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El personalismo Lo espiritual y lo político


Enviado por   •  21 de Julio de 2011  •  Tesis  •  471 Palabras (2 Páginas)  •  1.295 Visitas

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El personalismoLo espiritual y lo político.

El acontecimiento no está donde generalmente lo situamos, y tenemos que descifrar los signos medio falseados que nos entrega la actualidad. Son las situaciones habituales las que manifiestan el desorden establecido, en tanto que son los hombres, las obras y los valores "no señalados por ningún estallido", los que preparan los renacimientos. Para Mounier, el acontecimiento lleva la llamada del otro, el sufrimiento y la esperanza del otro. Y obliga a la persona a desapegarse de sí misma, a rebasarse, a comulgar.

Sin embargo, nunca cederá al colectivismo de la acción y del pensamiento, ni tampoco se adherirá a las interpretaciones globales de la historia. Esto queda claro: no hay acontecimiento sino para una persona o una comunidad personalizada; sólo sucede algo a aquellos que existen (y es la existencia misma la que reclama y consagra el acontecimiento) no hay drama, como no hay historia más que para una conciencia singular. Pero, un hombre no alcanza su madurez hasta que no asume fidelidades que valen más que su vida.

El cristianismo de los fuertes.

No hay un Mouníer cristiano junto al filósofo o al político. Su fe es lo que le fundamenta, su fe es su origen y su horizonte, su alfa y su omega. Pero, hay que saber dar razón de lo que creemos. "Cuanto más audazmente se compromete el cristiano, más se impone a él el deber de vigilar y de mantener el rigor de su cristianismo."

Para Mounier ha sido la burguesía la que ha "desvirilízado" el cristianismo. "Hoy no se puede ser totalmente cristiano sin ser un rebelde" (1934). Ser revolucionario implica inmediatamente un trabajo continuo de despojamiento de los ídolos.

La revolución la han de asumir todos y cada uno de los hombres. Ser revolucionario no es ser un gran hombre, es poner simplemente el empeño, la formación y la honradez en manos de la lucha por la verdad, y desde allí organizarse. El verdadero hombre extraordinario es el verdadero hombre ordinario.

Hay que hacer del cristiano un ser robusto, valeroso, que afronta el mundo y crea algo nuevo, en vez de "consolar a las retaguardias".

Libra una batalla especial contra el pacifismo de la blandura y del abandono, sin cesar de repetir que la paz es el privilegio de los fuertes, de los que primeramente han superado el miedo y quieren concretamente la justicia. La revolución exterior implica la interior: hacer la justicia por amor. A esto llama Mounier revolución espiritual.

Contra el falso espiritualismo afirma que el cristiano que habla con desprecio del cuerpo y de la materia, lo hace contra el núcleo de su tradición. Olvida que el cuerpo es templo vivo del Espíritu.

La resurrección de los cuerpos es la resurrección del hombre total. De ahí que no puede

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