Ayotzinapa. ¿Una próxima crisis de legitimidad del presidente Enrique Peña Nieto?

Ayotzinapa. ¿Una próxima crisis de legitimidad del presidente Enrique Peña Nieto?

       El 26 de septiembre pasado, estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron atacados por policías municipales de Iguala y Cocula; 43 fueron detenidos y posteriormente entregados a integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos, una escisión del cártel del Beltrán Leyva. A partir de ese momento, según la versión oficial, nada se sabe de los normalistas (animal político, 2014).

        Este hecho, que podría parecer aislado o uno más dentro de los acostumbrados crímenes violentos en México, se ha convertido en un acontecimiento de gran trascendencia y de alta relevancia, tanto en México como en el resto del mundo.

        Ya sea porque las víctimas eran estudiantes, o por la tan evidente participación de las instituciones públicas en el hecho, el caso Ayotzinpa se ha tornado, como ningún otro en este sexenio, en un gran dolor de cabeza para los miembros del gabinete del presidente Peña Nieto.

        La credibilidad del gobierno local de Guerrero, de la Procuraduría General de la República [PGR], de la presidencia de la República y del sistema político mexicano mismo está en juego. El caso Ayotzinapa representa el reto más grande que haya tenido el gobierno encabezado por el presidente Peña -y del PRI, ahora de nuevo en la residencia-  y este puede desencadenar, si no se lleva de una forma adecuada, una gran crisis de legitimidad.

La violencia en México, consecuencia de la lucha contra el narcotráfico.

         Para poder entender el contexto en el que ocurre la tragedia de Ayotzinapa, y su posible evoluciona una crisis de legitimidad, se tiene que conocer los antecedentes a este hecho y como la violencia en México ha ido evolucionando y las causas de esta.

       La violencia en gran parte de México no es nueva. En el año 2006 el entonces presidente, Felipe Calderón, declaró la guerra contra los narcotraficantes. El expresidente no imagino las dimensiones que esta lucha traería consigo, y en consecuencia, se desató una ola de violencia en todo el país, que ha ido avanzado en distintos lugares de México.

        Ningún [presidente] había apostado por hacerlo mediante un ataque frontal, en todo el territorio, durante todo el tiempo, a las organizaciones traficantes como hizo el presidente Felipe Calderón desde el inicio de su administración (Morales, 2011).

        En 2010 durante una entrevista el expresidente "comparó su posición a la de un médico que, en medio de una operación de apendicitis, descubre que el paciente tiene cáncer. En ese momento, dice Calderón, un doctor responsable emprende un tratamiento más agresivo" (Luhnow, 2010).

       Hay que recalcar, que los defensores de la guerra contra el narcotráfico han sostenido que, si bien la violencia se generó por el combate frontal contra los delincuentes, estos habían ganado poder durante años por sus vínculos con el gobierno, entiéndase el PRI, el cual en reiteradas ocasiones pacto con los criminales.

       Calderón hace referencia indirectamente a esto diciendo  "Pero nunca falta algún paciente que diga 'oye, este doctor es malísimo. Yo antes de ir a verlo estaba muy bien, sólo me dolía el estómago y ahora me siento mucho peor y me he quedado calvo por las radiaciones... el problema no es el médico, el problema es el paciente, que tardó un buen tiempo para ir al médico" (Luhnow, 2010).

       Sea cual sea los motivos de la lucha, o si esta fue acertada o no, cuando el presidente Peña Nieto tomó posesión, los mexicanos se hacían una gran pregunta: ¿El presidente pactará con las delincuentes como lo hacía el PRI-gobierno antes del 2000 [según la percepción de muchas personas en México]  o seguirá la lucha comenzada por los gobiernos de la alternancia?

       Desde el comienzo, el presidente se comprometió a seguir con la lucha, pero " con un enfoque de inteligencia". Si bien es cierto, en el actual sexenio se ha dado prioridad a la inteligencia, en lugar del ataque frontal, las consecuencias de seguir combatiendo al narcotráfico siguen presentes.

Otros factores

     En México impera un orden de impunidad, de abuso del poder, injusticia y de desprestigio de los órganos encargados de proporciona, o en su caso, regular estas. Apresar de los grandes esfuerzos de los últimos años, en México no ha podido imperar nunca un completo estado de derecho.

       En las páginas de la... historia nacional [de México], pasada y reciente, se describe una larga lista de graves episodios de impunidad derivados de un sistema de justicia anquilosado, de corrupción y complicidad institucional, y de falta de voluntad política para garantizar, por un lado, sanciones justas para las personas responsables de la comisión de delitos y, por el otro, la reparación integral del daño a las víctimas (CNDH 2011).

Ningún otro caso como el de Ayotzinapa.

       No existe un caso, en la historia reciente de México, que haya tenido la relevancia del caso Ayotzinapa. Aun en los peores años de la lucha contra el narco de Felipe Calderón, no ha existido caso que haya indignado tanto a las familias mexicanas, y haya  desencadenado tantos movimientos sociales.  

       Uno de los casos de alta relevancia en el pasado reciente ha sido la tragedia del casino royale, en Monterrey Nuevo León, en 2011. Este hecho, que quizás es el único medianamente comparable con el de Ayotzinapa, marcó un terrible episodio en

        En ese lamentable hecho,  "Un comando, presuntamente del grupo delictivo de Los Zetas, roció gasolina en el interior del Casino Royale de Monterrey y provocó un incendio que dejó 61 personas muertas" (Vega, 2011).

        El hecho causó indignación nacional e internacional, pero no comparada a la que causa Ayotzinapa. Muchas personas vieron a las víctimas como ludópatas que estaban en el lugar equivocado, en el momento menos oportuno. Y si bien este caso causó gran revuelo, no fue de tal trascendencia como el de Ayotzinapa.

           El rápido a prendimiento de los responsables, y la declaración  de tres días de luto nacional, contuvieron la indignación social y este caso no se tornó más que en lamentable hecho que reflejaba el nivel de violencia en que el país estaba sumido.

Ante la notable crisis de legitimidad por cada órgano gubernamental en Guerrero, en lugar de implementar estrategias para recuperar la confianza en el estado, salen a luz la relación que tiene el sistema de seguridad de guerrero con organizaciones criminales

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