Desde mi punto de vista, las ideas que transmite el personaje del monje franciscano el Fray William son interesantes

María Fernanda Segura Velásquez

EN NOMBRE DE LA ROSA

Desde mi punto de vista, las ideas que transmite el personaje del monje franciscano el Fray William son interesantes, pues es astuto en sus observaciones y oportuno en sus comentarios, firme en lo que cree e investiga y no se limita a las lecturas establecidas por la iglesia. El exceso de los inquisidores en hacer justicia, coincide con la posición papal de aquel tiempo (pleno nacimiento del renacimiento), rodeado por la corrupción de los benedictinos, los cuales buscan seguir con su estilo de vida implementado a su manera la fe, siguiendo con la doctrina del teocentrismo, ocultando el temor de las desgracias de la abadía causadas por el hombre, como si fuera causa de la profecía del apocalipsis.

El aprendiz del Fray William, Adso de Melk, representa la curiosidad de todo ser humano por aprender y descubrir lo incierto. Pues su maestro el franciscano William a través te la técnica socrática, la ironía y mayéutica, le enseña los senderos del conocimiento y el razonamiento.

El paso de  la época medieval a la moderna descendió grandes transformaciones en la mentalidad de las personas y en las sociedades que desencadeno nuevas formas de pensar del papel del hombre en el mundo y de crear relaciones con Dios, con la sociedad y consigo mismo

En medio de la crisis por el cambio radical, el hombre con pensamiento renacentista comprendió su grandeza como ser racional y libre, sin cambiar del todo el pasado histórico, proclamando su autonomía basada en su condición de imagen de un Dios que le había confiado el mundo para que, entendiéndolo, lo dominara y, dominándolo, lo usufructuara para bien de quienes en él vivieran y trabajaran.

Los siglos que siguieron al salto antropocéntrico fueron de búsqueda, de progresos y retrocesos, de exaltación por lo alcanzado y de cansancio por el tiempo perdido. La Iglesia como elemento esencial de la sociedad, sufrió fecundas y dolorosas transformaciones al contacto con los cambios de la política en la época de la implantación de los nacionalismos: a veces perdió su rumbo y se sumió en el división, en la airada protesta y en las consecuencias de una mundanidad trágica, como lo mostró la discusión desatada entre los franciscanos, benedictinos y la comisión papal sobre el tema si Dios era pobre o no, y si la iglesia debía dejar sus posesiones.

La nueva ruptura de la unidad cristiana fue el precio de abrazar una modernidad que se va gestando del Renacimiento a la Reforma de la Iglesia en su doble aspecto: dentro de ella y fuera de ella. Así se llega al comienzo del presente histórico que vivimos y que es necesario entender a partir de la dialéctica entre la afirmación de lo social y de lo individual. El primer período de este caminar del Medioevo a la Edad Moderna, lo podemos llamar Edad Nueva. Quizás, también, primeros pasos del hombre moderno porque, si hoy somos lo que somos, ello se debe a la que lo que nos legaron de Iglesia y Estado los seres humanos del Renacimiento y de la Reforma. Ese es el objeto de este análisis.

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