1898 – Añoranza, anarquía y numen.
Enviado por Rolinluen • 1 de Mayo de 2016 • Reseña • 758 Palabras (4 Páginas) • 344 Visitas
1898 – Añoranza, anarquía y numen
El 1898 es el estigma más notable del corpus colectivo puertorriqueño. La invasión estadounidense a Puerto Rico ha sido la peana de controversias históricas, que nutren nuestra historiografía. En esta ocasión el 1898 nos sirve de punto de convergencia entre un estratega militar, un historiador y un literato. Su producto literario es mucho más complejo que la obvia diferencia de sus oficios.
En el libro Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico el militar Ángel Rivero de ascendencia canaria, nos plasma su concepción de la guerra desde el punto de vista estratégico-militar. Mientras fungía como encargado de la batería del castillo de San Cristóbal, puesto que le fue conferido en las postrimerías del mes de marzo de 1898, Rivero tuvo acceso a información militar privilegia. Esta información, complementada con otros documentos de corte castrense y político, fue la base de su propuesta. Rivero nos presenta su análisis de la guerra tratando de ser objetivo, pero no logra solapar su resentimiento por la derrota. Este resentimiento es evidente en el capítulo 2, cuando sobre enfatiza en el origen de la guerra. La teoría de la utilización de la explosión del acorazado Maine por parte de los directivos estadounidenses como justificación y lema para el comienzo de la contienda contra España, es inteligentemente desintegrada por Rivero en este capítulo. Después de 23 años de la explosión y luego del furor creado por lo acontecido, Rivero hace una invitación a reevaluar los méritos del suceso histórico a través de un desfile de evidencia peritar que concluye lo que tomamos como un hecho comprobado, de que la explosión fue por causas internas y no externas. Otro detalle que añade peso al argumento de Rivero (que establece un complot estadounidense bien diseñado) es que los sobrevivientes a la explosión fueron auxiliados y atendidos por las autoridades españolas desplegadas en La Habana, hecho contradictorio si tomamos como válidos los argumentos de los estadounidenses. Esta visión de la guerra proviene de un testigo que escribe lejos del apasionamiento que puede traer el momento; el resultado es una crónica analítica bien concertada. Lo que no logra Rivero es deslindar sus añoranzas.
Fernando Picó abona a la discusión del 1898 dándole matices socio-políticos. Nos muestra el lado humano de la guerra, específicamente las consecuencias de los cambios en los órdenes establecidos. En el libro 1898 - La guerra después de la guerra, Picó muestra las respuestas populares al vacío de autoridad. Plantea que el surgimiento de las partidas sediciosas en las zonas rurales de Puerto Rico responde a diversos motivos, desde los consabidos brotes anti españoles en los cuales había girado la mayoría de los trabajos historiográficos sobre el tema hasta las partidas de incondicionales españoles que en vano intentaron mantener su hegemonía.
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