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El Miedo Joaquín Prieto Hurtado


Enviado por   •  16 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  2.531 Palabras (11 Páginas)  •  226 Visitas

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Universidad Adolfo Ibáñez, Filosofía

El Miedo

Profesor: Ignacio Moya                     Ayudante: Mónica Madariaga

Joaquín Prieto Hurtado

10-6-2016

Número de palabras: 2006

Número de palabras anexo: 532


El Miedo

Joaquín Prieto Hurtado

  1. Introducción:

A lo largo de la historia, el hombre ha intentado analizar todo lo que le sucede para, de esta manera, tener un mayor conocimiento del mundo que lo rodea y de su mundo interior. Es por esto que gran cantidad de filósofos a través de la historia han intentado dar explicaciones sobre lo que ellos piensan que son las emociones, desde la razón de la existencia de éstas, pasando por la conveniencia de su existencia, hasta el fin mismo que cada emoción tiene para el ser humano.

Es mediante las emociones que el ser humano se relaciona con su entorno, ya que estas son las que conforman la escencia del mismo ser humano, es decir, gracias a las emociones es que tenemos la complejidad de reacciones que existen. Son las emociones las que nos permiten alegrarnos, sentirnos realizados con algunas actividades, querernos, etc.

Dentro del universo de emociones encontramos una en específico que todo el mundo ha sentido alguna vez, esta es el miedo.

Todos alguna vez hemos sentido miedo por algún motivo y sabemos diferenciarlo y distinguirlo perfectamente de las otras emociones. Cuando sentimos miedo sabemos que es miedo y sabemos por qué sentimos esta emoción, lo que no sabemos realmente es qué es el miedo.

En este ensayo intentaré responder a esta pregunta y dejar en claro qué es el miedo y por qué sentimos este, pero para eso primero hay que hacerse otra pregunta, que es, ¿qué son las emociones?


  1. Desarrollo:

William James define las emociones como “procesos que se dan en los centros motores y sensoriales ya designados o en otros de igual naturaleza aún no localizados”[1], esto quiere decir que las emociones, según James, vendrían a formar parte del cerebro al igual que cualquier acción cognitiva, como comer, pensar, ir al baño o cualquier cosa que hagamos concientemente. Si asumimos la veracidad de las palabras de James, podemos creer que las emociones, así como el ser humano mismo, van evolucionando a medida que éste se adapta a su ambiente, es decir, el amor, la ira o el miedo de antaño se expresan o son distintos a los que vivimos hoy en día.

Esto último da para pensar, ¿son acaso distintas las emociones hoy en día que antaño? Es difícil saberlo de buenas a primeras, ya que obviamente no existe persona que pueda afirmar con total certeza cómo eran las emociones siglos atrás, sino que sólo se puede hacer una idea mediante los relatos de gente de otra época, en los cuales vemos bastantes similitudes entre lo que hoy sentimos como emociones y las emociones que ellos sentían. Basta con leer las descripciones que Aristóteles hacía de las emociones para notar las similitudes (sino copias exactas) de estas con las que experimentamos hoy en día, por lo que a priori se mostraría que las emociones no evolucionan con el tiempo, lo que refuta las palabras de James y nos muestra las emociones como algo que no forma parte per se de nuestro cerebro, sino como reacciones involuntarias hacia estímulos tanto externos como internos.

James señala también que, “El amor del hombre a la mujer o el de la madre humana por su bebé, nuestro odio a las serpientes y nuestro miedo a los precipicios pueden describirse de forma similar, como ejemplos del modo en que las piezas singularmente conformadas que acoge el mundo provocarán inevitablemente muchas reacciones mentales y corporales particulares, por delante de, y a menudo en oposición directa a el veredicto de nuestro razonamiento deliberado respecto a ellas.”[2] Es aquí donde James, sin quererlo, da pie a que las emociones no formen parte del cerebro, sino que sean éstas reacciones involuntarias a estímulos, una especie de instinto de supervivencia que deja de lado la razón y actúa por mero instinto, de manera de protegernos, ya que es él mismo el que nos dice que son reacciones mentales, pero al decir esto, no dice otra cosa que negar su tesis anterior, ya que si las emociones son reacciones mentales, estas no son parte de la mente, sino que son reacciones de la mente, lo que no es lo mismo. Si las emociones fuesen parte del cerebro, no podrían al mismo tiempo ser una reacción de este, ya que no se puede ser una cosa y otra a la vez, por lo que se destruye la teoría de las emociones como parte de nuestro cerebro conciente.

Las emociones, al ser respuestas a estímulos, no formarían parte en si mismas del cerebro, sino que es algún lugar de este el que reacciona generándolas, es decir, son una respuesta de alguna parte de nuestro cerebro y no forman parte del mismo. En este sentido podemos hacer un símil entre las emociones y las funciones neuronales básicas como son la respiración o el bombeo de sangre del corazón, que al igual que las emociones no son parte del cerebro, sino que son reacciones de este, de manera involuntaria para la conciencia, que nos permiten sobrevivir, lo que aparte nos permite ver a las emociones como parte primordial de la supervivencia, ya que las acciones involuntarias que realiza el cerebro son justamente las que necesitamos para poder vivir, esto porque si estas fuesen concientes, podríamos olvidar realizarlas, por lo que podríamos morir. Es por esto que el cerebro tiene estas funciones automatizadas, entre las que ahora podemos contar las mismas emociones, ya que al tener estas funciones automatizadas inconcientemente, no puede suceder este olvido de realizarlas.

Si vemos las emociones como reacciones involuntarias a estímulos, ellas vendrían a ser un acto reflejo mediante el cual el ser humano se refugia, de manera de protegerse, divertirse o realizar cualquier cosa que facilite su supervivencia. Un claro ejemplo de esto es el miedo, el cual se puede ver como el acto reflejo del hombre ante la sensación de inseguridad, es decir, es nuestra propia alarma contra lo potencialmente dañino, nuestra vía de escape ante las amenazas del mundo, que en el pasado podían ser las diversas bestias con las que convivía día a día el hombre cavernícola y hoy puede ser el perder el trabajo, ser asaltado, caer de un precipicio, o cualquier otra situación, criatura, acción o cosa que nos produzca miedo. Es el miedo el encargado principal de protegernos ante las amenazas, el que nos permite vivir a salvo y que nos da la fuerza para salir de diversos aprietos.

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