EL MILAGRO DE ANA SULLIVAN

EL MILAGRO DE ANA SULLIVAN

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Película norteamericana de 1962, cuyo dúo interpretativo de Anne Bancroft y Patty Duke, les hizo ganar el Oscar como mejor actriz, por sus interpretaciones de Ana y Hellen, en esta historia de coraje y de esperanza; posiblemente es una de las historias más hermosas llevadas al cine.

La historia trata de una niña que nace ciega y sordomuda, para desesperación de sus padres y de toda la familia. En un principio parece un caso sin solución alguna, y la niña crece en la familia sin una educación escolar y sin un aspecto aseado. Su comportamiento no es bueno, pero sólo la madre es comprensiva, ya que la situación de la niña no es sencilla. Sin embargo la madre no desespera en buscar una solución educativa al caso, y piensa en otras vías para la educación de su hija, como una escuela especial que hay en Boston.

Ana Sullivan es una profesora inexperta que esconde tras de sí una infancia traumática, ya que ha pasado varias operaciones para intentar superar su ceguera. Ella será la encargada de intentar educar a Hellen, la niña sorda, ciega y muda, pese al escepticismo del padre y hermanastro. Ana llega al pueblo con muchas ganas de comenzar su labor de enseñanza con la niña, si bien se encuentra con un panorama mucho más difícil del que esperaba .En primer lugar le intenta transmitir el lenguaje de signos para sordomudos.

Las primeras travesuras de la niña hacia su institutriz no tardan en llegar, y tras dejarla encerrada en su habitación y quitarle la llave, le tira la tinta de escribir encima, etc.

La madre está inquieta sobre los progresos de la niña en el proceso de aprendizaje, y quiere participar en este proceso,  aprendiendo también el lenguaje de signos para sordomudos.

En una escena mientras están comiendo Hellen coge comida de todos los platos sin que los padres y el hermano le digan nada a la niña. Sin embargo cuando llega al plato de la señorita Sullivan, ésta se lo impide, cogiendo la niña una gran rabieta. El padre y la madre le dicen que la deje comer de su plato como ellos, ya que ante una niña así lo lógico es sentir compasión. Ante esta actitud la institutriz les recrimina, que la tienen muy mal enseñada puesto que le consienten todo, y acceden a todos sus caprichos.  En un determinado momento de la película, les echa en cara que han criado a la niña como un perro faldero, pero que incluso a los perros se les educan. En algunos momentos de esta escena, el trato de la profesora con la niña y los consejos que le transmite a los padres, nos podría hacer recordar a la de Supernanny, tan nombrada en la actualidad, si bien los métodos para tratar y dominar a la niña son muy diferentes, pues la institutriz intenta educar en momentos a la niña utilizando la fuerza física. Sí es cierto que consigue que coma la niña de su plato, pero para ello tiene que librar con ella una auténtica batalla campal.

El padre molesto por la actitud de la profesora tras la mencionada batalla está dispuesto a despedirla.  Sin embargo decide darle una segunda oportunidad, pidiéndole menos brusquedad en sus acciones. La madre por el contrario, llena de esperanza, le pide paciencia no sólo con la niña sino también con ellos. El principal mal para la profesora no es la ceguera, mudez  o la sordera, sino que hasta el momento la familia le ha consentido todo a la niña, y no se han ocupado de educarla. La profesora le va a pedir a la familia que la dejen totalmente a su cargo, día y noche, en el sustento, en la vestimenta, y en todos los ámbitos, pues está convencida de los progresos que puede hacer con la niña.  Por ello les pide a los padres que le permitan llevarse a la niña a la casa que tiene la familia junto al puente, y que así la podrían ver todos los días sin que ella les viese. El padre accede, pero le da un plazo de dos semanas para que la niña le soporte.

La alternativa que había barajado la familia hasta la llegada de la profesora, había sido internarla en un asilo para deficientes mentales. La institutriz les cuenta que allí estuvo ella con su hermano, y que el lugar aquel no es deseable para nadie.

Poco a poco va dando resultado la instrucción de la pedagoga, y la niña va adquiriendo el lenguaje de signos, aunque lo más difícil del proceso es hacer que lo asocie con los objetos que esas palabras designan. Además la niña va aprendiendo otra serie de habilidades, como la de vestirse y comer de forma autónoma.

En un momento del proceso de educación aparece el padre de la niña, y ve que la niña aún no ha desayunado y está aún a medias de vestir, ya que la mujer quiere que se vista sola, y después le dará el merecido desayuno, por lo que el padre le pregunta a la institutriz, si es que no quiere a la niña, a lo que ella le responde con la misma pregunta: “¿Y usted?”

Una vez pasado el tiempo pactado, la niña ha aprendido ya muchas cosas y su comportamiento es mucho mejor. Sin embargo a la docente le hubiera gustado estar mucho más tiempo con ella en la casa. Ella está triste porque lo único que le ha conseguido enseñar es a obedecer, y ella quisiera haberle transmitido el lenguaje, en el que asocie las palabras con los objetos. “La obediencia sin comprensión también es ceguera”, dice la profesora. Ésta le pide al padre que no le dejen hacer a la niña lo que quiera, porque sería engañarse a sí misma. En la primera cena juntos de nuevo en la casa familiar, la niña pone a prueba a los padres y se porta mal, aunque los padres se lo consienten. La maestra les rectifica y les enseña que ese no es el camino. Tras tirar el agua, la institutriz la lleva al pozo para que saque agua con la bomba de agua, y allí comprende el significado de la palabra agua. A partir de entonces, va a ir comprendiendo y asimilando el significado de las palabras aprendidas.

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