Amol Se Escribe Con R
Enviado por tilu617 • 1 de Diciembre de 2011 • 500 Palabras (2 Páginas) • 2.758 Visitas
Amol se escribe con r
La r al sol se ha disipado, se ha elongado, se ha alelado. Y casi puede decirse que hemos
perdido una letra. Al puertorriqueño lo distinguen en Hispanoamérica, aunque se disfrace,
“por la manera de hablal”. Si usted le oye a alguien, en cualquier país de Hispanoamérica,
esta frase tan manoseada ya, “tengo el alma en el almario”, puede usted asegurar que se trata
de alguien que quiere pasar por intelectual. Si la oye en Puerto Rico, -¡apártese!-. En Puerto
Rico eso quiere decir “tengo un Colt en el ropero”.
Hemos perdido una letra. Parece poca cosa después de todas las cosas que hemos
perdido. Hemos perdido el tranvía, el agua, la bolita, los tributos al ron. Hemos perdido hasta
la alegría, y los viejos aseguran que hemos perdido la vergüenza. Pero sobre todo hemos
perdido el tiempo. Y este es pecado que se paga amargamente en la historia.
Ahora que estamos tratando de recuperar tantas cosas, yo propongo que hagamos un
esfuerzo colectivo por recuperar la r. A las maestras, que no digan ¡dolol!, a los legisladores,
que no digan ¡honol!, a los locutores que no digan ¡placel!, a los novios que no digan ¡amol!,
y a las mujeres que no digan tan ligero que sí, que le están quitando el gusto al romanceo.
Pero de todos esos débiles de espíritu, que no tienen energía ni para pronunciar una r
como manda la Fonética, los que más me indignan son esos pervertidores de la lengua que se
llaman locutores de radio. Hay algunas excepciones, pero no debo decirlo, porque como
ocurre siempre, todo el mundo se creerá incluido en la excepción. ¡Y está bien de disparates!
Mientras la cosa se queda “acá inter nos”, menos mal. Pero esa l puertorriqueña
lleva hoy por todos los rincones del mundo prueba fehaciente de un vicio nacional que en vez
de exhibirse a los cuatro vientos, lo que debe hacerse es corregirlo a puertas cerradas.
Yo pido a todos los alumnos que cada vez que una maestra diga “¡dolol! Se levanten
a una y con el mayor respeto, pero con la mayor energía, griten ¡dolorrrrrrrrr!.
Yo pido al público que asiste a las tribunas parlamentarias que cada vez que un
legislador en medio de un discurso diga “¡honol! Se levanten y griten: ¡No, señor, honorrrrr!
Yo pido a las novias de todos los pueblos y campos y montañas del país que cada
vez que un pretendiente les venga con el lelolé del amol, lo mande a hacer ejercicios lingüísticos
¡r con r cigarro!
Y por fin a todos los radioescuchas que cada vez que un locutor o un cuarteto musical
se empeñe en pasarle l por r, agarren el teléfono y protesten o inunden la estación de telegramas.
¡Que aprendan a hablar bien o que renuncien!
El origen de este feo
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