ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL
Enviado por Martha2022 • 20 de Abril de 2022 • Trabajo • 4.158 Palabras (17 Páginas) • 63 Visitas
ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL
La estrategia de acción que atraviesa esta propuesta es la de potenciar los recursos de las personas, abriendo la posibilidad de que las experiencias escolares puedan ser andamiajes para adquirir aprendizajes en el área emocional y profundizar la conciencia de sí mismo. Por ello, es fundamental incidir en los factores que favorecen un buen clima escolar y conocer las intervenciones prácticas que se pueden plantear para aplicarlo.
FUNDAMENTOS TEÓRICOS
Como seres humanos, contamos con un sistema que viene en nosotros de manera instintiva, el sistema emocional. Expresar nuestras emociones, es algo que hacemos por naturaleza, nadie nos ha enseñado a enojarnos o a sonreír, simplemente lo sentimos y lo expresamos (Bisquerra, et al. 2012). A lo largo de la vida, vamos aprendiendo sobre esas experiencias emocionales mediados y atravesados por la interacción con el mundo que nos rodea. Por ello, es importante que en los procesos de aprendizaje también se atienda a las razones por las cuales sentimos lo que sentimos y qué hacer con esos sentimientos, es decir, enseñar a autogestionar las emociones. Este aprendizaje tiene repercusiones tanto en la salud mental y física de las personas como en la calidad y cualidad de vínculos que puedan establecer a lo largo de la vida, aportando así a relaciones humanas y sociales saludables y positivas. Estos aspectos son parte del perfil del egresado del Santa Ana.
El saber contar con el entorno cercano, es requisito indispensable para aprender a gestionar las emociones. La inteligencia, sea emocional o de cualquier otro tipo, o es social o no es inteligente. La relación con los demás es esencial para que el individuo sobreviva y, por ello, forjar una inteligencia emocional pasa por adquirir habilidades sociales. No basta sólo con entendernos a nosotros mismos y conocer nuestras emociones, sino que también debemos ser capaces de entender qué conmueve, perturba o alegra a quienes tenemos al lado y contar con recursos para relacionarnos con ello. Conocer la importancia del miedo, regular la ira y empatizar con nuestro entorno, por ejemplo, son herramientas con las que contamos para mejorar nuestro aprendizaje social y emocional (Bisquerra, et al. 2012).
Es por ello que se hace fundamental que se introduzca la enseñanza de la gestión emocional desde la más temprana infancia. Variados estudios y experiencias llevadas a cabo, demuestran que el aprendizaje emocional y el desarrollo de la inteligencia emocional han llevado a mejorar niveles de violencia y calidad de vida en las personas, así como también disminuye la ansiedad, el estrés, la indisciplina, los comportamientos de riesgo, conflictos, etc., junto con un aumento de tolerancia a la frustración, resiliencia y bienestar emocional. (Bisquerra, et al. 2012; Martinez Otero Perez, 2003). Hacer consciente el bienestar y la felicidad es también uno de los objetivos de la alfabetización emocional.
La evidencia empírica ha puesto de manifiesto los efectos positivos de la inteligencia emocional en muchos aspectos de la vida,
La inteligencia emocional es la habilidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las demás personas y la capacidad para regularlas. La conciencia emocional es requisito para poder pasar a la regulación. La autorregulación emocional, consiste en un complejo equilibrio entre la impulsividad y la represión, ambos extremos podrían ser perjudiciales. Conciencia y regulación emocional deben considerarse competencias básicas para la vida. Estas, son elementos esenciales en la construcción del bienestar personal y social.
La inteligencia emocional es importante en todas las personas, independientemente de la edad, rol, etc. Es decir, consideramos a los alumnos, docentes y directivos, y familias. A pesar de que el presente proyecto tiene como prioridad el trabajo con los estudiantes, la estrategia implica incluir a la comunidad educativa en general. Esta inclusión es estratégica para que los docentes y las familias contribuyan al desarrollo de las competencias emocionales de los niños y jóvenes.
Este proyecto pone el foco en una competencia específica como eje desde el cual ordenar la práctica: la empatía.
La empatía
La palabra empatía, proviene del griego y significa “en el interior de”, “dentro”, “padecimiento”, “lo que se siente”. Podríamos acotarlo a la idea de “SENTIR DENTRO”. Es diferente a SIMPATÍA que es “sentir con”. Sentir dentro nos habla de una vivencia interior, una comprensión que llega más allá de entender a nivel cognitivo.
De esta manera, nos referimos a empatía como una capacidad que supone comprensión profunda, intelectual y emocional de la situación del otro. Es una habilidad que nos permite entender y compartir los sentimientos de los otros, su forma de pensar, sin juzgar ni tener que estar de acuerdo con la otra persona.
Según Vital Vaquier, Martinez Otero Perez, Gaeta Gonzalez (2020) la empatía es precursora fundamental de formas de interacción social adaptativa, permite acercarse al otro y sintonizar con él. Es facilitadora de relaciones interpersonales y promueve relaciones saludables al ser una competencia que contiene componentes como:
- Pensamiento flexible: significa tener la capacidad de adaptar y modificar alguna idea previa que tengo, a partir de lo que me muestra algún hecho, el pensamiento o sentir de un otro. Se opone a la rigidez en el pensamiento, lo cual genera conflicto ya que los pensamientos rígidos en extremo se vuelven impenetrables y limitantes cuando las circunstancias exigen que vea otras opciones.
- Adaptabilidad: es la capacidad de asimilar lo que el medio plantea y acomodarse internamente de acuerdo y en contacto con las propias posibilidades. Por eso es fundamental conocerse a sí mismo para así registrar las propias posibilidades.
- Tolerancia y respeto
La empatía contribuye a mejorar las relaciones sociales y aceptar que todos somos diferentes, y que son esas diferencias las que nos enriquecen. (EJEMPLIFICADO EN LEMAS ESCOLARES CONSTRUIDOS LOS ÚLTIMOS AÑOS)
Enseñar a tener empatía es una meta a largo plazo, por ello se debe incluir en todas las planificaciones y en todos los niveles. La empatía debe ser una parte integral de todas las interacciones que se dan en las aulas. Hay que tener en cuenta que educar en empatía no es un asunto de una clase o de dos actividades al año, sino de un aprendizaje continuo y constante. Solo practicándose cada día se vuelve un hábito para toda la vida.
Nivel inicial
La empatía se debe comenzar a trabajar desde las edades más tempranas, ya que esta y otras habilidades básicas tendrán un impacto en el desarrollo de los niños. Esta tarea es como plantar semillas desde el inicio de la formación de un individuo. De hecho, los primeros años se consideran esenciales para empezar tanto a entender como a gestionar las emociones. Es importante lograr que los niños sepan reconocer cuándo sienten ira, miedo o alegría, porque solo así serán capaces de asimilar qué es lo que les ocurre y no canalizar esos sentimientos hacia actitudes violentas que puedan llevarlos a mantener relaciones poco cordiales en su entorno. La docente, es un ejemplo de conducta y quien debe ayudar a los chicos a reconocer sus emociones. Es fundamental en este nivel el trabajar desde el ejemplo, los niños copian muchos comportamientos de los adultos y la regulación emocional comienza a aprenderse desde los actos y actitudes que reciben de los adultos.
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