El cerebro adolescente
Enviado por Lucía Montejo • 9 de Febrero de 2019 • Trabajo • 1.003 Palabras (5 Páginas) • 165 Visitas
El cerebro adolescente |
ACTIVIDAD UD2 |
01/11/2018 |
Si bien afirmaba en la anterior actividad que los factores vinculados a la cultura y a las influencias sociales y relacionales son determinantes en la conducta y desarrollo de la personalidad adolescentes, tampoco pueden despreciarse los efectos que los cambios cerebrales tienen sobre los mismos en esta etapa.
Algunas conductas que calificamos como “típicamente adolescentes” se relacionan en gran medida con los cambios cerebrales que se describen en el artículo (Oliva Delgado, 2007). El paso de la niñez a la adolescencia supone un alejamiento de los padres para el consecuente desarrollo de la identidad personal, produciéndose una desidealización de los padres y una individualización del propio joven. Esto se plasma en la típica conducta adolescente reactiva, en la que los adolescentes pueden despreciar tus ideas o sugerencias, o tener reacciones desmesuradas a lo que les dices. Asimismo, esta conducta se podría relacionar con uno de los dos principales fenómenos que se dan durante la pubertad a nivel cerebral: la lenta maduración de la corteza prefrontal. La maduración de dicho córtex, relacionado con la función ejecutiva y la autorregulación de la conducta (Oliva Delgado, 2007), supone que el adolescente no tenga la misma capacidad de planificación e inhibición de sus respuestas y sea más impulsivo, lo que podría desencadenar o incrementar la intensidad de estas reacciones de las que se habla. Esto, a su vez, se vería potenciado por el desequilibro entre la funcionalidad de este circuito prefrontal cognitivo y del circuito motivacional mesolímbico, que durante la pubertad incrementa su capacidad de respuesta y excitabilidad (Oliva Delgado, 2007). Ambos fenómenos ayudan a explicar algunas conductas de los adolescentes como esa reactividad que se menciona anteriormente, reflejada por ejemplo en desafiar la hora de llegada indicada por tus padres, u otras conductas de riesgo como el “botellón”, el “balconing” o la gran exposición tanto a nivel físico como emocional en que incurren en su uso de las redes sociales.
Como todo, considero que la maduración de estos sistemas va a depender de la experiencia. Un aprendizaje basado en el ensayo-error y en el fortalecimiento de esas nuevas conexiones va a permitir que el adolescente emita respuestas cada vez más meditadas o planificadas, y adaptativas. Para favorecer esta maduración es importante introducir en la práctica educativa actividades, proyectos o vivencias que promuevan un entorno dinámico y en constante cambio, y, que al mismo tiempo, supongan un reto para el adolescente. Esto le va a permitir desarrollar un razonamiento crítico, tanto del contenido que se le transmite como de su propio proceso de aprendizaje (Competencia de aprender a aprender (CPAA) (LOMCE, 2013)), y aplicar conocimientos a situaciones o supuestos reales, medrando la rigidez comportamental y los errores de perseverancia. Debates, juegos de rol, teatrillos o casos prácticos pueden fomentar el desarrollo de sus habilidades para discutir y exponer sus opiniones de manera crítica y argumentada. Por último, es imprescindible que los educadores estén informados sobre todas estas cuestiones referentes a la adolescencia y que apliquen la paciencia, pues como se ha mencionado, es un proceso lento y no exento de baches.
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