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RESEÑA EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO


Enviado por   •  7 de Mayo de 2018  •  Ensayo  •  2.426 Palabras (10 Páginas)  •  237 Visitas

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RESEÑA EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

SILVIA DANIELA FLOREZ HURTADO

cód. 2171349

Prof. MARIA ISABEL SERRANO

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS

INGENIERIA INDUSTRIAL

FILOSOFIA INSTITUCIONAL

BUCARAMANGA

2017

RESEÑA

Frankl, Viktor. (2004). El hombre en busca de sentido. En: Editorial Herder. Barcelona.

El hombre en busca de sentido es un libro en el que Viktor Frankl narra los hechos vividos por sí mismo en varios campos de concentración de Polonia. Viktor Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco de descendencia judía, fundador de la logoterapia. Sobrevivió durante tres años (1942-1945) a varios campos de concentración incluidos Auschwitz y Dachau. El libro fue publicado en el año de 1946 en Alemania, un  año después de la liberación de Frankl; y fue traducido a veinte idiomas. La editorial que lo publicó en español es Herder en el año de 2004. Tiene 122 páginas.

El libro El hombre en busca de sentido consta de 3 fases. Durante el desarrollo de la obra se intenta responder a la pregunta: « ¿cómo se veía afectada la psicología del prisionero por el día a día en un campo de concentración? ».

Primera fase: “Internamiento en el campo”

En la primera fase, se distinguen tres etapas psicológicas en la reacción de los reclusos a la vida en el campo: la fase inmediata al internamiento, la fase de adaptación y la fase que sigue a la liberación. El síntoma característico de la primera etapa es el shock al intentar comprender la situación en la que se encontraban. Todo comenzó en el viaje en tren, mil quinientas personas fueron transportadas durante varios días en espacios muy limitados, pensaban que estaban viajando para ir a trabajar en una fábrica de munición como empleados para trabajos forzados, hasta que vieron un letrero que decía “Auschwitz”, esa palabra significaba las mayores atrocidades: cámara de gas, hornos crematorios, el exterminio. Varias personas de la expedición en la que pertenecía Frankl estaban bajo un término que él llamaba «ilusión del indulto», no perdían la esperanza de que serían liberados e imaginaban que aquello iba a terminar bien. Cuando llegaron al campo de concentración, los obligaron a dejar sus maletas en el vagón y a hacer dos filas, hombres y mujeres, para realizar la primera selección, debían pasar delante de un oficial de la SS, el cual señalaba con su mano hacia la derecha o hacia la izquierda, la derecha significaba trabajos forzados y a la izquierda enviaban a los enfermos y débiles, que trasladaban a otro campo. Durante esta selección Frankl llevaba escondido su macuto anhelando que el oficial no lo viera y lo dejara pasar, parándose erguido logró atravesar la primera selección. Ya en el barracón donde se iba a  instalar, le explicaron a Viktor lo que significaba el «juego del dedo», el 90% de su expedición los habían dirigido hacia la izquierda, lo que significaba que iban hacia los hornos crematorios. En las puertas de aquel edificio decía en varios idiomas la palabra «baño», al entrar le daban a cada prisionero una pastilla de jabón y después sucedía lo que ningún prisionero quería que le sucediera. Vigilados por los oficiales de la SS los llevaron al pabellón desinfección, donde pudieron disfrutar de un baño, lo que fomentó su esperanza; después los llevaron a un cobertizo donde los hombres de la SS extendieron una manta para que los prisioneros depositaran sus objetos de valor. Después los obligaron  a desnudarse, solo podían quedarse con algunas prendas.

Lo que seguía era afeitarlos y de ahí los llevaron a las duchas. Frankl se dio cuenta en ese momento que solo poseía la existencia desnuda, nada los conectaban con su pasado, en ese momento solo eran cifras, no tenían nombres, para los oficiales de la SS solo eran simples números. Ya empezaban a mostrarse las primeras reacciones, entre ellas el humor macabro, al no tener nada, y la curiosidad, al no saber cuál era su destino.

En la primera noche en Auschwitz durmieron mil quinientas personas en un barracón que tenía una capacidad para doscientas, descansaban en literas de tres pisos y en cada una yacían nueve hombres directamente en los tablones. Las condiciones del Lager no eran muy humanas, nunca se cepillaban los dientes, permanecía medio año con un pedazo de tela que se hacía pasar por camisas, comían un trozo pequeño de pan diario y una taza de sopa aguada.

Desde la perspectiva psicológica, los prisioneros aun no tenían una conciencia precisa de su estado. La idea de suicidarse estaba presente en ellos, nacía de la desesperada situación en la que se encontraban. El método más frecuente era «lanzarse contra las alambradas», consistía en tocar la valla de alambre electrificada. La primera fase del shock era que el recluso perdiera el miedo a la muerte, pues no sabían con certeza si iban a pertenecer al pequeño porcentaje que sobrevivía a los campos de concentración.

 

Segunda fase: “Internamiento en el campo”

Al paso de los días el prisionero dejaba atrás las reacciones mencionadas en la primera fase, se adentraba a la segunda fase: la apatía generalizada que lo llevaba a una especie de muerte emocional. A demás de esto, se hacían presentes distintas sensaciones, la principal era la intensa añoranza del hogar y la familia. Seguía después la repugnancia ante la fealdad circundante, incluso en los aspectos más superficiales, se les entregaba un uniforme tan andrajoso que al compararse con un espantapájaros, este lucía elegante. El grado de adaptación del prisionero era tal, que no le importaba ver cuando derribaban a golpes a un compañero, pues él ya no podía experimentar sentimientos como repugnancia, piedad, indignación, horror. La apatía, la anestesia emocional y la sensación de que ya no les importaba nada eran los síntomas característicos de la segunda fase de las reacciones psicológicas de los internados del campo; en el Lager se recibían golpes por cualquier motivo, y a veces sin motivo alguno, en esta situación no era el dolor físico lo que más los hería, sino la humillación y la indignación por la injusticia de todo eso. La apatía también jugaba como un mecanismo de autodefensa, pues la única tarea que se tenía en el campo era conservar la propia vida y la de los amigos. Al haber tanta presión en el  ambiente, los prisioneros retrocedían a un estadio más primitivo de vida psíquica, la «regresión», los deseos y aspiraciones se manifestaban claramente en los sueños. Los prisioneros soñaban con comida caliente, un buen baño y cigarrillos. Era tal la crudeza del Lager que era mejor dejar que un prisionero tuviera una pesadilla a despertarlo a la realidad en la que vivía.

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