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“La Dignidad de Chile en Chile”: Crítica Literaria de la obra «Hechos Consumados»


Enviado por   •  9 de Abril de 2020  •  Apuntes  •  1.398 Palabras (6 Páginas)  •  763 Visitas

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“La Dignidad de Chile en Chile”: Crítica Literaria de la obra «Hechos Consumados» por Juan Radrigán

Todos somos hechos consumados, nadie nos preguntó si queríamos existir. Nos trajeron al mundo por obligación, quizá por eso nacimos pateando y llorando.

Esto es lo que me hizo pensar “Hechos Consumados”, un drama escrito bajo el Gobierno Militar de Augusto Pinochet Ugarte, es un pedazo de la realidad escondida de la Dictadura, pues siempre nos cuentan de lo horrible que fue para aquellos detenidos desaparecidos, para los torturados y para los que pensaron diferente. Sin embargo, poco se trata el tema de la marginación y el exilio, de los sectores rurales, a los que no les afectó directamente la violencia ejercida por el Estado. Para ellos la violencia era quedarse sin trabajo, pues la gente ya no tenía las mismas necesidades que antes, o que, debido a la misma problemática, la gente defienda sus puestos de trabajo incluso más que a su humanidad misma.

Radrigán me abrió los ojos, o quizá fue su personaje Emilio quien lo hizo. Porque no, no es hoy que nos niegan la dignidad en nuestras caras, no es hoy que nos tratan cual ganado, no es solo hoy que el 1% de los chilenos tienen una calidad de vida como se debe, no es solo hoy que no se os trata con decencia. Es siempre, porque en mi querido Chile, los chilenos no valemos por sor humanos, no valemos por ser personas, valemos por ser trabajadores, productores y máquinas.

 Estos escenarios de desolación se evocan en la obra de Juan Radrigán, donde los personajes Emilio  y Marta se conocen en circunstancias particulares, ya que él la saca de un canal salvándola de la muerte, llevándola a un sitio eriazo a las afueras de la ciudad en donde se conocen, o más bien, conocen las malas experiencias de cada uno. Emilio es un hombre que ya no espera nada de la vida, pero tampoco nada de la muerte, en su pesadumbre, esconde la sabiduría que le han dejado los años y su propia desgracia. Marta, en cambio, es una mujer calmada que goza de la vida, aunque no existan razones para hacerlo, para ella Emilio es un amargado, para mí, es realista. Nuestro protagonista, al principio de su conversación, le pregunta la mujer si ella se había tirado al canal o si la habían tirado; Marta no supo responder y Emilio asume que lo hizo por voluntad propia, mas, en un intento de limpiar su imagen de amante de la vida, ella le cuenta la verdad: la tiraron. La tiraron al canal sin más, así como si se tratara de un objeto; todo porque vio algo que no quería ver y escuchó algo que no quería escuchar. Marta había visto como secuestraban a un niño para presionar a alguien con el fin de que saliera de su escondite y así, poder atraparlo. Quizá se trataba de un hombre que pensaba distinto, quizá esos hombres que secuestraron al niño eran agentes de la DINA, no lo sé con exactitud.

La conversación de los dos protagonistas se alarga, entre insultos mutuos y alegatos sobre la vida injusta que les había tocado vivir, hasta que aparece un personaje singular: un indigente llamado Aurelio que sorprendió a ambos personajes dado sus vestiduras indescriptiblemente haraposas y su facilidad para decir la verdad a través de metáforas, este personaje vociferó unas críticas bastante importantes acerca de la vida que tenía lugar en esos tiempos. “¡Este hombre está alcanzando el tamaño de la muerte!” dijo Aurelio ¿será que hablaba de aquel cruel dictador? ¿De aquel hombre que hizo desaparecer más de 3 mil personas? Yo creo que sí. Otra de sus declaraciones que me hicieron ruido fue “El viento de la injusticia vuelve a sonar de nuevo (…) ¿Qué fue de la cósmica alegría de tener un hijo?” y no, no es que se refiera a que las parejas deciden no tener hijos porque no lo ven como la cúspide su relación, sino que apunta, a que en esas condiciones de miseria e incertidumbre, obligar a un ser inocente a vivir, no sería un regalo, sino un asesinato precoz. Sería quitarle la dignidad antes de que pudiera reclamar por ella.

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