Estilo Personal del Terapeuta: Estado Actual (1998 – 2017)

Estilo Personal del Terapeuta: Estado Actual (1998 – 2017)

Partiendo del interés de profundizar en la efectividad del terapeuta y el tratamiento que ofrece, este artículo indaga en la necesidad de hacer una revisión histórica, y deliberar detenidamente sobre el porvenir de la investigación sobre el EPT.

Si partimos de la noción y concepto de estilo, es muy complicado encontrar una definición semiótica, en tanto posee una extensa diversidad de usos en la dinámica del ser humano.  Aunque, puede considerarse que habitualmente hace referencia a características identificables de objetos, acciones, así como cuestiones de apariencia, estética, arte, o sistemas.

En psicología, la palabra estilo es utilizada para distintos aspectos como el afrontamiento, lo afectivo, o cuestiones de la dinámica humana que manifiestan conductas persistentes en un lapso que, a su vez, son maleables y pueden variar.  Puede decirse entonces, que al poseer un estilo se manifiestan en el ser humano cuestiones y/o conductas que lo identifican, que son detectables y que son, hasta cierto punto, predecibles por otros. Sin embargo, pueden por distintas situaciones modificarse o evolucionar.

Considerando lo anterior, es importante analizar y extenderse en estilo personal del terapeuta (EPT) y los distintos análisis que, con sus fortalezas y limitaciones se poseen hasta el momento.

Se ha diseñado un cuestionario que permite obtener información sobre la manera en que se perciben los terapeutas y un perfil sobre su estilo personal. A este cuestionario se le denomina Cuestionario de Estilo Personal del Terapeuta (EPT-C).

En este cuestionario se analizan seis funciones principales en las que pueden ordenarse los quehaceres de los terapeutas. Entre estos se encuentran la función instruccional, que describe todo el espectro normativo de la terapia, entiéndase cuestiones como horarios de consulta, reglamento, establecimiento de emolumentos, entre otros. Esta aplicación alterna entre los opuestos “flexibilidad y rigidez”. La función expresiva, que representa el espacio emocional que el terapeuta escoge para tratar con sus clientes. La función expresiva se mantiene entre los opuestos “distancia y proximidad”. La función de involucración explica la responsabilidad con que el terapeuta emprende su labor, frente a su cliente. Esta aplicación alterna entre los opuestos “baja involucración y alta involucración”. La función atencional se relaciona a la información que el terapeuta recibe del cliente. Esta aplicación alterna entre los opuestos “atención abierta y atención focalizada”. La función operativa abarca todos los aspectos que se refieren al accionar terapéutico específico. Se manifiesta por medio de la elección entre procesos establecidos o más abiertos. Esta aplicación alterna entre los opuestos “espontánea y sujeto a pautas”. Por último, se encuentra la función evaluativa, relacionada a las estimaciones que el terapeuta construye sobre el proceso terapéutico. Esta aplicación alterna entre los opuestos “motivador y crítico”.  Por argumentos metodológicos no se encuentra en el EPT-C.

Es necesario enfatizar que las funciones mencionadas anteriormente no abarcan el espectro total del accionar del terapeuta, sin embargo, son distintivas dentro de la comunicación verbal.

El EPT-C ha sido traducido a distintos idiomas y aplicado en varios países con sus distintas variaciones. Esto revela que el estudio del EPT posee una gran firmeza teórica siendo incluido en varias elaboraciones científicas variadas tales como libros, tesis, o publicaciones en revistas. Este análisis despliega entonces la calidad de las fortalezas, entre ellas, la proximidad del EPT con la alianza terapéutica, capacidad de distinción de acuerdo con perspectivas teóricas, vínculo con aspectos de la personalidad del terapeuta y la validez del instrumento. Sin embargo, es necesario señalar que a nivel psicométrico es preciso que se realicen estudios más profundos con relación al contenido en cada ítem del instrumento.

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