Rechazando lo real: Pedro Páramo y el Realismo Mágico
Enviado por Secretadmierer • 29 de Junio de 2017 • Práctica o problema • 1.017 Palabras (5 Páginas) • 234 Visitas
Rechazando lo real: Pedro Páramo y el Realismo Mágico
Pedro Páramo, escrito por Juan Rulfo publicada en 1955 está repleto de temas de muerte, y así, sirve como un comentario sobre los factores que construyen nuestras vidas y condición humana. La novela explora la significancia de la memoria, la conciencia, e ignorancia. La exploración de estos temas, junto al fondo de territorios hispanoamericanos en que la novela está situada, han resultado en que sea reconocida internacionalmente. Sin embargo, la novela no es reconocida singularmente por los temas que explora, si no por el método en que Juan Rulfo decide evaluarlos; la novela fue emprendedora ya que los aspectos de su estructura, las manifestaciones de los personajes, y el escenario misterioso de Pedro Páramo no seguían convenciones de textos realistas. Fue uno de los textos pioneros en la literatura latina que le siguió, dada crédito por ser parte de la colección de textos que contribuyeron a la formación del género del realismo mágico, el género literario que surgió en el siglo XX.
El escenario de Pedro Páramo es el pueblo de Comala, un pueblo descrito como sombrío y espeluznante. Esto hace que la novela destaque como diferente a los textos realistas, que frecuentemente presentan narrativas situadas en un lugares neutros, o si no, lugares con una estética hospitalaria. La percepción del pueblo que tiene Juan Preciado, el protagonista de la novela, empieza así, pero gradualmente pierde su esplendor. Juan siente sentimientos negativos más a menudo, e incrementan con el tiempo que pasa en Comala, sentimientos que reflejan el estado del lugar. Originalmente, Juan pensaba en Comala “a través de los recuerdos de [su] madre”; esperaba encontrar un pueblo agradable, vibrante, acogedor, ya que ella había mencionado un pueblo “[hermoso e iluminante]”. Por esto, cuando Juan se encuentra en un lugar “sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno”, se frustra. Este cambio de percepción fortalece el género del realismo mágico, que a menudo trata de yuxtaponer las expectativas del lector y los personajes. Vemos que hay varias representaciones del pueblo: una positiva, la de la voz de su madre, y la negativa que él ve. Este dualismo, pronunciado pero no distinto, es uno que continúa en la novela, ya que a veces mezcla las características físicas y metafísicas en el escenario. La primera introducción verbal del pueblo que recibe en su viaje hacia Comala es dada por Abundio, quien refuerza una imagen perversa del lugar, diciendo que “muchos de los [del pueblo] se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija”. Al mencionar que los habitantes van y vienen del “infierno”, no solo se facilita el contexto de la cultura latinoamericana religiosa, haciendo que el lector se sumerja en el tono pesado y melancólico de la novela — también introduce la idea de la coexistencia entre el mundo de los muertos y vivos.
Paralela a los aspectos ya conocidos del realismo mágico, los personajes de Pedro Páramo están sujetos a una línea muy fina entre el mundo físico y el metafísico, el real y el fantástico. Juan, al entrar a Comala, interactúa con personajes que son reales, como Abundio, pero entre alucinaciones y sueños, también se encuentra con personajes que no pertenecen al mundo “real”. A veces, como en el caso de Damiana, conoce a personajes que él asume ser reales que realmente son espíritus embrujando el pueblo. El hecho de que Juan interactúa con fantasmas nos dice que Rulfo hace más aparente que hay elementos reales, en este caso los personajes, interactuando con elementos fantásticos. Rulfo también rechaza cualquier elemento realista cuando decide seguir la narrativa de Juan después de que fallece, haciendo que se una al mundo espiritual, una antes tan distinto al de él, y el del lector. El diálogo entre los personajes no cambia, y la historia continua normalmente, sugiriendo que los vivos y muertos no son distintos, algo que normaliza los personajes que solo surgen como espíritus maldecidos en el comienzo de la novela. En estos últimos capítulos, se deduce que parece ser un pueblo donde no pasa el tiempo, donde las vidas de las personas continúan en sus tumbas: todos los personajes enterrados requieren un perdón divino, e incapaces de obtenerlo, insinuando un ciclo.
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