Estructuras clínicas Histeria
Enviado por lupita5u7 • 6 de Octubre de 2022 • Trabajo • 1.661 Palabras (7 Páginas) • 142 Visitas
Capítulo 7: Estructuras clínicas
Histeria.
La palabra histeria deriva del griego hystera (“matriz”, “útero”); se trata de una
neurosis cuya originalidad reside en que los conflictos psíquicos se expresan en
síntomas corporales paroxísticos (ataques o convulsiones de aspecto epiléptico) o
duraderos (parálisis, contracturas, ceguera, etc.), sin que estos tengan una
correlación neurológica que los justifique a nivel médico.
El paciente histérico se caracteriza por su teatralidad, labilidad emocional,
superficialidad, egocentrismo, narcisismo, y mimetismo.
Con la histeria, Freud descubre los pilares del psicoanálisis –el inconsciente, la
sexualidad, el síntoma, la transferencia– y esta lo reenviará al análisis de su propia
sexualidad, de su Edipo. Con la histeria, Freud descubre el carácter esencial del
deseo, su naturaleza insatisfactoria, esa que hace vacilar al amo y causa la mayoría
de las veces irritación. Es común que los hombres digan de ella que nada le viene
bien y que utilicen al respecto frases conocidas. Es común que el dicho “Es una
histérica” tenga una significación despreciativa: atraer y luego sustraerse, no
conformarse nunca, no saciarse jamás. Freud y Lacan toman con seriedad lo que
el vulgo menosprecia y ven que ese deseo insatisfecho está dirigido a un amo para
que produzca un saber sobre ese misterio que ella atesora.
La cura de la histérica consiste en que, sin dejar de desear, ella pueda acotar una
satisfacción propia que la libere de esperar siempre del Otro y de la insatisfacción
que la caracteriza.
En pocas palabras el deseo histérico incita de manera fructífera a Freud y así da
lugar a la creación del psicoanálisis.
Neurosis obsesiva.
Freud dice que la neurosis obsesiva se manifiesta como un dialecto del lenguaje
histérico que agita los cuerpos; el obsesivo revuelve sus pensamientos, cárceles de
una sexualidad mortificada. La histérica responde con aversión a una seducción
súbita, intrusión sexual en la vida del sujeto, mientras que el
obsesivo tiene en esa irrupción un rol activo, experimenta placer y debe rechazarlo.
En cuyo caso se verifica la complejidad de las relaciones afectivas; ambivalencia,
oposición activo-pasivo o masculino- femenino y el antagonismo odio-amor. En la
duda y la dilación espera lo imposible: que el pensamiento resuelva los enigmas del
sexo y de la existencia.
Mientras la histérica vive enteramente en el nivel del Otro cuyo deseo necesita y
este es su centro de gravedad, el obsesivo apunta al deseo como tal, no deseo de
una cosa sino el deseo en su condición absoluta, deseo imposible de satisfacer que
está más allá de la demanda. El niño que devendrá en obsesivo tiene ideas fijas.
Fijeza intolerable para los otros por su carácter de condición absoluta, que implica
la destrucción del Otro, pues le pide su ser. Paga esto con toda clase de
impedimentos, inhibiciones, temores, dudas, interdicciones: fantasmas tan fijos que,
aun si logran alguna realización, está siempre será decepcionante.
El obsesivo posterga aquellas decisiones cruciales en su vida como una manera de
resistirse al paso del tiempo. Nunca llega la hora, nunca es el momento. Freud
ejemplifica esta postergación como la demora de esos tribunales que resuelven los
juicios cuando las partes intervinientes han fallecido.
La manera en que los neuróticos obsesivos intentan detener el tiempo es la de
permanecer en la duda, ya que una decisión siempre implica una pérdida, y es esta
la que quiere evitarse.
Psicosis
Freud diferencia a la psicosis de la neurosis en términos de una pérdida de realidad
que se sitúa de manera distinta en ambos casos. Ante las frustraciones de la vida,
el neurótico se aísla y se refugia en la fantasía que es su realidad psíquica y así
mantiene una división posible entre el exterior y el interior. El psicótico no tiene esta
posibilidad y, al no haber recinto interior, está preso de un afuera fantasmático que
vive como real. De ahí la manera en que se define clásicamente a la psicosis... como
la enfermedad caracterizada por la pérdida del contacto con la realidad. Lacan
profundiza notablemente en estos mecanismos: si la realidad para el psicótico
constituye un problema, no es por un déficit sino por la falta de un significante que
la ordene y le dé una significación que permita el lazo social.
Los síntomas de la psicosis incluyen delirios (creencias falsas) y alucinaciones (ver
u oír cosas que otros no ven ni oyen). Otros síntomas incluyen hablar de forma
incoherente o sin sentido y comportarse de forma inapropiada para la situación en
la que se encuentra.
El tema de la pérdida de la realidad entusiasma a todos los investigadores.
Expliquemos que esto siempre está cambiando para los objetos; todos somos así
delirio en este sentido, pero en la neurosis hay una brecha protectora contra
confundir la realidad con la "locura" misma. Una realidad frente a los psicópatas un
hecho que es confuso y desorientador porque carece de significado, aunque
relativo, permite descansar en él al nervioso. En ese sentido las personas psicóticas
se apegarán más a la realidad como una realidad desnuda y abandonada, lo que
conducirá a: Freud, hablando de experiencias apocalípticas. Se colocará en esta
brecha semántica. luego delirante como un intento de tener sentido.
A diferencia de Freud, Lacan piensa en un tratamiento posible para la psicosis, ya
que le da suma importancia a las suplencias que puede emplear el enfermo para
compensar el derrumbe subjetivo.
Freud quiere diferenciar el mecanismo que opera en la neurosis del que lo hace en
la psicosis: para la primera propone la represión y para la segunda, el rechazo
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