Colaboración. El domador de plumas
Enviado por Gilberto Chinaski • 8 de Enero de 2016 • Trabajo • 1.056 Palabras (5 Páginas) • 390 Visitas
El domador de plumas
No las saben enaltecer, son desgraciados con ellas. Todos. Van por ahí con nulo conocimiento de las maravillas que albergan, de mí no teman verse deshonradas, yo jamás usaría ese vulgar sustantivo, para mi son: las artífices de la imaginación, las musas, las eternas ninfas, con tanta gracia las dotaron que me fascinan, me eternizan el deleite. Ambiciono la soledad para estar con ustedes y sentirlas entre mis dedos, posar mis dedos sobre la tersa superficie.
Mis adoradas diosas, sólo con vuestra infinita gracia soy cosa digna de pisar la tierra, si vosotras me lo pidieran, yo castigaría a los profanos, a los criminales que las ultrajan, mastican y olvidan, como, ¡Blasfemia!, cosa corriente. Por ello las rescato de tal destino cruel, por ejemplo hoy, Eloísa, se atrevió a injuriarlas, ella a quien tenía casi a la misma altura que vosotras…
II
[pic 1]
La inscripción sobre un papel amarillento, las letras perfectas y redondeadas, en trazos gruesos. Eran las especificaciones de la gran obra, la obra de un lunático que nadie desea recordar. Sólo él, únicamente él, lo sabe, secreto celoso guarda, selladas las palabras al mundo, transmitiéndose a través de las letras. Envuelto en sueños vive, creación obsoleta y vaga, acaso a través del cristal se determina de qué naturaleza procede tan extraña creatura. Quienes le observan escriben despistados, observaciones irrelevantes, es el paciente 20777, posee instantes de lucidez y otros tantos son trozos de algo, de alguna historia imaginada y terriblemente vívida.
III
Fue la imagen más enigmática y cruda que he visto jamás, Eloísa con las manos extendidas, arrodillada, un rictus de horror era toda la cara. Plumas, bolígrafos, plumas, azules todas, le atravesaban los ojos, los oídos, los pezones, uno en cada fosa nasal, bastantes dentro de la boca y casi con meticuloso afán cientos o miles de ellas incrustadas por doquiera, en la carne blanda y perfecta. Así yacía desnuda y torturada, la pobre Eloísa, aún sueño con su imagen, imborrable, repugnante, me hace pensar en un ídolo perdido o en uno irónicamente postmoderno.
Ella me dijo: son sólo bolígrafos, es tan sólo tinta y plástico, no son seres animados, Carlos, pronuncio mi nombre, sabía mi nombre, sabía domarme, sabía quién era, sabía mirar mi alma, sabía quién era y yo sabía quién era ella, era Ella, era Ella, la gran Emperatriz de mis sueños, era Ella…Y todo lo que había consagrado para Ella se convirtió en algo más allá de lo oscuro.
Ella sigue viva ahí, resguardada por las musas.
IV
Ignacio, sobresaltado y un poco ebrio ,se decidió a darle un rondín a la bodega, esa caja de ladrillos y láminas ,olvidada por los dueños que servía sólo para nido de ratas, amores clandestinos, pandilleros o por qué no, de orgullo nacional y atracción turística, esto último lo pensó con sorna y satisfecho de aquel ágil pensamiento, se dispuso a fumar el último cigarrillo que le quedaba, con calma ceremoniosa, terminó de fumar el cigarro, tiró la colilla y se dispuso a salir del puesto de vigilancia, un desangelado cuartucho de cemento, que para mayor comodidad se encontraba a varios metros de la bodega… Tintineó alegremente las llaves al compás de una canción de melodía curiosa. Se percató, casi de inmediato que las cadenas yacían en el suelo y no dispuestas en la tranca de la puerta principal, el candado tuvo la misma suerte. El temor, un pavor irreconocible le quebró el buen ánimo, tomó una tabla de aquel montón de basura, por suerte siempre olvidaba barrer y abrió de una patada la puerta, que graznó, como un animal herido por sorpresa.
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