Edipo, Falo y castracion
Enviado por Sabiduria femenina • 10 de Febrero de 2022 • Ensayo • 2.392 Palabras (10 Páginas) • 163 Visitas
Edipo, Falo y Castración
Así como los sueños, los fallidos, el chiste y el síntoma revelaron cómo el Inconsciente procedía según leyes análogas al análisis lingüístico, el Inconsciente también reveló el Complejo de Edipo y en el centro del Edipo la función del padre; función que da fundamento a la ley, que instaura un orden simbólico y que denominaremos en primera instancia con Lacan Nombre del Padre.
Podemos establecer tres tiempos en la constitución de este Complejo que implican tiempos lógicos no cronológicos, tiempos de la ubicación y constitución del Sujeto del inconsciente. A la vez implica la ubicación de un sujeto en relación al deseo, en relación a la falta.
1° Tiempo: Diremos que es lo real, aquello que está dado sin que medie la palabra. Lo pleno, nada falta y ninguna presencia es cuestionada ni tenida en cuenta. Lo real es para todos. La realidad será para cada sujeto. En ese real está el niño y aunque el padre (el Nombre del Padre) aún no ha entrado a escena no está solo. El niño trata de identificarse con el objeto de deseo de la madre. El niño “está en una relación de espejismo: lee la satisfacción de sus deseos en los movimientos esbozados del otro, no es tanto sujeto como sujetado (…) Para agradar a la madre es preciso y es suficiente con ser el falo; las identificaciones perversas pueden fundarse en la medida en que ese mensaje se realiza de forma satisfactoria. Y aún tal vía imaginaria nunca es enteramente accesible, lo que provoca todo el polimorfismo de la perversión.”
Entonces el niño está en una relación al deseo de la madre siendo el objeto de ese deseo que es el falo. Es en la madre dónde se planteará la cuestión del falo y donde el niño debe descubrirla. Aún ese objeto de deseo no alcanza a constituirse pero en este momento basta con que el yo de la madre se constituya en el otro del niño. El niño está destinado a ser sometido en tanto asume enteramente el deseo de la madre. El niño es deseo de deseo por la identificación con el deseo de la madre. El deseo de la madre es lo que le falta, por eso decimos falo. Ese ser el objeto de deseo de la madre lo implica en su totalidad como un todo sin la emergencia de una parte de su cuerpo. Es el predominio del espejo en su dimensión de imagen. Cuando ubicamos que el niño no está solo es porque está inserto en lo que Lacan considera una tríada imaginaria.
Falo (el deseo de la madre, lo que le falta)
Madre Niño
Ese ser el deseo de la madre se traducirá bajo el dilema de ser o no ser el falo.
2° Tiempo: Ahora sí interviene el padre en la escena, una ley. Entonces el padre entra como un cuarto elemento en la estructura siendo el rival para el niño en relación al deseo de la madre. Vamos a tener un predominio del mundo simbólico. Es decir consideramos al niño en el mundo del lenguaje Allí se desliza la relación madre-hijo. Lo que inaugura el símbolo, que se expresa en esa primera oposición fonemática que situamos en el Fort-da. Aparece una ausencia.
Cómo interviene el padre? Privando a la madre pero también al niño del falo. Allí el deseo se somete a la ley de otro. Es decir frustra al niño del objeto de su deseo y priva a la madre del objeto fálico. La madre remite a la ley del padre en la medida que se priva de ese objeto. Interviene a título de mensaje sobre la madre y a título de un mensaje sobre un mensaje para el niño. Una prohibición, un no. La madre recibe el mensaje de prohibición del padre “no reintegrarás tu producto”, al niño le llegará un mensaje de mensaje, un no. Esta intervención sacude esa estructura inicial y ser objeto de deseo de la madre es cuestionada por la interdicción paterna. El padre que se pone en juego aquí es un padre imaginario, rival, terrible, interdictor. “¿Qué ocurre si el sujeto no acepta esta privación del falo operada por el padre sobre la madre? Conserva una cierta forma de identificación con el objeto rival, el falo; la cuestión que se le plantea es: ser o no ser el falo.”
Cuando la palabra del padre carece de valor para la madre, es decir no tiene esa función de mensaje, la posición del padre es cuestionada y el niño queda a expensas del deseo de la madre. Esto implica que la madre que acepta la ley del padre, funciona como mediadora de su ley, no del padre sino de la ley. Sólo cuando ella se manifiesta sometida a una ley que va más allá de sí misma, y a la cual está supeditado su deseo existirá para el niño este cuarto elemento que es el padre. Es esta aceptación la que introduce al niño en un orden simbólico por medio del significante del nombre del padre. Este significante que corresponde a la función de ese padre privador. Aquel padre que como tal tiene o no tiene (ya que deberá demostrarlo) el falo, el objeto que la madre desea. Este significante será la metáfora del nombre del padre que reemplazará para el niño el significante deseo de la madre y que remite a un significado que será una (x) una incógnita. La incógnita es ¿qué desea la madre?
3º Tiempo: depende de la declinación del Edipo. El padre interviene como el que tiene el falo y no como el que es. Ya no es el padre interdictor, omnipotente que puede privar a la madre del objeto, “…el padre es más preferido que la madre y esta identificación culmina con la formación del ideal del yo,” apareciendo como permisivo y donador. Es decir que aquella metáfora paterna adquirirá toda su potencia. Entonces en este momento se tratará de: Tener o no tener el falo. Ahora se reafirma aquella doble prohibición presentándose el padre en el Edipo en su función fundamental: la Castración.
Entonces mediante el complejo de castración declinará el Edipo y le permitirá al niño asumir su sexualidad. Para que el sujeto alcance su función genital en el caso del varón debe haber sido castrado, abandona a partir de éste su condición de falo de la madre dónde el ser o no ser el falo queda en la dimensión de la imagen de la totalidad del cuerpo, la entrada simbólica implica que la no diferencia sexual anatómica es cuestionada y el pene adquiere para el niño una significación. Es algo que podría perder. Por este motivo la castración es una falta simbólica (instaurada por la ley) que involucra a un objeto imaginario, el falo.
El proceso que instaura la metáfora paterna en el sujeto es su constitución como sujeto del inconsciente, como sujeto de deseo, sujeto de la división. Esa división producida por el lenguaje hace que aquella vivencia real pase a ser simbólica por la palabra. Esta simbolización de lo real es lo que se produce con la represión primaria. El inconsciente se instaura por los efectos de palabra en el sujeto.
Todo el complejo implica la circulación del amor por las identificaciones.
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