El método psicoanalítico de Freud.

El método psicoanalítico de Freud

El método psicoterapéutico de Freud proviene del procedimiento catártico. Este fue un descubrimiento de Josef Breuer quien, diez años antes, había curado con la ayuda de Freud a una enferma histérica (Anna O), obteniendo al hacerlo una intelección sobre la patogénesis de sus síntomas.

El procedimiento catártico tenía por condición que el paciente fuese susceptible de hipnosis y se basaba en la ampliación de la conciencia. Su meta era eliminar los síntomas patológicos y la alcanzaba haciendo retroceder al paciente hasta el estado psíquico en que el síntoma se había presentado por primera vez. Entonces emergían en el enfermo hipnotizado recuerdos, pensamientos e impulsos hasta entonces ausentes de su conciencia. Y al expresar estos procesos anímicos, el síntoma quedaba superado y no retornaba más.

Así descubrieron que el síntoma reemplazaba unos procesos psíquicos sofocados que no llegaban hasta la conciencia; figuraba una trasmudación (conversión) de estos procesos.

Este esquema simple se complicó al ver que en la génesis del síntoma no participaba una impresión (traumática) única, sino casi siempre una serie de ellas, difícil de abarcar.

El método catártico ya había renunciado a la sugestión. Freud emprendió el segundo paso: abandonar la hipnosis.

Técnica de Freud: los invita a tenderse cómodamente de espaldas en el sillón, mientras él sustraído a su vista, toma asiento en la silla de atrás. La sesión trascurre como una conversación entre dos personas igualmente alertas, a una de las cuales se le ahorra todo esfuerzo muscular y toda impresión sensorial que pudiera distraerla y no dejarle concentrar su atención sobre su propia actividad anímica.

¿Por qué se abandona la hipnosis?

A pesar de la habilidad del médico, ser o no hipnotizado depende del albedrío del paciente y un gran número de pacientes no se dejaban hipnotizar. Por eso la renuncia a la hipnosis aseguró la aplicabilidad del procedimiento a un número irrestricto de enfermos. Por otro lado, se perdió la ampliación de la conciencia que brindaba al médico todo el material psíquico de recuerdos y representaciones con las cuales podían liquidar los síntomas.

La hipnosis oculta la resistencia, no la liquida; la elude.

A Freud se le ocurrió una sustitución: las ocurrencias de los enfermos. Estos eran pensamientos involuntarios, sentidos casi siempre como perturbadores y por eso apartados. Para apoderarse de estas ocurrencias, Freud exhorta a los enfermos a que se dejen ir en sus comunicaciones. Se les recomienda participarle todo cuanto se le pase por la cabeza, aunque les parezca absurda o que no viene al caso.

En el discurso del paciente suelen relucir lagunas; se olvidan hechos reales, se confunden las relaciones de tiempo etc. Si se insta al relator a tratar de llenar estas lagunas, mediante un esforzado trabajo de atención, se advierte que las ocurrencias que le vienen sobre este punto son refrenadas por él mismo -con todos los recursos de la crítica-, hasta que por fin siente un franco malestar cuando se le instala realmente el recuerdo.

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