Anatomía Del Mexicano
Enviado por caamel • 30 de Mayo de 2013 • 1.294 Palabras (6 Páginas) • 785 Visitas
ANATOMÍA DEL MEXICANO
AUTOR: Roger Bartra EDITORIAL: Plaza y Janés
LUGAR: México, 2002 RESEÑA: Eduardo Monteverde
La desconfianza como un valor en sí misma, es uno de los factores para despejar la ecuación del mexicano. Fórmula no lineal y próxima al caos, hay una urgencia por elaborar un modelo que sirva al menos para despejar las dudas sobre este ser hasta ahora inasible, al que las reflexiones sumergen más en el misterio. No bastan los abordajes sociológicos ni de la antropología, las aproximaciones de la ciencia, las descripciones políticas o el ingenio popular. La metáfora aunque se agote sigue vigente y el mexicano en su fenómeno y en el ser es un teorema no resuelto. Roger Bartra, antropólogo y escritor, prologa y selecciona textos en una balanza sin fiel, para calibrar al mexicano en los filos del cambio de milenio, momento que coincide con un arribo a la democracia y hasta aventura una conclusión postmexicana.
La obra reúne 25 ensayos y conferencias del último siglo, la mayor parte difícil de conseguir por haberse publicado en revistas ya fuera de circulación o en libros que no han sido reeditados. A la vez que desempolva a un mexicano olvidado, lo orea, diseca y en vez de enterrarlo, lo pone al día en esta vuelta de siglo, en un museo que trata de ser interactivo para el lector. Basta mirar a quien esté junto, para que se encienda el enchufe de los contenidos.
Empieza la antología con arquetipos, una conferencia de 1900 del positivista Ezequiel A. Chávez con el trato ambivalente del discurso amable para ir fulminando con una taxonomía. La sensibilidad es el punto de partida. El mexicano es luminoso pero... en su heterogeneidad está el indio inerte de atonía vegetativa, el mestizo vulgar que en el azoro entre lo nuevo y lo viejo embota lo creativo y se suelta en acciones banales, irreflexivas, propias de la condición del peladaje, a diferencia del mestizo superior de “una epidermis moral muy delicada” y pródigo en ideas, pero un escalón abajo del criollo al que apenas menciona.
El estoicismo, las ideas de bronce, la Conquista y el desgarro, son el sustento de esta tipología arcaica, devaluada ante la sociología moderna, pero creadora de estereotipos que hasta hoy persisten, dentro de la certeza o la fantasía colectiva. La respuesta al positivismo la da Antonio Caso cuando habla de los destiempos mexicanos, la Conquista como una oportunidad para entrar a la civilización europea, la Universal, aunque fuera un mundo más infeliz que el indígena con todo y la sangría de los sacrificios humanos. Pero la puesta al día retrasa la imitación civilizada del modelo de la sociedad que emerge del Siglo de las Luces y alcanzar la democracia resulta intento fallido, el paraíso se queda en casi.
Parecería en la tesis filosófica de Caso que este pueblo invalido para la invención, las pesas del tiempo tuvieran más dinamismo que las agujas del reloj de los países que desea imitar.
En Tiempo mexicano de Carlos Fuentes, los periodos más que retrasados están faltos de sincronía en dos espacios, son más lugares que tiempo. El de Quetzalcóatl y el de Pepsicóatl, México breve y débil pegado a su origen temeroso sin apartarse de un ombligo mítico; con el cordón de una placenta que no se estira lo suficiente para dejarlo ir a buscar. Sus héroes no son como los del Mediterráneo que en cada puerto se van impregnando de otredad. Ulises no es la serpiente emplumada y el país no es Itaca; el profeta indio se fue para nunca regresar, en su lugar está la representación de un adefesio.
Dice Carlos Monsivais en su turno que “ni la modernización se impone absolutamente, ni la modernización fracasa”. La falta de innovación de la que habla Caso es una parálisis de ensueño, Esperando a Godot dice Fuentes.
La atadura placentaria al mito impide crecer al mexicano, es la crianza en el complejo de inferioridad que describe Samuel Ramos en el auge
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