Ensayo de el lago de los cisnes

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Haciendo un análisis de la recién puesta en escena del ballet El Lago de los Cisnes en el Teatro Víctor Raúl Lozano Ibañez de la Universidad Privada Antenor Orrego.

Puedo decir que este montaje ha sido una experiencia estimulante y fundamental para todos los participantes, de la cual, supongo, hubo mucho aprendizaje de ambos lados. También es importante contextualizar la realidad cultural de ambos países.

Por ejemplo, en cuba la profesión del bailarín es reconocida y respetada: ningún padre o madre se opone a que sus hijos estudien ballet. Además, desde que Brian Gómez inicio  su carrera  profesional en el 2006 a la edad de 9 años. En Mayo del 2016 culminó sus estudios de danza obteniendo el título de bailarín de ballet profesor, otorgado por el Ministerio de Cultura ONEART DE CUBA.

Un bailarín como Román Gonzáles-Pardo, es alguien admirable, pues ha bailado en la escuela nacional de ballet, integro en el cuerpo del baile de Ballet Nacional de Cuba. Actualmente, pertenece al elenco del Ballet Municipal de Lima en la categoría de primer bailarín.

En Perú se estudia ballet mientras se es niño y adolescente, y casi ningún padre de familia espera que su hijo sea bailarín, sobre todo porque no tendrá un puesto de trabajo en ninguna institución pública, y solo tal vez, podrá ser maestro en una academia privada.

De Lo Visto En Escena

Con el libreto original de Beguichev, los maestros y ensayadores peruanos Lucy Telge, Patricia Cano y el ruso Mikhail Koukharev, son los responsables del montaje completo de El lago de los cisnes, apoyados en las partituras musicales de Chaikóvski y la coreografía de Marius Petipa.

El lago de los cisnes contó con un vestuario funcional y colorido, así como una vistosa escenografía en la que participaron artistas peruanos y cubanos.

Sobre los protagonistas, me decepcionó no haber visto la misma bailarina ante la representación de los dos cisnes: Odette y Odile. Aún así me gusto el desempeño de Luciana Cárdenas como la princesa cisne por su delicadeza y languidez, de igual forma Oriana Plaza como la malvada hija de Von Rothbart, supo hechizar a los espectadores por su brillantez negro.

En general, los bailarines masculinos demostraron un buen desempeño, así como dominio en el manejo del espacio. Quien se robó buenos aplausos fue Javier Villa, como el bufón, destacado por sus impecables movimientos de los giros y sus saltos.

En cuanto al cuerpo de baile se ve más ajustado a la música pero aún la precisión para la unión no la alcanzan, y el grupo que asume las doncellas cisnes requiere profundizar en el sentido de ligereza y evitar tanto ruido con las puntas al desplazarse.

Para finalizar, espero que los niños que participaron en este montaje, en el futuro puedan lograr ser figuras de gran trayectoria en el ballet, porque los buenos frutos en el arte se recogen con los años.

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