AGOGE

AGOGE

Que el susurro de las inmortales piedras lleguen a tus oídos en los incontables siglos por venir, viajero ve y di a todos, que en este lugar no me retire no me rendí, junto a mis hermanos he extinto mi carne por fe, esperanza y por amor a la libertad… Recuérdenos.

Nos cuenta la historia, que en aquel agosto del 480 A.C. cuando el rey Espartano Leónidas formo a su falange de hoplitas en el estrecho paso de la costa en las termopilas, un mensajero persa fue hasta él y le pidió que entregara sus armas y se rindiera ante el dios rey Jerges, en un acto de humillación para el Espartano, este fiel a su formación asesino al mensajero y grito en lo alto (MONON LABE) “vengan a quitárnoslas”.

No es que aquellos hombres fueran creados específicamente para el arte bélico, el Espartano era un hombre que dedicaba toda su vida al estudio y a su preparación, para poder ser reconocido como un Hoplita digno, era necesario morir en batalla y solo así se conseguía la anhelada trascendencia en Esparta, este era un camino lleno de vicisitudes y trabajo, trabajo y mas trabajo.

La Agogé era el sistema educativo de Esparta y su piedra angular. Denominada por Plutarco como "escuela de obediencia", era contraria a la educación actual donde se dicta que estudiar, al contrario al pequeño Espartano se le enseñaba a pensar y valerse por sí mismo y desarrollaba las cualidades físicas y militares, aunque debemos matizar que las letras y la música no estaban completamente erradicadas de esta formación bélica. La Agogé era obligatoria para todos los Espartiatas.

Durante este proceso de aprendizaje, los jóvenes son excluidos del cuerpo cívico, de la ciudadanía. Se les inculca que merece la pena anteponer el bien común a la gloria personal. Debe fomentarse una conducta austera en todos los ámbitos de la vida: una dieta espartana (diatia) y sobriedad en todo. Y cualquier atisbo de arrogancia de mezquindad es desterrado del alma de los candidatos.

En la Agogé se encuentran varias etapas:

1. Nacimiento de un varón, que era reconocido por el padre y quien lo presentaba a los sabios. Estos comprobaban que estuviera sano y bien formado, y lo sumergían en vino. Si no superaba la prueba, era arrojado a una sima, si la pasaba, era aceptado en la comunidad y permanecía con su madre hasta los siete años.

2. A partir de los siete años, el niño dejaba la familia y era educado por el Estado. Se rompía todo vínculo con la familia natural y era distribuido, junto con el resto de niños, en agelai (talleres), bajo el cuidado de los chicos mayores, más fuertes e inteligentes. Hasta la pubertad endurecían su cuerpo y carácter yendo desnudos y descalzos, y realizando duras pruebas. Aprendían a escribir, a leer, danza, poesía, aritmética elemental, expresión oral... Al crecer los agelai eran divididos en ilai (grupos más pequeños divididos según edades).

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