EL SECUESTRO EN MÉXICO. LAS VÍCTIMAS DIRECTAS E INDIRECTAS
Enviado por Dey Montes De Oca • 19 de Julio de 2016 • Ensayo • 805 Palabras (4 Páginas) • 328 Visitas
EL SECUESTRO EN MÉXICO. LAS VÍCTIMAS DIRECTAS E INDIRECTAS
Deysi Sandoval
El secuestro y posterior Homicidio del joven de 14 años Fernando Martí hijo del empresario Alejandro Martí en el año 2008, hasta el secuestro de personajes menos relevantes como lo fue Pedro Galindo, esposo de María Elena Morera Mitre, caso en el cual a Pedro Galindo se le amputaron cuatro dedos y fue liberado 29 días después en el año 2001. Con eventos como estos (secuestro) y otros no reportados en la prensa, se decidió a iniciar una fuerte campaña de activismo social creando la Organización No gubernamental: México Unido contra la Delincuencia A.C. el 11 de noviembre de 1997. Dicha organización no sólo lucha contra el secuestro, sino contra la delincuencia en general que se vivió y se sigue viviendo en nuestro contexto mexicano. México ha sido visto como epicentro del Secuestro en los últimos años, sin embargo este fenómeno ha ido evolucionando.
Se dice que el Secuestro en México tiene 4 etapas, sin embargo, es hasta la tercera (1993 – 1999) en donde la población “general” o de clase media- alta es tomada en cuenta como objetivo de los grupos dedicados a esta actividad, y es aquí en donde todos aquellos Códigos de respeto hacia la víctima son eliminados en su totalidad. Antes de esta etapa, la víctima directa fungía como mera Moneda de cambio al ser empresarios de alto perfil, sin embargo, con la entrada de nuevos grupos de secuestro y la misma evolución del secuestro en México condiciona que ahora la víctima funge como un plano material, en donde se plasman todas aquellas exigencias monetarias, todos los castigos hacia la familia de la víctima por no obedecer las indicaciones, o simplemente como una víctima más que sirve como un medio para manipular y acelerar el proceso de negociación, que aunque la familia pague el monto requerido, casi nunca se puede tener la oportunidad de salir con vida de tan desagradable situación. Los grupos dedicados a esta actividad escalaron poco a poco la escala de la violencia. En el año 2000 se registraron 2 mil 920 casos. Para el 2014 el cierre total fue de 32 mil 120 casos en todo el país. Los estados más afectados por el secuestro son: Distrito Federal, Estado de México, Morelos, Jalisco, Aguascalientes y Guerrero. Conforme se incrementa la actividad del secuestrador, también condiciona el alza de la violencia empleada en contra de las víctimas como comentaba anteriormente, teniendo que mientras en el 2008 se ejecutaban 3 de cada 10 víctimas, actualmente se ejecutan a 6 de cada 10.
Casos hay miles, desde las víctimas de Daniel Arizmendi, “El mochaorejas”, quienes cada día ven en sus cuerpos la marca de un pasado tormentoso, hasta aquellas víctimas que, por error, o por mera precaución, fueron eliminados. La merma sobre la víctima directa es clara; La vida, integridad corporal, la salud mental y económica. En todo sentido el cuantificar el daño se ha pasado a segunda instancia, pues, en la actualidad se preocupa por “Castigar el delito”, que por regresar a las características más cercanas posibles la vida de las víctimas de este delito. Lo cual no ha tenido resultados plausibles, ni mucho menos gratificantes para las víctimas.
La población que ha pasado por estas situaciones ha reaccionado de diferentes maneras; Tanto víctimas directas como Victimas Indirectas (Aquellos familiares que se encuentran en relación directa con la victima principal) tomaron cartas en el asunto, esto al observar que sus denuncia en el ministerio público no llevaban a nada, y más que ser un alivio se convertía en otro suplicio. Todas aquellas acciones tomadas por la población fueron claras; desde el cambio de domicilio, de actividad económica, el cambio de rutas de transporte, hasta el uso de servicios de seguridad (cámaras de seguridad, elementos de vigilancia externa, vehículos blindados), el uso de artefactos para la defensa personal (desde armas punzocortantes, gas pimienta, armas de fuego, etc.), e incluso la contratación de seguros contra el secuestro, los cuales son contratados con empresas extranjeras.
Muchas son las posibilidades exploradas por una población asustada, mermada, violentada, que, en su afán por evitar esta situación o queriendo no revivir tan lamentable episodio, han tomado la justicia en sus propias manos, sin embargo, esta posibilidad ha sido frenada, pues se olvidó o nunca se supo que el único que puede hacer justicia es el estado.
Como conclusión, el secuestro reúne varios tipos de violencia que generan impactos de diversa índole, a corto, mediano y largo plazo, y no sólo en la víctima, también en las víctimas secundarias (familia). El secuestro en México ha mostrado un incremento notable, y cada día afecta a más familias sin importar su condición económica. Este delito afecta a todo tipo de ciudadanos y se extiende ante la gran impunidad que los delincuentes viven por la falta de una investigación profesional por parte de las autoridades.
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