17 de agosto

POSTA DE YATASTO (1814) - DIÁLOGO ENTRE SAN MARTÍN Y BELGRANO

Manuel Belgrano <–A San Martín. Se dieron cuenta de que necesitan un militar de verdad.>

José de San Martín -Esto es sobre las piezas de artillería y el informe de las tiendas de campaña.

Manuel Belgrano -Sí.

José de San Martín –¿Qué es eso?

Manuel Belgrano –Grasa de surí. Es para la hinchazón. Si no me pongo esto, es un calvario. Se me entumecen los músculos... Yo digo que es malaria, pero el médico dice que es otra cosa, no sé.

José de San Martín -Debe molestar esa cicatriz, ¿no?

Manuel Belgrano –¡Uf! Es una caída de Tucumán, es un lindo recuerdo que me traje. ¿Usted está mal del estómago?

José de San Martín –Sí.

Manuel Belgrano –Tengo manzanilla si quiere. Acá no tenemos para comer, pero...

José de San Martín –Ah, estupendo.

Manuel Belgrano -Té, tenemos todos los que quiera. Nos estamos acostumbrando al té, como los indios. Usted me muestra un agujero y nosotros le metemos un té, y ahí lo curamos. ¿Sabe qué pensé para los dos regimientos que trajo usted? Los vamos a ubicar en el lado sur, es el único lugar...

José de San Martín -Perdón, ¿pero me dijo que no tienen para comer?

Manuel Belgrano -No, no tenemos. No nos mandan nada. No nos mandan ni comida, ni catres, ni mantas... Ni los sueldos nos mandan. Nada. 

José de San Martín –¿Y quién paga por todo esto?

Manuel Belgrano –Yo pago. Pero ya no me queda nada. Ahora que vino usted, seguramente van a mandar algo. Eloísa.

José de San Martín –¿Señor?

Manuel Belgrano -Agua caliente para el té del general.

José de San Martín –¿Ah, sí? ¿Y por qué?

Manuel Belgrano –¿Cómo “por qué”? Usted viene de un triunfo en San Lorenzo y yo vengo de una derrota.

José de San Martín –No es así.

Manuel Belgrano –Claro que sí, yo fracasé.

José de San Martín -Perdóneme, pero eso es ridículo. En Vilcapugio y Ayohuma, yo no hubiese hecho nada diferente; y nadie va a poder conquistar el Alto Perú por el Norte: ni usted, ni yo, ni Napoleón, ni Julio César. Y Buenos Aires no manda nada, y no va a mandar, porque gente como usted y yo molestamos.

Manuel Belgrano –Yo no los voy a molestar más ya.

José de San Martín –¡No! Moleste, hombre, moleste. Hay que cagarlos bien a palos. ¿Cuántos somos nosotros? ¿Cinco, seis?

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