Teoría de los sentimientos Morales, capítulo 2 sección 3
Enviado por Aandreeww • 11 de Abril de 2018 • Reseña • 2.738 Palabras (11 Páginas) • 256 Visitas
Universidad del Valle[pic 1]
Facultad de Humanidades
Licenciatura en Filosofía
Seminario Introductorio.
Andrea Murillo 1332133
Sección lll De la influencia de la fortuna en los sentimientos de las personas con relación al mérito o demérito de las acciones
En el presente escrito se tratan de abordar de manera sucinta las cuestiones tratadas por Adam Smith en la Sección lll De la influencia de la fortuna en los sentimientos de las personas con relación al mérito o demérito de las acciones, la cual hace parte de su gran obra La Teoria de los Sentimientos Morales, publicada en Londres en 1759. Para llevar a cabo el objetivo principal de este escrito se ha seguido con el esquema argumentativo que propone Smith en el texto.
Smith da inicio a esta sección mencionando las particularidades a las cuales se les puede atribuir el mérito o demérito de cualquier acción, pues, según el filósofo, estas constituyen toda la naturaleza y circunstancia de la acción y deben tenerse como fundamento para cualquier cualidad que se le atribuya a este. la primera de estas particularidades será la intención o afecto del corazón del que precede el hecho, es decir, a mi modo, las intenciones o sentimientos que están dentro del corazón del sujeto y lo mueven a realizar la acción; la segunda será el movimiento externo del cuerpo a que dicho afecto del da lugar, es decir, el movimiento externo que se produce a nivel corporal cuando se va a cometer la acción y la tercera son las consecuencias buenas o malas que se derivan de la acción.
Las dos últimas particularidades presentan algunos obstáculos y no son del todo idóneas para ser tomadas en cuenta como fundamento de una acción, la segunda porque un movimiento externo del cuerpo puede realizarse para llevar a cabo una acción inocente o una perversa, y la tercera porque las consecuencias buenas o malas que se genéren a partir de una acción no dependen del agente sino de la fortuna. De tal manera que, las únicas consecuencias que podrán ser juzgadas, es decir, merecedoras de elogio o censura son las que revelan alguna cualidad en la intención del corazón que movió a actuar al sujeto.
Ahora bien, lo anterior es para Smith una máxima que, abordada desde lo abstracto, puede ser de común acuerdo, pues, un acto puede ser juzgado dependiendo de las motivaciones que llevaron al agente a efectuar dicha acción, es decir, si su intención fue benéfica o malvada, correcta o incorrecta, etc. ya que, el acto no será juzgado, como lo mencioné anteriormente, por las consecuencias que se den, pero, en la práctica, se presentan variantes dado que las consecuencias a las que da lugar la acción sí repercuten notoriamente en el juicio acerca de si el acto merece mérito o demérito y casi siempre expanden o reducen nuestra apreciación de ambos.
Dicho lo anterior, el texto pasa a mostrarnos por qué se da la irregularidad en los sentimientos con respecto al juicio de qué acciones son merecedoras de mérito y cuáles de demérito, analiza en primer término la causa que la provoca o el mecanismo por el cual la produce la naturaleza; en segundo lugar, la extensión de su influencia, y en último lugar la finalidad a la cual responde, o el propósito que el Autor de la naturaleza parece haber pretendido a través de ella.
- De las causas de esta influencia de la fortuna
Tenemos que, en todo ser sintiente, las causas que motiven las pasiones de rencor y gratitud, son aquellas que produzcan dolor o placer, sea cual sea el instrumento, sin importar su forma de operar, pero si este es un objeto inanimado, después de reflexionar un poco, nos daremos cuenta que no tienen ningún sentido tomar venganza contra algo que no siente nada, pero si el daño que ese objeto nos ha causado es muy grande entonces tomaremos una actitud de resentimiento hacia este, tanto así que destruirlo nos produciría cierto tipo de placer. De forma afín solemos comportarnos con aquellos objetos que nos proporcionan placer o que nos son útiles, pues, frecuentemente los tenemos bajo un cuidado especial y llegamos a desarrollar cierto afecto por estos. El autor resalta que una condición necesaria para que lo anterior se dé es que, ciertamente, estos objetos, aparte de causar dolor o placer, deben ser capaces de experimentarlos, dado que, si no se satisface esto último lo dicho anteriormente no tiene sentido en ese objeto, puesto que, no se podrían desahogar en él dichas pasiones, pues carece de sensibilidad.
Los animales, también capaces de experimentar placer y dolor, son más apropiados a ser objetivos de gratitud y resentimiento que las cosas inanimadas, esto debido a que nos producen muchas más sensaciones de placer o dolor; aún así están lejos de ser objetos cabales de gratitud o resentimiento puesto que, lo que busca la gratitud esencialmente es que el benefactor sienta placer y que, además, sea consciente de que esta actitud hacia él es una compensación por sus acciones pasadas, también es una forma de mostrarle que a quien dirigió sus buenas acciones era merecedor de ellas.
Según Smith lo que más nos encanta de nuestros benefactores es el hecho de que nos valoran de una forma más o menos similar a la que lo hacemos nosotros mismos, por tanto nos halaga que nos distinga de una forma especial entre toda la humanidad y proporcionarle placeres es, en tanto, una forma de mantener esos sentimientos apacibles hacia nosotros. No ocurre lo mismo cuando el benefactor es alguien que consideramos indigno, pues sus motivaciones no se pueden asumir aunque el acto hacia nosotros haya sido bueno, la gratitud hacia este será menor y conservarla no será algo de mucho interés.
Por otra parte, el objetivo del rencor no es precisamente que la otra persona sufra, sino, más bien, que sepa y sea consciente de que su sufrimiento se debe a sus actitudes pasadas, pues lo que nos molesta, más que el acto en sí, es la poca consideración que tuvo esa persona hacía nosotros, este sujeto debe comprender que no merecíamos ser tratados de esa forma y que no puede pasar por encima de la humanidad para su comodidad o entretenimiento, la insolencia e injusticia que demuestra es lo que nos exaspera, incluso aún más que todo lo que hayamos tenido que sufrir por sus actos. El hacer saber a esa otredad que nos debe y el mal que nos causó y, a su vez, que recupere un sentido más justo de lo que se debe a los demás es el principal fin de nuestra “venganza” la cual no es completa si lo anterior no se logra.
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