Obra de teatro: Yorsh de Tenochtitlán.
Enviado por Violeta Consuelo • 18 de Noviembre de 2015 • Trabajo • 2.274 Palabras (10 Páginas) • 391 Visitas
Yorsh de Tenochtitlán
Escenografía: La casa, de una sola habitación de adobe. Sin ventanas, y con una cortina por puerta. En el centro de la casa se encuentra instalado el hogar sagrado, cuyo fuego nunca debe apagarse. Alrededor del hogar se hallan dispuestas tres piedras sagradas, formando un triángulo y sobre ellas un disco
de cerámica para cocinar.
Personajes:
Narrador
Yorsh de Tenochtitlán
Aquetzalli
Madre
Narrador: (Al público) Esta es una historia que busca entrelazar la cultura popular del presente siglo, que forma parte de la vida de todos y que mediante las redes sociales, principalmente, se ha aunado al acontecer diario; con el pasado pisoteado en nombre del progreso y la avaricia. Pasado que, varios siglos después, está excluido a los libros, y nos es por tanto, desconocido.
Yorsh de Tenochtitlán: (Mirándose de arriba abajo) A ver, a ver. El outfit de hoy consiste en un maxtle ultra pedero, con su respectivo grabado mamador. Viene acompañado de unos cactil trucutrú, bastante audaces. En conjunto, es un look súper ganador-levanta papayas. ¡Y vámonos hacerla de peeeedo! (Se dirige a la cortina para salir)
Madre: (Jalándole las orejas) ¡Cual hacerla de pedo ni que ocho cuartos! Mijo, ¡agarra la onda ya estás grande conunachingadacaray!
Yorsh de Tenochtitlán: (Quitándole la mano de la oreja) Pleno siglo del conejo y usted con sus cosas, nantli.
Madre: ¡20 añotes! Era pa’ que estuvieras casado. ¡Pobre de la mujer que le toque semejante huevón!
Yorsh de Tenochtitlan: ¿Con este porte? No diga sandeces.
Madre: ¡El día que te cases, el agua del Texcoco se va ser dulce! De menos deberías trabajar como recolector de abono para las chinampas.
Yorsh de Tenochtitlán: (Con cara de asco) No friegue, ya hay como mil personas encargadas de esa cuitlatl.
Madre: Mil una no serían multitud. No ayudas en nada al calpulli, tan viejote. Si te hubieras hecho yaoctlayecoani como tú tajtli que en paz descanse, otra cosa sería.
Yorsh de Tenochtitlán: ¡Esos son perros falderos del Tlatoani! ¿Pa qué quiero que me maten por nada?
Narrador: Su madre, Cuaucihuatl, embargada por la tristeza, se sienta en el petate a llorar.
Yorsh de Tenochtitlán: (Abrazándola por detrás) No llore nantlizin, va a ver que sí me caso. (Mira al cielo y apunta con el dedo) Se lo juro por Tezcatlipoca. (Se le cae una bolsita de cacao y la madre lo recoge)
Madre: (Lo avienta rápidamente y sin llorar) ¿Y este cacao de dónde lo sacaste? Encima me saliste ratero. No me jures nada, pinche holgazán. Ve al tianquiztli a ver que te encuentras pa’ comer.
Yorsh de Tenochtitlán: (Sale de escena)
Narrador: El tianquiztli era un mercado mexica. En sus escritos, los colonizadores los comparaban con las ciudades de dónde ellos provenían. El tianquiztli de Tlatelolco por ejemplo, tenía la extensión de la ciudad de Sevilla, y albergaba entre 20.000 y 60.000 comerciantes y compradores diarios. Era como un mercado normal con frutas, verduras, carnes, perfumes y pieles. Con la diferencia de que también se comerciaban esclavos y animales, había jueces y supervisores que recogían impuestos y verificaban que las transacciones fueran justas.
Aquetzalli: (Entra y saluda) ¿Cómo está vecina? ¿Ese crío suyo sigue dándole problemas?
Madre: Eso mismo vecina. Ya quisiera que se casara, imagínate que piensen que mí kone es puyul. Dentro de todo ahí la llevo. ¿Y tú?
Aquetzalli: Igual, igual que siempre.
Madre: ¿Y qué debo el honor de tú visita?
Aquetzalli: (Dice con tono cizañero) Ay disculpe que me entrometa, pero le traigo una queja.
Madre: Ay no me digas, ¿Qué hizo mí kone?
Aquetzalli: Fíjese que lo vieron por la calzada del Tepeyac todo borrachote.
Madre: ¡Pero si el octli es la raíz y origen de todo daño y perdición!
Aquetzalli: Pues ya sé, lo vieron varios hombres. Yo le digo para que esté prevenida por si pasa algo.
Madre: (Grita y levanta las manos) ¡Por Macuilmiquiztli! ¡Me lo van a matar!
Aquetazlli: Usted no se preocupe, aquí le traigo este amuleto de Quetzalcóatl, para que con sus vientos se lleve los espíritus malignos que lo llevan por el mal camino.
Narrador: El octli, actualmente conocido como pulque, era una bebida de uso exclusivo para ritos ceremoniales. Entre la población, sólo tenían permitido beberlo los ancianos. Exclusivo de festividades. Yorsh de Tenochtitlán, como un capitalino mexica que es, sabe que consumirlo en la vía pública es penado con la muerte, pero poco le importa.
Yorsh de Tenochtitlán: (Entra corriendo) ¡A quién están criticando, pinches viejas!
Madre: Yo me paso a retirar, ay te lo encargo mija. Le das lo que le trajiste. (Sale de la escena)
Narrador: Aquetzalli, vecina de Yorsh de Tenochtitlán, quien además se encuentra en edad casadera, ha despertado el amor de este desde que eran unos niños. Sus actitudes nacas, hacen que ella nunca le dé el sí.
Aquetzalli: (Trata de detenerla para que no se vaya pero no lo logra) ¡Doña alcahueta esta pues! (Dice a modo de susurro)
Yorsh de Tenochtitlán: (Acercándose depravadamente) Tons qué Aquetzalli, agua preciosa. ¿Cuándo se me va a hacer?
Aquetzalli: Te equivocaste de huacal. (Dice mientras se soba las uñas en las ropas y se las sopla) Yo soy una mujer decente.
Yorsh de Tenochtitlán: (Hincándose) Y yo lo sé, lo sé perfectamente. (Le soba los tobillos y le huele los pies) Con tú huipil tan exquisita, y tu piel de xochitl ¿Quieres ser mí cihuatlati?
Aquetzalli: (Zafando bruscamente el pie) ¿Ves este rostro? Podría estar con el más noble de los generales.
Yorsh de Tenochtitlán: (Se pone de pie) Como concubina nomás… (Dice haciéndose el distraído)
Aquetzalli: (Le da un manotazo) No creo que el Maestro Calmecac te de permiso.
Yorsh de Tenochtitlán: Ya no te hagas del rogar, acuérdate que papaya que no se pica se echa a perder.
Aquetzalli: (Sorprendida) ¡Pelado!
Yorsh de Tenochtitlán: Pelado y lavadito, mí yolotzin. (Dice mientras saca un toper con plátano en trocitos)
Aquetzalli: (Con tono de que se ha dejado convencer) Así no se hace, Las ancianas deben llevar la petición, hay que ofrecer un banquete… (Es silenciada por las manos de su acompañante)
Yorsh de Tenochtitlán: ¡Ya, ya, ya, cállate! ¿Vas a querer o no?
Aquetzalli: (Con la boca tapada se limita a asentir)
Yorsh de Tenochtitlán: (saca un trozo de manta y se lo amarra a la boca para que no hable más y salen de la mano por la cortina)
Se cierra el telón.
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