa opina que tanto “un” como “el” son artículos, categoría que se engloba dentro de los actualizadores. En el texto de Juan Ruiz, y también en el de Don Juan Manuel, aparece el artículo antepuesto al posesivo seguido del nombre: “la su lengua” (1440c), “el su mucho gradnar” (1440c), “la su boz” (1441a). Esto demuestra una mayor variedad, aunque también hay que señalar que puede ser debido a que este último texto esté en verso y el hecho de exponer la estructura de artículo+ posesivo suponga una característica del lenguaje literario a lo largo de la historia.

        Siguiendo con el texto de Don Juan Manuel, se pueden observar numerosos posesivos, sobre todo tienen lugar cuando la raposa adula al cuervo: “mi amigo” (3), “su consejero” (2), “mi pro” (9), “vuestro poder” (15), “vuestro estado” (16), “vuestra nobleza” (30), “vuestra apostura” (30, 43), “mi ventura” (32), “vuestras pénnolas” (38, 44), “ vuestros ojos” (48), “vuestras manos” (54), etc. En cambio, en el texto de Juan Ruiz aparece escasamente este uso: “su lisonja” (1437d), “su gorjear” (1440a) y “su mucho gradnar” (1440c).

        En cuanto al estudio del posesivo, es necesario recordar las formas antes citadas que presentaban la estructura de artículo+ posesivo.

        En la aparición de pronombres personales hay que diferenciar los pronombres personales “sujeto” de los pronombres personales “objeto”. Las primeras aparecen con regularidad en el texto, con el tratamiento de “usted”: 17, 31, 33, 34,… (la forma “vos”). En Juan Ruiz el tratamiento es de “tú”, solo en la última estrofa aparece la forma de tratamiento de “usted”: “vos temedes” (1444c).

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