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Anónimo


Enviado por   •  21 de Enero de 2014  •  Tesis  •  1.453 Palabras (6 Páginas)  •  172 Visitas

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Anónimo

EL LIBRO SIN NOMBRE

(novela probablemente)

Argumento

Querido lector,

Durante siglos una librería perdida en el mundo ha

escondido un secreto. En sus estantes hay un misterioso

libro sin nombre ni autor. Quien lo lee… acaba muerto.

¡Sólo las almas puras pueden ver las páginas de este

libro! Ahora es tu turno. Cada página que pases, cada

capítulo que leas, te acercará al final. Vendrá la

oscuridad, y con ella grandes males. Pero tranquilo, no

estás solo. La amnésica y sexy Jessica, el boxeador Rodeo

Rex, el criminal Santino, dos monjes karatekas, un asesino

vestido de Elvis Presley, dos policías despistados y

muchos delincuentes te acompañarán por las violentas

calles de Santa Mondega. Pronto, un eclipse solar sumirá

a la ciudad en la oscuridad más absoluta… Dicen que Kid

Bourbon ha vuelto y que busca una misteriosa piedra.

¡Prepárate para el baño de sangre! Te dirán que este libro

es una mezcla irreverente de la estética de Quentin

Tarantino y El Código da Vinci. Pero recuerda: todas las

personas que han leído El libro sin nombre están muertas.

La única forma de saber por qué es leerlo tú mismo…

¡Suerte!

ANÓNIMO

EL LIBRO SIN NOMBRE

Uno

Sánchez se propuso ignorar a su nuevo cliente, pretendiendo no haberlo visto.

Por supuesto, una vez que el hombre habló, tuvo que ceder en su empeño.

—Camarero, ponme un bourbon.

El hombre no levantó la vista. Había pedido la bebida sin siquiera dirigirse a

Sánchez, y como no se había quitado la capucha, no era posible decir si era tan

desagradable como parecía. Tenía una voz muy ronca. (En esos lugares, la maldad se

juzgaba por el nivel de ronquera.) Con eso en mente, Sánchez tomó un vaso de

whisky razonablemente limpio y se acercó al hombre. Depositó el vaso en la pegajosa

superficie de la barra, justo frente al desconocido, y se permitió echar un vistazo a la

cara encapuchada. Pero la sombra de la capucha era demasiado profunda para

distinguir nada, y no iba a correr el riesgo de que lo sorprendiera mirando.

—Con hielo… —murmuró el hombre. En realidad, era más bien un susurro

áspero.

Con una mano, Sánchez buscó algo bajo la barra y sacó una botella medio llena

etiquetada como bourbon; luego tomó dos cubitos con la otra. Dejando caer el hielo

en el vaso, empezó a servir la bebida. Llenó la mitad y puso la botella en la barra.

—Son tres dólares.

—¿Tres dólares?

—Sí.

—Llena el vaso.

Desde que el hombre entrara en el bar se hizo el silencio, excepto el ventilador

del techo, que parecía más ruidoso. Sánchez, evitando todo contacto visual, tomó la

botella de nuevo y llenó el vaso hasta arriba. El desconocido le tendió un billete de

cinco dólares.

—Quédate con el cambio.

El camarero dio media vuelta y marcó la venta en la caja registradora. Pero los

pequeños sonidos de la transacción se vieron interrumpidos por palabras. A sus

espaldas, escuchó la voz de Ringo, uno de sus clientes más desagradables. Era una

voz bastante ronca, en comparación con otras.

—¿Qué te trae a nuestro bar, desconocido? ¿Qué buscas?

-6-

ANÓNIMO

EL LIBRO SIN NOMBRE

Ringo compartía mesa con otros dos hombres, a pocos metros del desconocido.

Era un rufián seboso y sin afeitar, igual que la mayoría de los delincuentes del bar. E,

igual que los demás, llevaba una pistola colgando en su costado y ansiaba cualquier

excusa para desenfundarla. Todavía en la caja registradora detrás de la barra,

Sánchez respiró hondo y se preparó para lo inevitable.

Ringo era un criminal famoso, culpable de casi cualquier crimen imaginable.

Violación, incendios provocados, robo, asesinato de policías… Lo que se quiera:

Ringo los había cometido todos. No pasaba un día sin que hiciera algo que pudiera

mandarlo a la cárcel. Hoy no era distinto. Ya había atracado a tres hombres a punta

de pistola, y ahora, tras gastar sus «ganancias» en cerveza, buscaba pelea.

Al darse la vuelta, Sánchez vio que el desconocido no se había movido ni había

probado su bebida. Y por unos segundos espantosamente largos, no había

respondido a la pregunta de Ringo. Sánchez recordaba que, en una ocasión, éste

había disparado a un hombre en la rodilla, tan sólo porque no le había contestado

con suficiente rapidez. Así que suspiró de alivio cuando, por fin, antes de que Ringo

preguntara

...

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