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LA ODONTOLOGÍA EN LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS: EGIPTO


Enviado por   •  5 de Abril de 2016  •  Resumen  •  1.396 Palabras (6 Páginas)  •  629 Visitas

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LA ODONTOLOGÍA EN LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS: EGIPTO

En Egipto había médicos especialistas, entre ellos algunos que se dedicaban al cuidado de sus dientes. Efectivamente, hacia el año 2800 a.d.C. vivió el dentista de nombre conocido más antiguo del mundo, se llamaba Hesi-Ra que fue El primer odontólogo conocido fue un egipcio llamado Hesi-Re, encargado de resolver y mitigar las dolencias dentales de los faraones. Fue también un médico e indicó la importancia de la asociación entre la Medicina y la Odontología. Los egipcios creyeron también en la Teoría del Gusano (que se mantendría durante miles de años, en los árabes y en Europa) y en la Teoría Focal. Fuente muy importante de los conocimientos odontológicos fueron los papiros, destacando el de Ebers y el de Edwin Smith. En el primero se describen multitud de enfermedades de la boca y de los dientes con sus remedios. En el segundo hay más de 47 casos descritos de traumatismos de la cara. Destaca la descripción de la dislocación de la mandíbula y la reducción de la misma. Trata también de las fracturas de los maxilares. En el papiro de Sunt se describe el labio leporino. En el de Berlín, el trismos. Sin embargo, los egipcios apenas dejaron muestras de prótesis dentales. Sólo se encuentran dos especímenes, uno el llamado de Junker, hallado en 1914, que consiste en dos molares unidos por alambre; y otro hallado en 1952, en Sharik-Farid, que son tres dientes también unidos por alambre de oro. En la lucha contra el dolor empleaban los vapores de una piedra calcá- rea llamada de Menfis y cuatro plantas muy clásicas en oriente, el opio, el hachís, el beleño y la mandrágora. En el templo de Kom Ombo hay un muro donde se representan instrumentos médicos y alguna pinza que podría ser usada en las extracciones dentales. Apenas hay referencias a la higiene buco-dental.

Hesi-ra:                                                              papiro de Edwin Smith              

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Es, ha sido y será una fuente de inspiración para el espíritu humano. El historiador Herodoto describió en el siglo V a.C. la práctica de la Medicina y las especializaciones, al punto tal que cada médico curaba una enfermedad: existían médicos de ojos, de dientes, etc. Las enfermedades dentales eran frecuentes y graves, el hallazgo de restos humanos antiguos en forma de momias muestran enfermedades dentarias de diferentes grados. Está plenamente demostrado que los egipcios padecieron enfermedades dentales graves, aún en ausencia de caries, esto era debido al desgaste severo por la ingestión de alimentos sumamente duros y fibrosos. La aparición de procesos cariosos con infecciones concomitantes en los tejidos periodontales en momias más recientes, se ha interpretado como el paso de un refinamiento alimentario a base de una dieta blanca y más rica en glúcidos pero también es posible que los cambios climáticos, geológicos y culturales eliminaran los minerales en la alimentación, que influían en la formación de las caries. Algunos muestran infecciones dentarias y periodontopatías gravísimas, aunque también se han encontrado momias que presentan sujeciones en los órganos dentarios a manera de férula para prevenir su rápida pérdida. El primer dentista del que conocemos su nombre fue Hesi-Re, que vivió durante el reino de Zoser y fue el más grande de los médicos que trataron los dientes. Encontramos más evidencias de que el tratamiento odontológico estaba separado del tratamiento médico general, en un papiro que el faraón Sahura regaló a su médico favorito; su inscripción jeroglífica fue interpretada como que el escrito decía “hombre del diente”. Los egipcios sufrían de gran variedad de enfermedades dentales y ni siquiera los faraones eran inmunes a sus estragos. Parece que la extracción era la forma principal de aliviar las afecciones dentales. También es probable que estos primeros dentistas taladrasen agujeros a través de la cortical de la mandíbula para aliviar la presión producida por exudados purulentos asociados a abscesos dentales. Se han encontrado algunos cráneos con trepanaciones de este tipo, uno de los primeros, perteneciente al periodo del reino antiguo, se encuentra en la colección del Peabody Museum de la Universidad de Harvard. Se encontró un cráneo humano que presenta el primer molar inferior severamente cariado. Al nivel aproximado de las raíces de este molar, se observan dos agujeros perfectamente cilíndricos, de exactamente cinco milímetros de profundidad y dos milímetros de diámetro cada uno, que conducen a los ápices de la raíz. No parecen fístulas que podrían haberse formado naturalmente, pues son idénticos. Este cráneo está depositado actualmente en el Museo del Hombre, en París. Aparentemente los egipcios eran muy hábiles en el manejo del trépano, como puede verse también en muchas de sus pinturas fúnebres. La dieta rudimentaria era una de las principales causas de las afecciones dentales de los egipcios, tanto entre los ricos como entre los pobres; como la dieta de los primeros egipcios era fundamentalmente vegetariana y dado que el suelo era muy arenoso, se consumía mucha arena también con los platos principales. Todo esto producía un severo desgaste de las superficies oclusales de los dientes, con lo cual la pulpa dentaria quedaba sin protección y, por lo tanto, era inevitable la aparición de abscesos y quistes. Aquí aparece una relación estrecha entre dieta y enfermedades dentales. Muchos cráneos antiguos presentan evidencia de traumatismos dentales, en parte debido a la precaria naturaleza de la vida en esos tiempos y a las continuas guerras. La pérdida traumática de los dientes era frecuente; la oclusión defectuosa también lo era, ya que los cráneos faraónicos presentan a menudo clara evidencia de protrusión severa de los dientes superiores. Existe un importante desacuerdo sobre la naturaleza de la Odontología en el antiguo Egipto. Sin duda se practicaba la medicina bucal pero es probable que los dientes no fueran objeto de operaciones, ya que las momias faraónicas no presentan muestras de tales cuidados, a pesar de exhibir con frecuencia la destrucción dentaria natural. Los egipcios escribían en papiros y el más voluminoso y mejor preservado, el de Ebers, se conserva en la biblioteca de la Universidad de Leipzig; fechado alrededor del año 1550 a.C. es una compilación de textos médicos, algunos de los cuales se remontan al año 3500 a.C.; contiene abundantes referencias a enfermedades dentales, incluyendo gingivitis, atrición, pulpitis y dolor dentario. Entre los tratamientos citados hay referencias a la inflamación de las encías y se aconseja amasar una pasta y aplicar sobre el diente una parte de comino, una parte de incienso y una parte de cebolla. A pesar de que el papiro de Ebers no menciona ninguna intervención quirúrgica de enfermedades dentales, el papiro de Edwin Smith, del siglo XVI a.C. cita numerosas operaciones de fracturas y dislocaciones de los maxilares, fracturas conminutas, perforación del cigoma y laceración del labio. Dado que los fórceps se encuentran grabados de forma tan prominente en varias paredes, podemos presumir que también se efectuaban extracciones. La higiene parece no haber preocupado mucho a a este antiguo pueblo; a pesar de haberse encontrado en excavaciones y tumbas, miles de artículos cosméticos y de aseo, no se ha encontrado ningún cepillo u objeto de limpieza similar. Muchos cráneos muestran abundantes depósitos de sarro con el consiguiente colapso periodontal y pérdida ósea. En ellos no parece haberse hecho ningún intento por eliminar estas acumulaciones tan nocivas para los dientes. Dos hallazgos curiosos han originado gran cantidad de argumentos y especulaciones entre los historiadores de la Odontología. Uno de ellos es un par de molares unidos con alambre de oro, del año 2500 a.C. Ciertos estudiosos sacaron como conclusión que la férula fue hecha durante la vida del paciente para fortalecer un molar debilitado en el periodonto, uniéndola a otra más fuerte. Cuando Herman Junker encontró en 1914 esos molares en una cámara mortuoria, el alambre presentaba en apariencia cálculos adheridos, lo cual apoyaría su teoría. Sin embargo, el molar sin soporte pudo haber sido unido post mortem a su vecino, para prevenir su pérdida durante el embalsamamiento y entierro del cuerpo.                                                                                                                                        

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