Cien mujeres han pasado por mi vida
Enviado por Eddy Mora • 6 de Mayo de 2018 • Reseña • 674 Palabras (3 Páginas) • 132 Visitas
UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR[pic 1]
Nombre: Eddy Mora Alvarado Curso: 2do “B” Fecha: 20/4/2018
Cien mujeres han pasado por mi vida
Desde que mi amigo Patitas murió yo me lo imagino a mi lado como aquella noche en la casa de las Villafuerte que le hice un espacio en el bar, la charla con él duro mucho tiempo y hubiera durado más sino fuera porque Patitas está muerto. Decidí volver a leer su carta y tratar de comprender la culpa que lo llevó a acabar con su vida. Sus notas sucias de cerveza y culpa decían que:
<<La mayor soledad es tener muchas mujeres, y que esa soledad la empecé a sentir desde que era adolescente a los trece años. Siempre sufrí por esta enfermedad. Me dolía cuando en el barrio me decían: “Ahí va el don Juan, el traicionero”. A mi madre le conocí dos amantes uno era profesor y el otro me hacía lindos regalos. Mi hermano era muy celoso con mi madre y un día me llevo a vivir a la casa de mi tía Bertha aunque solo estuvimos ahí tres días y regresamos con mi madre. Las mujeres de mi hermano desfilaban por la casa y en cada cena mi hermano se burlaba de mí para que la visitante lo admirará más. Una vez cuando fuimos a un circo y tuve que ponerme agua de azúcar en mi cabeza para que se me asienten los pelos parados que tenía, por el cual me gané el apodo de cerco de pencos, al momento que el agua se secó todos se burlaron de mí. Luego mi hermano se enamoró y un día me pidió que acompañara a su novia a su hogar. En el parque de la Alameda, ella lloró y al tranquilizarla terminamos estando juntos, al contárselo a mi hermano él me abofeteó. Desde ese momento otro Patitas me habitó y empecé a leer algunos libros. Cuando la negra trabajaba en la casa de los Zurita sólo yo la trataba suavemente, después de algunos años me enredé con ella, hasta que se la llevaron al Guayas. Luego conocí a la gringa la cual me regaló un reloj y una pistola, luego me dejó. Después de eso decidí volver con la pecosa Carrión para curarme de amor. Con ella fui a Loja y conocí a su hermana hasta que mi novia se enteró y me obligo a afiliarme a una secta cristiana. Luego de un tiempo conocía a una colombianita de quince años y lo hice con ella, su padre era Director del Protocolo así que no sentía remordimiento. No sé porque termine con ella, no lo recuerdo. De todas formas, ella terminó casándose con el maestro Antonio. Miraba a mi alrededor y un nuevo monstruo iba creciendo: la corrupción, el robo, la perversión y la coima.
En la universidad al estudiar jurisprudencia conocí a Teo y al ir un día a su casa a estudiar el código civil también conocí a su mujer, con la cual después de algunas charlas, terminamos estando juntos. Algunas frases como esta: “No importa Patito lo que te hagan por fuera, cuida lo que te hagan por dentro” me decía me recordaba a mi madre. Cada intento de sacármela de la cabeza me acercaba más a la mujer de Teo. A veces me disfrazaba de Elvis Presley y Chaplin para no caer en la rutina, pero lo que a ella le gustaba más era que le diga palabras obscenas. Un día cuando volví de Galápagos, ella y Teo se habían ido y no habían dejado rastro alguno.
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