Esumen San Agutin- verano 2015.
Enviado por MarissaTollinchi • 3 de Marzo de 2016 • Trabajo • 3.383 Palabras (14 Páginas) • 314 Visitas
Como cuestión de umbral, San Agustín plantea la existencia de un pecado original que separó al hombre de Dios. A su vez, reconoce la diversidad cultural que existe en el mundo al señalar que hay 2 clases de sociedades, a las cuales también llamó ciudades: (1) la del hombre que vive según la carne; (2) la de Dios, compuesta por hombres que desean vivir según el espíritu.
Sobre el particular, San Agustín hace referencia a los epicúreos de quienes señala viven conforme a la carne ya que se dejan llevar por sus deseos y la búsqueda del placer por medio de los sentidos y las sensaciones; y los estoicos para quienes expresa que el alma es lo más importante. No obstante, concluye que ambos (epicúreos y estoicos) viven según la carne. Sobre ello, expresa que el vivir según la carne se debe entender tanto los vicios de la carne como del alma. Al abundar sobre el asunto, San Agustín hace referencia a la Epístola de Gálatas sobre las obras de la carne. Allí intima que se refiere tanto a los vicios del ánimo que son ajenos al deleite carnal, los que también llama vicios del espíritu. Para San Agustín esos vicios que llamó animosidades son del espíritu.
Abunda San Agustín que la corrupción del cuerpo que agrava el cuerpo no es causa sino pena del primer pecado o del pecado original. Adjudica que el demonio introdujo el pecado al mundo. Asimismo, le da un enfoque distinto a la visión que hasta el momento existía del influjo de la carne en el pecado, en el que ya no es la carne corruptible la que hace pecar al alma sino que ésta última como pecadora; la que hizo que la carne fuera corruptible. San Agustín hace mención de estímulos de vicios y apetitos viciosos; de donde procede la corrupción de la carne.
San Agustín advierte que no todos los vicios de nuestra mala vida, como él la llama, se deben atribuir a la carne sino que el hombre se hizo semejante al demonio por querer vivir por sí mismo. A su vez, distingue lo que es vivir según el hombre y vivir según Dios. Ahora bien, para San Agustín el hombre vive según Dios cuando vive según la verdad y no conforme a sí mismo. Señala que todo pecado es mentira. Para San Agustín, el hombre que tiene voluntad que quiere que le suceda lo bueno o que no quiere que le suceda lo malo, no forma pecado. Por otra parte, San Agustín realiza una equivalencia de que los que viven según la carne, viven según el hombre; y los que viven según el espíritu, viven según Dios.
Al igual que el Apostol Pablo, de quien hace mención, San Agustín llama al hombre que vive según la carne, carnal. Por consiguiente, San Agustín plantea que el hombre carnal y el hombre animal son una misma cosa. Para San Agustín es más tolerable la opinión de los platónicos que las de los maniqueos sobre la naturaleza del cuerpo y del alma. Con todo, también aquellos son reprobados porque las causas de los vicios las atribuyen a la naturaleza de la carne. Así también, San Agustín indica que la naturaleza de la voluntad humana, según las pasiones del alma, pueden ser buenas o malas. Arguye que los movimientos del hombre son su voluntad. Llama deseo a cuando nos conformamos deseando las cosas que queremos. Así también, define alegría como cuando nos conformamos, gozando de los objetos que nos son más agradables y apetitosos. A su vez, menciona que el miedo es cuando nos conformamos y huimos de lo que no queremos que nos acontezca. Resalta que aborrecer lo malo no significa aborrecer al hombre que actúa mal sino a lo que lo lleva a actuar así.
Para San Agustín, no existe diferencia entre el amor y la caridad; para él son lo mismo; cerrando así la brecha que existía hasta ese momento entre la caridad y el amor; tildándola como bueno y el amor como malo. Arguye que la voluntad recta es buen amor y que la voluntad perversa es mal amor. Define la codicia como el amor que desea tender lo que ama; y el que lo tiene y goza de él, alegría; al amor que huye de lo que le es contrario, temor y si le ocurre lo contrario, sintiéndolo, es tristeza. Por consiguiente, San Agustín considera que estas cualidades son malas, si el amor es malo y buenas, si el amor es bueno. Distingue a su vez que lo que los estoicos llaman dolor; él lo llama tristeza. Sobre la tristeza advierte que ésta no debe anidarse en el ánimo de las personas.
San Agustín alude a tres (3) empatías de los griegos: deseo, alegría y temor; La cuatro (4) patrias: desear, alegrarse, temer y entristecerse. Llama apatía a vivir sin los afectos y las pasiones que se rebelan contra la razón y perturban el alma; y la llama buena y que debe desearse. Ahora bien, San Agustín plantea que no se encuentra en esta vida porque es de los piadosos, justos y santos. Por ende, cuando no haya pecado en el hombre habrá apatía o imposibilidad. Interesante por demás que en su línea de pensamiento San Agustín postula que el que piensa que vive sin pecado, más bien no alcanza perdón.
Según San Agustín donde hay amor inmutable del bien conseguido, está el temor de guardarse del mal.
Ese “temor casto” como le llama San Agustín se refiere a aquella voluntad que es necesaria para que no queramos ya pecar y nos guardemos del pecado, no por temor a que nuestra flaqueza nos lleva a pecar sino por la tranquilidad con que la caridad evitará el pecado.
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Cap. X
Agustín esboza una correlación ante la actitud del hombre y la mujer (Paraíso) antes y después del pecado. Elabora que era impensable pensar o sentir cualquier tipo de situación que indujera a la criatura a sentir los “afectos y pasiones” en su ser y mucho menos en la vida espiritual. Era una vida de continuo agrado y placentera en la presencia de Dios.
No obstante, establece que una vez se incurre en el pecado, esos “afectos y pasiones” se torna como la punta de lanza en la vida de estos predicando un alejamiento vergonzoso de una relación de pureza y bienestar. Se experimenta el dolor , sufrimiento, rechazo, la muere y el sentido de bienestar desde la concepción del espíritu. El espíritu es entendido como el lugar donde Dios actúa y se hace presente a través de la gracia, siendo esta un estado permanente de santidad en la persona. Es desde aquí que la incorrupción del cuerpo era vista como impensable. Era una experiencia eterna en la vida de los santos.
Cap. XI
Ante la caída del hombre (pecado) hay quienes piensan, según Agustín, que Dios no lo pudo proveer y lo catalogan como un Dios que se “arrepiente”. Lo cierto es que su autonomía y complacencia es un ser que ya tenia previsto que está es su obrar “también había de pecar”. Esto no quiere decir que el hombre en su concepción es malo, sino que en su propia determinación, ante su proceder pone en función “su rectitud” – vida moral – y la buena voluntad. La buena voluntad es un mover que solo viene de Dios. No así el obrar contrario. Es desde aquí que el hombre va constituyendo su ser sin dejar de ser lo que es.
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