Cementerio inglés Coquimbo

Óscar Rosales Cid
Coquimbo
Se trata del camposanto privado más antiguo de la región y con características que pocos tienen, ya que en él se encuentran sepultados desde cónsules de Inglaterra a eruditos e intelectuales de hace más de un siglo, que vinieron por trabajo y terminaron viviendo hasta su muerte en Coquimbo.
El Cementerio Inglés, ubicado en el sector de Guayacán tiene tópicos históricos y culturales, y ahora turísticos, puesto que algunos de los cruceros que llegan a la zona en los paquetes que ofrecen se consideran visitas a este recinto.
Fue creado hace casi dos siglos, en 1830, cuando un grupo de distinguidas personas llegadas de Inglaterra a desarrollar labores en la fundición Urmeneta y en la minería, decidieron comprar el terreno a la destacada dama Buenaventura Argandoña, con el fin de instalar un camposanto, puesto que “muchos ya habían decidido quedarse en Coquimbo y habían traído a sus familias”, relata Marilyn Sarzosa, encargada del lugar.
Varios de estos personajes, que se dedicaban a la literatura o a conservar la historia que estaban viviendo, editaron libros de registros e incluso poesía.
Sin embargo, fue el reducto donde sepultan a sus cercanos el que se transforma en una estación obligada en Guayacán y comienza a acumular historias.
Por ejemplo, en el lugar es sepultado el cónsul inglés  Henry Navarra. Durante el desarrollo de la Primera Guerra  Mundial, llegó a las aguas locales un barco alemán que formaba a marinos (buque escuela) y debió detenerse a cargar pertrechos. Pero por causas que nunca estuvieron claras sufrió una explosión a bordo. El saldo: Cuatro cadetes muertos y varios heridos de consideración. Los jóvenes marinos fueron sepultados  acá ante la imposibilidad de trasladarlos a Alemania. Se trata de Ehrhard Poggenburg; Henrich Reinecke y Werner Behnisch, el cuarto  es desconocido, puesto que en un robo ocurrido hace muchos años se llevaron la lápida.
El camposanto también está ligado a la iglesia de Guayacán, puesto que quien encarga y trae ese edificio es Robert Parker, quien fue sepultado en el reducto. Este erudito, intelectual y muy ligado a la cultura, es además quien diseña la primera Plaza de Armas de Coquimbo.
Otro activo intelectual de la época cuyos restos yacen en el sitio es el ciudadano sueco Herman Albert, fundador de la Logia Masónica Abtao, que aún existe.
Cuenta con algunas lápidas de gran valor arquitectónico, ya que fueron elaboradas en Gran Bretaña con relaves de las minas de carbón de la ciudad de Swansea y de Cornwall, representando a cientos de europeos que llegaron de esas ciudades.

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