Breve ensayo El miedo
Enviado por georgiorc • 2 de Octubre de 2018 • Ensayo • 2.624 Palabras (11 Páginas) • 206 Visitas
BREVE ENSAYO SOBRE EL MIEDO.
El miedo es una de las más interesantes emociones que puede experimentar el ser humano y, por lo que se sabe, todos los seres vivos más o menos evolucionados también lo poseen. Pero la naturaleza del miedo es un misterio, no porque sea un tema poco estudiado –aunque de hecho es así-, sino porque va más allá de una simple reacción bioquímica, es algo que nos hace humanos, nos mantiene vivos y nos permite vivir en sociedad. De lo dicho se deduce entonces que el miedo puede ser entendido en diversos sentidos, entre ellos, un sentido biológico, un sentido social y, muy cercano al anterior, un sentido psicológico.
En su sentido biológico se ha podido determinar que el miedo es una función vital, entendiéndolo como un mecanismo con una función básica: nos alerta de situaciones que percibimos como peligrosa, es decir, el miedo está íntimamente relacionado con el principio de supervivencia, siendo éste la necesidad que tiene todo ser vivo de proteger su vida e integridad de lesiones o de su extinción. Claro está que existen excepciones no tan escasas a este principio, cómo el caso de los suicidas, pero de todos modos estas siguen siendo excepciones.
Cuando nuestros sentidos perciben una situación como peligrosa el cerebro procesa la información respectiva… de ahí en adelante se desencadenan una serie de procesos en el cuerpo que nos preparan para afrontarlos, por lo menos en principio –y digo en principio porque el miedo puede tener otras consecuencias que las de prepararnos ante una situación de peligro, pero sobre esto se volverá más adelante-.
Es el sistema límbico es uno de los encargados, en los seres humanos y en los animales más desarrollados, de procesar el miedo, pero además existen una serie órganos en todo nuestro cuerpo que participan en los procesos relacionados con esta emoción.
El sistema límbico, en especial la amígdala, es en dónde se regulan algunas de las principales funciones de miedo, afecto y agresividad. En experimentos, en los cuales se ha extirpado la amígdala a ciertos animales, parece que el miedo a algunos estímulos desaparece, pero esto no ocurre con los seres humanos, ha quienes, al extirpárseles la amígdala, generan cambios en su personalidad, relacionados con la agresión y el miedo, pero estas emociones no desaparecen, sólo se alteran o en el mejor de los casos se apaciguan considerablemente, lo que indica que en los humanos la generación de miedo implica un estructura biológica mucho más compleja. Sin embargo no hay ninguna duda que la amígdala y en general el sistema límbico ocupan un lugar central en estos procesos, pues es aquí donde se inician los mecanismos fundamentales que originan lo que físicamente conocemos como miedo… si por un momento se trata de recordar la última vez en que se sintió miedo difícilmente se puede decir cuales son los cambios físicos que se experimentaron en ese preciso momento, y esto se debe, claro está, en que nuestra atención estaba fijada en el suceso que estaba produciendo el miedo, ya que los lóbulos frontales sufren un alteración en sus función de fijar la atención voluntaria y consiente, desactivándose parcialmente centrando nuestra atención en el objeto que produce el miedo (esto es más acentuado en los ataques de pánico que sufren algunas personas, por ejemplo, a consecuencia de fobias). Aún así, después que la sensación de miedo desaparece nos percatamos que nuestro cuerpo funciona de forma diferente, en particular notamos la respiración acelerada y el ritmo cardiaco aumentado.
Estas son algunas de las mencionadas reacciones fisiológicas que se manifiestan cuando sentimos miedo. Pero si bien en el procesamiento de esta información tiene una gran relevancia el sistema límbico, estas reacciones son activadas por el sistema nervioso simpático, el cual origina, ante una situación de miedo, que se dilaten las pupilas, se abran los párpados, se estimulen las glándulas sudoríparas, se dilaten los vasos sanguíneos en los músculos grandes, se constriñan los vasos sanguíneos en el resto del cuerpo, se incremente la tasa cardiaca, se abran los tubos bronquiales de los pulmones y se inhiben las secreciones en el sistema digestivo.
Pero tal vez una de las reacciones corporales más importantes, estrechamente vinculada con las ya descritas, se presenta en el sistema endocrino, en particular en la médula suprarrenal, la cual produce dos de las hormonas responsables de los cambios físicos descritos: la epinefrina y la norepinefrina, más conocidas como adrenalina y noradrenalina. Todos estos cambios nos permiten, ser más rápidos, más fuertes, mejorar nuestros reflejos y, en general, nos vuelven más aptos para sobrevivir, por un periodo corto de tiempo. Esta preparación es conocida como reacción de alerta o alarma.
Todas estas reacciones tienen como objetivo, como se dijo arriba, prepararnos para una situación de peligro, Pero este estado no es permanente, ya que si la situación generadora de miedo se mantiene, viene un segundo periodo, el cual ya no es controlado por la médula suprarrenal, sino que el control pasa a la andenohipófisis, glándula que se encarga de segregar las llamadas hormonas antiflogísticas, las cuales a su vez se encargan, entre otras, de regular procesos desinflamatorios y de procesos relacionados con el metabolismo de azúcares, lo que indica, que esta etapa está diseñada para que exista un flujo más o menos constante de energía al organismo, lo que busca permitir que una mayor probabilidad de aguante ante una situación de miedo extendida. Por esta razón esta etapa es llamada periodo de resistencia.
Todo lo anteriormente descrito se refleja en las dos reacciones básicas que las personas sufrimos ante una situación de temor: el ataque y la huida. En efecto, nuestro organismo se prepara para atacar, para defendernos o defender a otros o bien para huir con el mismo fin. Pero hay una tercera reacción que pese a que se origina en los mismos procesos físicos tiene como consecuencia lo contrario a lo esperado: la parálisis, dejando al sujeto el cual siente miedo, totalmente indefenso, haciéndolo una presa fácil de la situación de peligro en caso de ser real.
Entonces, en ataque, huida y parálisis se pude resumir lo hasta aquí escrito respecto del miedo en su sentido puramente biológico. Ahora viene la pregunta de rigor: ¿las consideraciones biológicas descritas (y bastante básicas en su explicación, debo admitir) son suficientes para explicar el miedo? Creo que no y menos las que aquí se presentaron, porque el miedo, tal como se anunció al principio, tiene muchas connotaciones, por ejemplo, una de las más importantes, una existencia eminente social, además de un componente psicológico.
Gran parte de los miedos que las personas tienen son sociales, es decir aprendidas en los procesos de socialización primarios y secundarios. De hecho, desde un punto de vista muy personal creo que el miedo es uno de los principales factores de cohesión social, sin él la sociedad se autodestruiría, pero sobre este punto quisiera volver más adelante, cuando desarrolle mejor el concepto del miedo en la sociedad.
Lo primero que habría que decir es que las representaciones del miedo se aprenden en sociedad, es decir, muchos de los factores que generan miedo son interpretados según el código que la sociedad transmite a sus miembros. De las pocas culturas que he tenido la oportunidad de tratar he llegado a la conclusión que las representaciones del miedo son comunes dentro de dichas culturas, pero usualmente ajenas de a miembros externos, excepto por los procesos de globalización. Un ejemplo: en cierta ocasión estaba con algunos profesores extranjeros en el norte de Bogotá, y mientras cenábamos se escuchó un fuerte ruido similar a un disparo. Uno de los profesores extranjeros, quien venía de Europa y el cual me había manifestado con anterioridad su preocupación por la seguridad del país, se sobresaltó visiblemente, colocándose algo pálido y aumentando la frecuencia de su respiración, pero al ver que los demás no se inmutaron respecto del ruido, se me acercó discretamente y me preguntó si aquel sonido era en efecto un disparo y si había razón por la cual preocuparse, a lo cual respondí, que no estaba seguro de lo que era, pero que seguramente no habría razón para alarmarse. Al ver esto otro profesor que venía de un país latinoamericano, con una situación de inseguridad muy similar a Colombia, dijo: no se preocupe profesor, los disparos suenan distinto, eso seguramente fue el escape de un auto. Esta tonta anécdota muestra que algunas de las cosas que generan miedo son aprendidas socialmente, en este caso el profesor europeo venía influido por lo que los medios extranjeros informan de Colombia, mientras para el profesor latinoamericano era un situación normal, la cual ya la diferenciaba de un peligro real.
Un ejemplo un poco más… cómo llamarlo… folklórico. Algunas de las representaciones que de fenómenos paranormales hay, son interpretadas culturalmente. Créanme, como conciben un espíritu, fantasma o como quieran llamarlo, en Japón es muy distinto de lo que dicen ver las personas en Colombia. No quiero entrar a discutir si los fantasmas existen, eso, seguramente será motivo para una próxima entrada, pero lo que quiero dar a entender es que lo que las personas dicen experimentar sobre estos fenómenos se ve permeado por la cultura correspondiente.
Pero los procesos de sociabilización del miedo van más allá de una forma de decodificación de este fenómeno. Estudios realizados en la segunda mitad del siglo pasado demuestran que algunos animales aprenden a tener miedo. Me explico: estudios realizados con algunas aves demostraron que podían identificar un predador que las había atacado con anterioridad. Pero estos estudios demostraron algo más: el miedo a ciertos predadores era innato, esto es, el miedo evolucionó como una forma de protección que se transmitía genéticamente. El experimento consistía en mostrar las siluetas de ciertos animales que dentro del orden natural eran depredadores naturales a aves que no habían sido expuestas a su medio ambiente. El resultado es que sólo con las siluetas de estos depredadores las aves reaccionaban mostrando miedo. Podría afirmar temerariamente, que ciertos miedos aprendidos, por los procesos evolutivos, pueden ser transmitidos genéticamente, lo que indica que esa decodificación social del miedo puede llegar a internarse tanto que puede convertirse en una forma de protección de la especie, claro está pasando los procesos psicológicos necesarios.
Por otro lado, como anuncié anteriormente, en su sentido social cumple un papel muy importante, por llamarlo de alguna manera, vital. El miedo es un elemento fundamental para la cohesión y estabilidad social. Para presentar este argumento quisiera partir de un ejemplo: imaginen por un momento que se desarrolle una droga capaz de suprimir completamente el miedo en los seres humanos. Imaginen además que alguien, a manera de experimento, vierta una gran cantidad de esta sustancia en el sistema de acueducto de una ciudad, haciendo que la gran mayoría de la población quede bajo los efectos de ella. Lo que pasaría en esta situación creo es que iniciaría un proceso de destrucción de esa ciudad hipotética, ya que, por ejemplo, las personas no tendrían miedo de las consecuencias de su conducta.
Aquí un paréntesis para el adecuado entendimiento del punto que pretendo plantear: La configuración social, desde un punto de vista sociológico, es normativa, lo que significa que el motor fundamental de la sociedad y lo que mantiene su funcionamiento son normas de comportamiento que se transmiten y se retrasmiten como estructuras de expectativas por medio de la comunicación. Esta concepción estructural fucionalista, con la cual estoy de acuerdo y que es desarrollada por el sociólogo Niklas Luhmann, indica que estamos rodeados de normas y que nuestros comportamientos están determinados socialmente por esas normas, como expectativas de los comportamientos de las demás personas de acuerdo a su rol. Las normas por regla general tienen la estructura doble: un factum o supuesto de hecho y una consecuencia aplicable en caso de cumplirse ese supuesto. Por ejemplo, en el Código Penal el delito de homicidio expresa, palabras más palabras menos, que el que matare a otro incurrirá en determinada pena de prisión, el supuesto de hecho es precisamente el “matar” y la consecuencia, en este caso jurídica, es una pena de prisión. Pero la mayoría de las normas sociales no son jurídicas, y son igualmente importantes para el mantenimiento del orden social. La sociedad, a través de normas como los modales y normas de etiqueta funciona de una determinada forma, aplicando igualmente sanciones por su incumplimiento, tales como el rechazo o el ostracismo; incluso un ejemplo más claro de este punto se da con la apremio moral que ejercen gran parte de las religiones sobre sus feligreses, la religiones precisamente crean instituciones que a través del miedo a la desobediencia de sus preceptos mantienen a sus súbditos en un nivel de control, el ejemplo más claro es el concepto de infierno en la religión católica y las que comparten estas raíces judeo-cristianas. En conclusión, las normas funcionan precisamente por el grado de coacción que tienen sus consecuencias, es decir, las normas funcionan como formas de dirigir el comportamiento, en gran parte porque las personas tienen las consecuencias de su desobediencia. Esto en derecho penal se conoce como prevención general negativa.
Una vez realizada estas precisiones, vuelvo al ejemplo planteado. Si la droga hipotética es ingerida por gran parte de la población, las personas perderían el miedo a las consecuencias de sus actos, dejando como freno sólo un débil deber moral para sus acciones. Imagínense que todos perdieran el miedo a las consecuencias de sus comportamientos, como el matar, robar u otros peores… pienso que si esto llegara a pasar generalizadamente, esa sociedad se autodestruiría, pues sus miembros se entregarían por completo a sus instintos y deseos. A esto me refiero con que el miedo tiene un papel social de suma importancia que permite la convivencia de los seres humanos.
Además, el miedo es una forma de obtener y mantener poder, tal como se evidencia en los regímenes autoritarios, a través de la historia.
Ahora bien, a todo lo anterior puedo agregar que existen diferentes formas de miedo, muchas de ellas que no son propiamente reacciones a situaciones de peligro inminente, y que como tal no generan una reacción de ataque, huida o parálisis, sino que provocan reacciones más tendientes al estrés o angustia prolongada. Una de las más curiosas que me he encontrado es la de una adolescente con miedo a crecer, es decir a ser un adulto. Por lo poco que puedo decir de ese caso, no se trataba de una fobia, sino de una aversión inexplicable a lo que los adultos representan y sobre todo a su modo de vida… bastante exótico el caso, además la persona en cuestión era, por decir lo menos, un personaje. Pero también están miedos que son más comunes a todos, como el miedo al fracaso o el miedo a perder a alguien amado.
Claro, están también las fobias específicas, entendidas éstas como un miedo irracional y usualmente exagerado a un fenómeno determinado, causando ataques de ansiedad. Se pueden clasificar las fobias en típicas y atípicas, dentro de las primeras, las usuales, como las fobias a animales, a encierros, alturas, etc. Dentro de las segundas fobias poco comunes y generalmente más difíciles de tratar, como la fobia social o agorafobia.
En conclusión, puedo decir que el miedo es una forma de autoconservación de la especie, que incluso se puede trasmitir genéticamente, es un sistema adaptativo para nuestro desarrollo psicológico y por lo tanto social y, además que el miedo tiene, en conjunto con lo dicho, una representación social que decodifica su significado.
Finalmente, y como nota personal, quiero agregar que el miedo es una de las emociones que particularmente me parece más interesante y divertida, porque el miedo nos enseña quien realmente somos y de que somos capaces. Lo divertido del miedo no es sólo sentirlo sino vencerlo… luchar contra nuestros demonios.
Como decía mi padrino: El valor no es la ausencia del miedo, sino es hacer lo que debemos, aún con la presencia del miedo.
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