Sobre el denotar

Sobre el “denotar”

Por: Alejandro Riera

El presente texto es un breve resumen de la lectura propuesta para realizar un ensayo acerca de la teoría sobre las descripciones de B. Russell expuesto en el libro “La búsqueda del significado” bajo el título “Descripciones”.

El tema nuclear del texto que nos ocupa es la distinción entre las partículas lingüísticas “un” y “el” en tanto en cuanto son partículas usadas para realizar descripciones. Así tenemos que hay dos tipos de descripciones, las descripciones indefinidas que se corresponden con la estructura “un tal y tal” y las descripciones definidas que presentan la estructura “el tal y tal”.

La diferencia principal entre ambos tipos de descripciones reside en que, mientras que las descripciones indefinidas pueden ser en ocasiones verdaderas o en ocasiones falsas, las descripciones definidas, en cuanto están sujetas a la ley de igualdad (x=x) son descripciones de objetos que existen en la realidad.

Así, si tomamos como ejemplo la expresión “Me encontré con un hombre”, encontramos que “un hombre” es una definición ambigua ya que no se refiere a una persona concreta sino a un sujeto que pertenece al género humano. Esta descripción será verdadera si se da la siguiente formula : φx ∧ ψx siendo ψ “me encontré con” y φ “un tal y tal” que es x “humano”. Pero sucede lo contrario cuando cambiamos el valor de x en ejemplo que estamos usando “Me encontré con x” y en el lugar de x cambiamos “un hombre” por “un unicornio”. La descripción “Me encontré con un unicornio” será siempre falsa ya que “un unicornio” no describe nada que exista en el mundo real.

No ocurre lo mismo con la partícula “el” ya que ésta esta necesariamente ligada a una identidad concreta, esto es, implica unicidad. Por lo tanto, no se puede usar la expresión “el habitante de Londres” ya que en Londres viven muchas personas y no solo una. En la expresión “Scott es el autor de Waverley” nos encontramos con un nombre “Scott” y una descripción “es el autor de Waverley” que se aplican al mismo objeto. En este caso tenemos que tratar el nombre como un “nombre relativo” que solo cumple la función de sujeto de la oración y no se analiza de ninguna otra manera y será una proposición verdadera si, efectivamente, “Scott” existió y “escribió la obra Waverley”. En cambio, tomando como ejemplo la proposición “El autor de Waverley es escoces” nos encontramos con que, para que sea una proposición verdadera es necesario que se cumplan tres premisas a saber:” (1) que al menos una persona escribió Waverley; (2) que como máximo una persona escribió Waverley; y (3) que quienquiera que escribió Waverley es escoces”.

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