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POLÍTICA Y ECONOMÍA EN LAS REFORMAS BORBÓNICAS COMO CAUSANTES DE LAS REVOLUCIONES INDEPENDENTISTAS EN EL RIO DE LA PLATA.


Enviado por   •  16 de Octubre de 2016  •  Apuntes  •  4.938 Palabras (20 Páginas)  •  298 Visitas

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2016

PROF: SERGIO COSTA

RAÚL MOLINA.

HISTORIA AMERICANA I – PROFESORADO DE HISTORIA.

 POLÍTICA Y ECONOMÍA EN LAS REFORMAS BORBÓNICAS COMO CAUSANTES DE LAS REVOLUCIONES INDEPENDENTISTAS EN EL RIO DE LA PLATA.


POLÍTICA Y ECONOMÍA EN LAS REFORMAS BORBÓNICAS COMO CAUSANTES DE LAS REVOLUCIONES INDEPENDENTISTAS EN EL RIO DE LA PLATA.

INTRODUCCIÓN:

En el trabajo que nos ocupa a continuación, se pretende analizar las causas que dieron a las revoluciones de Hispanoamérica, más concretamente a las acaecidas en el virreinato del Rio de la Plata, teniendo como elemento transversal, las reformas borbónicas en lo referente al comercio, la economía y la administración del imperio colonial español desde Felipe V hasta las guerras napoleónicas.

Las causas que llevaron a la independencia de las colonias españolas fueron múltiples y divergentes, aun así, indudablemente estuvieron en perpetua conexión. Las reformas borbónicas se dieron en consecuencia a la crisis política, institucional y económica sufrida en el siglo XVII que tuvieron como colofón la ausencia de sucesión dinástica de los Habsburgo y que conllevaron la guerra de sucesión que acabó por otorgar a la casa de los borbones el trono de la corona española. No obstante, estas reformas, dadas en un contexto político en Europa que veía como la superpotencia militar del siglo XVI, había quedado relegada a una mera sombra de su pasado y, teniendo como fin la inclusión de esta desgastada nación a un escenario internacional en el que hacía tiempo que había perdido el protagonismo, provocaron inconscientemente la deslegitimación de un poder colonial que no podía hacer frente a las demandas de los territorios a su alcance y que concatenaron las vicisitudes que acabarían por provocar la chispa que encendería las revoluciones del siglo XIX.

Es por ello que el análisis aquí expuesto, se centrará sobre todo en las relaciones comerciales que España detentó para con sus colonias y que devino, a su vez, de las circunscriptas propuestas políticas que no atendían a las necesidades que de la metrópoli se esperaban. Además de las aspiraciones independentistas que las colonias empezaban a manifestar, al tenerse con la capacidad suficiente, de poder ser dueñas de su propio sino, sin rendir cuenta alguna a ningún gobierno que pretendiese la tutela de un protagonismo internacional para el que se veían sobradamente capacitas.    

LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS DEL IMPERIO COLONIAL Y PENINSULAR.

Después de la guerra ocasionada en Europa a raíz de la muerte de Carlos II “el hechizado” sin haber dejado descendencia, y con la nueva dinastía borbónica con Felipe V como nuevo monarca, nieto de Luis XIV, España tomó una organización política eminentemente absolutista que había ido perdiendo la dinastía Habsburgo durante el siglo XVII. La amenaza de una guerra civil y una invasión extranjera, permitió a los consejeros franceses sentar las bases de un estado absolutista con notable rapidez. Las distintas insurrecciones de las provincias españolas, provocó que los privilegios de regiones como Cataluña y Valencia perdieran sus privilegios, a excepción de Navarra y las Vascongadas. Esto conllevó que toda España estuviera en igual medida sujeta a las mismas leyes y tributaciones y, lo que era igualmente importante, que la aristocracia, al igual que ocurría en la corte de Luis XIV, fuera excluida de los cargos de altos consejos del Estado[1].

Benjamín Keene, embajador inglés, retrato la situación española como un país desorganizado en sus finanzas, con un ejército en unas condiciones lamentables y una armada aun peor si cabe. La subida al trono de Fernando VI marcó el abandono de la ambición dinástica en favor de una política de paz exterior y atrincheramiento interior. Solo con la llegada de Carlos III dispuso España de un monarca comprometido con las reformas que se llevarían a cabo. Con este monarca España vivió una cierta prosperidad tanto en la península como en las colonias, y por un breve espacio de tiempo España volvió a ser considerada una potencia europea.

Fue sobre todo la élite ministerial la que llevó a cabo una reforma administrativa importante. Esta élite administrativa, estaba compuesta en su mayoría por comunes, y en raras excepciones, como el Conde de Aranda, los aristócratas disponían de cierta posibilidad de ocupar estos cargos ministeriales. Los borbones concedían, por lo general, títulos de importancia a todos los que fuesen funcionales a su administración gubernamental, lo que acarreó que se crease una nobleza funcionarial. Estos títulos que daban en calidad de recompensa y con el fin de afianzar la lealtad de aquellos que ocupaban estos cargos.

Aunque se tiende a pensar que la ilustración española tenía similitudes con la europea, lo cierto es que la clara decadencia del imperio, la distancia que otras naciones europeas tomaban con respecto a España y el recuerdo de la antigua gloria del imperio, hizo que esta ilustración no buscase soluciones más allá de la corona, teniendo a ésta siempre como eje central de toda estructura administrativa sin poner en entre dicho los fundamentos que la sostenían. Por ello, el estado absolutista fue el instrumento fundamental de la reforma.  En consecuencia, resultaban profundamente sospechosos los privilegios provinciales o los intereses corporativos. Tanto es así que la figura del monarca se asentó bajo el halo del origen divino de forma patente en todo el despotismo ilustrado español.

Si la aristocracia fue desdeñada de los puestos relevantes en el gobierno, la Iglesia fue también duramente atacada, hasta el punto de ceder a la corana los derechos de nombramiento de todos los beneficios sacerdotales de España. En 1767 se expulsó del territorio español a la orden jesuita, principal bastión de la contra reforma y defensora a ultranza del papado. En general se consideraba a las órdenes religiosas más como una carga para la sociedad que como fortalezas espirituales.  

Para la élite ministerial, la principal preocupación residía en la cuestión económica. El cómo se podría lograr que España volviese a recobrar su prosperidad económica supuso la aprobación de leyes proteccionistas, al igual que hiciera Inglaterra y Francia para protegerse de la exportación holandesa, que procuraran una mejora en las actividades comerciales de España. La construcción de canales y caminos para mejorar el comercio y la producción nacional fueron prioridades para la administración gubernamental, intentando así librarse de la dependencia de las manufacturas del norte de Europa.

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