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Ensayo análisis de los juicios de Nüremberg desde malestar en la cultura y psicología de las masas


Enviado por   •  28 de Marzo de 2019  •  Ensayo  •  3.328 Palabras (14 Páginas)  •  237 Visitas

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Ensayo análisis de los juicios de Nüremberg desde malestar en la cultura
y psicología de las masas.

Visoso Ramírez Ángelo

Escuela de Estudios Superiores del Jicarero

Licenciatura en Psicología

Teorías Psicosociales del conflicto

Salvador Enríquez Hernández

Cuarto semestre

Marzo, 2018


   

La segunda guerra mundial es uno de los procesos históricos más recordados en la historia del mundo entero que a pesar de que duró seis años, un tiempo relativamente corto tomando en cuenta los grandes cambios que significo para el mundo. Uno de los antecedentes históricos de la segunda fue la primera guerra mundial, en la cual, Alemania quedó en muy malas condiciones después de la primera guerra mundial. Esto en gran parte debido a las severas condiciones del Tratado de Versalles. Esta crisis en conjunto con la inestabilidad política y social facilitó el acenso de Adolf Hitler al grado de Führer.

Hitler era un orador potente y cautivador que atraía a un gran séquito de alemanes desesperados por un cambio. Les prometió a los desencantados una mejor vida y una nueva y gloriosa Alemania. Los nazis apelaban especialmente a los desempleados, los jóvenes y a las personas de la clase media baja (propietarios de pequeñas tiendas, empleados de oficina, artesanos y granjeros).  

Luego de que Hitler fuera nombrado canciller de Alemania el 30 de enero de 1933, sobreviene con ello un proceso catastrófico en el cual fueron asesinadas millones de personas en Alemania principalmente y de otros países que fueron invadidos como Francia, Austria Polonia y otras partes de Europa (Bosemberg, 2006), entre ellas soldados de diferentes naciones que murieron tras enfrentamientos y  judíos que eran uno de los principales objetivos que sustentaban a la ideología nazi, -acabar con los judíos para que solo prevaleciera la raza aria.

Dice Bosemberg que “Hitler concentró las fuerzas más siniestras de la historia alemana en la “destructividad vengativa” y en el dominio” (Pp. 300). Lo cual tuvo como consecuencia una serie de atrocidades las cuales aún siguen causando indignación y ciertamente no podían quedarse impunes en la historia. Es por eso que luego de finalizar la guerra ante la imposibilidad de que los tribunales alemanes pudieran juzgar a las autoridades del régimen nazi, las naciones vencedoras emprendieron una iniciativa que se denomina los juicios de Nüremberg, en los que se decretaron y sancionaron las responsabilidades de los dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalista de Adolf Hitler en las diferentes trasgresiones y abusos cometidos en nombre del tercer Reich alemán a partir del 1 de septiembre de 1939 (Hartel, 2011). En este ensayo quiero abordar el tema de los juicios de Nüremberg, visto desde la óptica de Sigmund Freud en Malestar en la Cultura y Gustav Le Bon en Psicología de las masas.

El 20 de noviembre de 1945 inicio el juicio de 24 de los principales dirigentes supervivientes del gobierno nazi capturados (bajo el sustento de la carta de Londres), este juicio tuvo lugar en la ciudad de Nüremberg, Alemania.  Los crímenes que se les imputaba principalmente fueron: “conspiración en contra de la paz mundial, planeación, provocación y realización de una guerra, crímenes y atentados en contra del derecho de guerra, crímenes humanos” (Hartel, 2011, Pp. 60).

Decía Le Bon (1921) que “Los pueblos jamás han carecido de líderes, pero no todos poseen las fuertes convicciones que les convierten en apóstol” esto es posiblemente lo que caracterizaba a todos los líderes nazis y en especial a los capturados tras finalizar la segunda guerra mundial. Sus convicciones ideológicas quizá les dieron la seguridad para saber dar la cara sin mayor remordimiento el día en que tuvieron que rendir cuentas en la ciudad de Nüremberg, ante el Tribunal Militar Internacional (IMT), conformado por el fiscal jefe de la corte Robert H. Jackson (Estados Unidos), con la ayuda de  Francois de Menthon (Francia), Roman A. Rudenko (Unión Soviética) y Sir Hartley Shawcross (Gran Bretaña).

Sigmund Freud (1930), quien es el fundador del psicoanálisis,  antes de que diera inicio la segunda guerra mundial, escribió un libro con contenido metapsicológico al que llamó malestar en la cultura, en el que expone una serie de opiniones que tienen que ver con el fastidio del hombre ante la cultura opresora en la que está inmerso. Partiendo de este autor que dice que el superyó el cual es producto de sentimiento de culpa, es la instancia psíquica que en primer lugar busca evadir o reprimir las pulsiones más primitivas incorrectas socialmente, en un segundo término, también lo que genera es un arrepentimiento luego de haberse equivocado en contra de los principios de su cultura.

A la luz de estas consideraciones de Freud, yo no podría asegurar con exactitud que los dirigentes criminales nazis no desarrollaron aceptablemente un superyó, porque ciertamente en la infancia de cada uno de ellos se vieron sometidos a una cultura, en la cual, por ende tuvieron que obedecer reglas, reprimirse más de una vez y más aún, si lograron desobedecer alguna de las reglas sociales quizá inmediatamente alguien les hizo experimentar culpa. Sin embargo, retomando la idea de Le Bon (1895), algún líder dotado de  características más de acción que de pensamiento, posiblemente neurótico, excitado y semi-alienado que se hallaba al borde de la locura, utilizó la persuasión antes de hacerlo con el pueblo Alemán, primero con un número de personas con experiencia política a quienes invitó a encabezar junto con él, este proyecto el cual considero que fue  bárbaro y racista.  

Dicho líder es conocido históricamente como Adolf Hitler el Führer, a quien podemos denominar como sádico, infundió en muchos hombres políticos y militares sus ideales. Fue uno de los que no fue llevado a la corte de Nüremberg, por haberse suicidado tras declararse derrotado luego del ataque nuclear en las ciudades  de Hiroshima y Nagasaki, al igual que Heinrich Luitpold Himmler (oficial nazi de alto rango) y Joseph Goebbels (ministro de ilustración publica y propaganda del tercer Reich).

A este acto de los tres hombres bien lo podríamos atribuir a un sentimiento de culpa o angustia social, que en ese momento estaban experimentando, porque al sentirse acorralados y sin posibilidad de restablecerse optaron por evadir el juicio que les esperaba. El mismo sentimiento no lo percibieron así, cuando arrestaban a los judíos y los llevaban a los campos de concentración. Entonces, desde Gustav Le Bon me atrevo a caracterizarlos como hombres que se abandonaron así mismos, por una ideológica u objetivo que los movía a actuar en tanto sentían el poder de someter a la masa, porque luego de que esto ya no fue así, sintiendo la individualidad de sus personas comprendieron que el pecado que cometieron no les sería castigado en masa como ellos lo hicieron, sino en el dolor de sus propias carnes.

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