Modelo socratico.
Enviado por Paula Graciano • 22 de Mayo de 2016 • Documentos de Investigación • 3.134 Palabras (13 Páginas) • 485 Visitas
Modelo socrático
Se refiere al arte de interrogar para llegar al conocimiento no conceptualizado, de ahí la relación con las parteras y nodrizas. Sócrates no veía a un discípulo como recipiente del conocimiento, sino como un buscador de conocimientos, además el creía que el conocimiento estaba dentro de las personas, entonces Sócrates lo que hacía era ayudarlos a dar a luz a su propio conocimiento.
El maestro no inculca el conocimiento al alumno, por que rechaza que su mente sea un cajón vacío donde introducir conocimientos y verdades.
- El discípulo es quien extrae de sí mismo el conocimiento.
- Los sofistas daban discursos y esperaban que los discípulos aprendiesen.
- Sócrates mediante el dialogo con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber.
- -¿No sabéis que me dedico al arte de mi madre? Y esto lo relaciona con el arte del despertar y de hacer cesar los dolores del parto intelectual.
- -“ Solo sé que no se nada”, solo simula impotencia para explicar la frase, recurre mediante encuestas a poetas, políticos, y artesanos ( Apología ) y estos según su conclusión, creen saber que llegaron a la verdad, creen haber llegado a cumplir su meta, y dejan de buscar la verdad y viven en sus seguridades, pero que en el fondo es ignorancia responsable.
Cuando dice que “da a luz” a las ideas, estas no proceden de él, sino que de aquellos que desconocen su existencia.
“Conócete a ti mismo “, es descender hacia nuestro interior y extraer, mediante el dialogo con nuestro espíritu, las verdades permanentes, la verdad humana de dentro de uno mismo y la razón.
Este método se basa en que existe un conocimiento acumulado en la conciencia por la tradición y experiencias de generaciones pasadas. El individuo es invitado a descubrir la verdad latente en el, sin haberlo hecho consiente. La ironía socrática combate al individuo lo erróneo de lo que cree saber y lo falso de ello.
Platón: ética
Al igual que ocurre con los otros aspectos de su filosofía la ética no es objeto de un tratado específico en el que se aborde el tema sistemáticamente. El hecho de que muchos de los diálogos platónicos comiencen con alguna interrogación acerca de la virtud en general, o de determinadas virtudes en particular, muestra claramente, sin embargo, que el interés por el análisis del comportamiento humano no es algo accidental en Platón. Como hemos visto en su concepción de la ciudad ideal, el objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la satisfacción de sus necesidades materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser objeto de un desarrollo completo de su personalidad, de acuerdo con las partes más elevadas de su alma, la irascible y la racional, con el fin de alcanzar una felicidad identificada con la armonía de su vida.
Justicia y ética
Si la justicia en la ciudad reside en que cada clase social haga lo que debe hacer, la justicia en el hombre residirá también en que cada parte del alma haga lo que debe. Ello implica que la vida buena para el hombre es una vida en la que se atiendan las necesidades "materiales" y "espirituales". Como vimos anteriormente la idea de que el hombre debe dar las espaldas a todo lo que signifique materia o tenga algo que ver con la corporeidad, defendida en el Fedón, no será mantenida en los diálogos posteriores, en los que el alma deja de ser considerada como una entidad simple y enfrentada al cuerpo, y pasa a ser considerada como una entidad en la que podemos distinguir tres partes diferenciadas que permiten explicar, entre otras cosas, los conflictos psicológicos de la vida del hombre, las distintas tendencias que configuran su naturaleza. El conocimiento y la satisfacción de las necesidades intelectuales deben ir acompañados de salud, moderación en el disfrute de los bienes materiales, etc., lo que pone de manifiesto hasta qué punto la idea de que Platón rechaza de un modo absoluto lo corporal es injustificada. En el Banquete, por ejemplo, podemos observar cómo a través del Eros Platón concibe el ascenso hacia las Ideas partiendo del amor a la belleza que observamos en las cosas sensibles, luego a la belleza en el ser humano, hasta alcanzar la contemplación de la Belleza en sí, que se identifica con el Bien del que nos habla en la República y que representaría el grado superior de conocimiento.
El verdadero bien del hombre, la felicidad, habrá de alcanzarse mediante la práctica de la virtud. Pero ¿qué es la virtud?. Platón acepta fundamentalmente la identificación socrática entre virtud y conocimiento. La falta de virtud no supone una perversión de la naturaleza humana; por su propia naturaleza el hombre busca el bien para sí, pero si desconoce el bien puede tomar como bueno, erróneamente, cualquier cosa y, en consecuencia, actuar incorrectamente; la falta de virtud es equivalente, pues, a la ignorancia. Sólo quien conoce la Idea de Bien puede actuar correctamente, tanto en lo público como en lo privado, nos dice Platón en la República, al terminar la exposición y análisis del mito de la caverna. Cuando alguien elige una actuación que es manifiestamente mala lo hace, según Platón, creyendo que el tipo de conducta elegida es buena, ya que nadie opta por el mal a sabiendas y adrede. En este sentido la virtud cardinal sería la prudencia, la capacidad de reconocer lo que es verdaderamente bueno para el hombre y los medios de que dispone para alcanzarlo. La dependencia con respecto al intelectualismo socrático es clara en la reflexión ética de Platón.
En la República nos habla Platón de cuatro virtudes principales: la sabiduría, el coraje o fortaleza de ánimo, la templanza y la justicia. Como hemos visto, establece una correspondencia entre cada una de las virtudes y las distintas partes del alma y las clases sociales de la ciudad ideal. La parte más elevada del alma, la parte racional, posee como virtud propia la sabiduría; pero la justicia, la virtud general que consiste en que cada parte del alma cumpla su propia la función, estableciendo la correspondiente armonía en el hombre, impone los límites o la proporción en que cada una de las virtudes ha de desarrollarse en el hombre. El hecho de que Platón tenga una concepción absoluta del Bien hace que la función de la parte racional del alma siga siendo fundamental en la organización de la vida práctica del hombre, de su vida moral.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO: EPISTEMOLOGÍA Platón distinguirá, tal y como señala en el mito de la caverna, dos modos fundamentales de conocer: la doxa (opinión), el falso conocimiento que proviene de la percepción sensible de los seres concretos o aparentes del mundo sensible; y la episteme (ciencia), el verdadero conocimiento de las ideas trascendentes e inteligibles, el conocimiento de la verdadera realidad de las cosas que pertenece al mundo de las ideas y que se obtiene a través de la razón. El hombre puede llegar al conocimiento de la episteme porque su alma racional, que es su esencia, preexistió en el mundo de las ideas. El alma cayó al mundo terrenal, mito del carro alado, y fue atrapada por la materia corporal olvidando todas las ideas que ya conocía. Por ello, según la Teoría de la Reminiscencia platónica, conocer es recordar las ideas.
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