El hombre en busca de sentido (Análisis)
Enviado por Bárbara Colmenares • 25 de Noviembre de 2021 • Informe • 2.906 Palabras (12 Páginas) • 153 Visitas
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA
VICERRECTORADO ACADEMICO
ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
SAN JOAQUÍN DE TURMERO – ESTADO ARAGUA
Lenguaje y Comunicación I
ARTÍCULO ACADÉMICO: EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO
(Unidad III)
PROFA: Domitila Peña Bastida
ESTUDIANTE: Bárbara Colmenares Ramos
C. I. 31030502
Noviembre, 2021
INTRODUCCIÓN
El hombre en busca de sentido revela la interesante historia de Victor Frankl mientras permaneció en los campos de concentración ubicados en el contexto de la Alemania nazi. Frankl describe con mucha atención sobre los maltratos en que son sometidos todos los prisioneros que yacen en el establecimiento militar. Además de ello, relaciona perfectamente esas incidencias en el campo de concentración en los juegos mentales de los prisioneros, a tal punto de hacerse la misma pregunta en las 3 frases del libro: “¿Cómo afecta el día a día en un campo de concentración a la mente y a la psicología del prisionero medio?” El autor intenta ayudar a responder a ésta y otras preguntas existenciales a través de sus conocimientos y su experiencia en los campos de concentración.
Viktor Frankl, (1905-1997) fue un neurólogo y psiquiatra judío austriaco. Dentro de las teorías que Frankl desarrolló a lo largo del tiempo que pasó confinado en varios campos de concentración se encuentra la más importante de todas, la logoterapia, una psicoterapia centrada en el sentido. A diferencia del psicoanálisis, más introspectivo y retrospectivo, la logoterapia mira menos hacia nuestro pasado y más hacia nuestro futuro, a los valores y al sentido de la vida intentando descubrirlos en nosotros mismos. Para Frankl "ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto de uno mismo, bien sea realizar un valor, alcanzar un sentido o encontrar a otro ser humano"
En la primera fase, Frankl relata cómo fue el internamiento de las personas en el campo de concentración. 1500 personas fueron trasportadas en un tren durante varios días, en cada vagón iban alrededor de 70-80 prisioneros vigilados por capos u otros soldados de numerosas insignias. Los vagones estaban tan repletos de gente que solo quedaba despejada la parte superior de las ventanillas, por donde entraba la claridad gris del amanecer. Al principio, todos fueron engañados al creer que el viaje se trataba de conocer una inmensa bodega de municiones y sobre el uso de las mismas, pero al ver que se aproximaban a Auschwitz, la pena y tristeza se hicieron mayores, ese nombre evocaba las mayores atrocidades: cámaras de gas, hornos crematorios y exterminio, lo que mantuvo agobiado a Frankl durante todo el viaje, al saber el inefable destino que sufriría allí, con la posibilidad de no regresar con vida a casa.
Al abrir las puertas del vagón fueron recibidos relativamente bien por otros reclusos con trajes a rayas, cabezas rapadas y parecían bien alimentados. Lo que hacía que mantuvieran la esperanza de ser liberados en algún momento. Sin embargo al llegar a este lugar, todos los hombres fueron despojados de sus pertenencias tanto íntimas como personales, que hicieran recordar al prisionero a toda su familia o seres queridos. Uno de los constantes pensamientos de todo prisionero es poder regresar con sus familiares o en el peor de los casos, mantenerlos presentes por siempre a través de los objetos personales. En el campo de concentración, todos los prisioneros fueron robados, ultrajados, golpeados y torturados psicológicamente, hasta hacerlos sentir que no valen nada para la sociedad. En cuatro días, el único alimento que ingirieron fue un trozo de pan de unos 150 gramos.
Dichos prisioneros estaban divididos en categorías para saber diferenciados: el prisionero común y el capo. El prisionero común era aquel más esclavizado a la hora de efectuar los trabajos pesados con el fin de rendir cuentas a sus superiores. Por otra parte, el capo tenía ciertos privilegios por parte de los soldados, aunque éstos se ensañaron con los prisioneros comunes, hasta ser más sobajados por ellos desde sus inicios.
Para Frankl sobrevivir en este ambiente hostil y lleno de torturas, necesitó aferrarse a su familia para no volverse loco. Algunos de los prisioneros mejor comportados de la concentración, tenían derechos a ciertos privilegios que no se comparan al de algún capo. Los prisioneros no tenían nombre en el lugar, sino eran conocidos a través de números o apodos ofensivos para ser identificados.
A los enfermos o con cierto tipo de discapacidad los hacían trabajar como si se trataran de personas normales y sanas, a otros prefirieron darle muerte al saber que no serían útiles en los campos de concentración. Para quienes cumplían con su trabajo a cabalidad, eran premiados con tickets al azar que significaban premios o bonos, como una caja de cigarrillos, por ejemplo. El efecto de estos tickets permitía a los soldados diferenciar entre los prisioneros normales a los capos, ya que los capos preferían comida a fumar cigarrillos. Los prisioneros comunes al optar por la caja de cigarros, dieron a entender a la máxima autoridad que sus vidas no tenían sentido alguno.
Los soldados marcaron 2 filas inmensas de prisioneros, los que iban a la izquierda era porque su destino final sería la muerte irremediable; los de la derecha, podían seguir viviendo a expensas de trabajos forzados, humillaciones y un sin fin de torturas psicológicas. El 90% de las personas fueron enviados a la izquierda. Aunque Frankl formó parte de la fila derecha, uno de sus compañeros más cercanos no contó con la misma suerte, pues fue destinado a la fila izquierda y eso implicaba un destino final. Frankl abusando de su llegada y de la confianza, pregunta por su amigo a uno de los capos, mientras que éste señala una montaña que desprendía humo; Frankl ya había entendido que su amigo obtuvo la muerte por el acto de la cremación.
Las humillaciones no se hicieron esperar desde la llegada de los prisioneros, porque fueron despojados de su ropa, quedando completamente desnudos. Les afeitaron todo el cuerpo y les dieron una pastilla de jabón. Franki llevaba consigo una carta de su familia, pero un soldado se la quitó al tratar de esconderla. Una de las pocas cosas que obsequiaron a todos los prisioneros fue una pasta de jabón de baño, para que pudiesen asearse normalmente o cuando los soldados lo permitiesen.
Todos los prisioneros debían olvidarse de su vida anterior, porque ella quedó de las puertas de Auschwitz hacia afuera, ahora la realidad sería muy distinta en los campos de concentración. Los retenidos se percataron que el sentido del humor de los soldados y los capos era bastante pesado, al hacer juegos macabros con sus cuerpos desnudos o jugando con la mente de cada uno, hasta hacerlos más débiles y encaminarlos a la muerte.
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