La Inteligencia emocional Vida cotidiana
Enviado por Edgar Hernández Olvera • 7 de Septiembre de 2016 • Ensayo • 3.207 Palabras (13 Páginas) • 484 Visitas
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA VIDA COTIDIANA
En un mundo como este en donde la tensión y las presiones se han vuelto cotidianas, surge una afectación de manera directa e indirecta en el proceso emocional de todas aquellas personas que lo habitamos, trayendo consigo un desequilibrio a nivel físico y psicológico.
El estudio de este proceso emocional ha tomado gran importancia en los últimos años mediante el modelo de inteligencia emocional (IE en adelante); por lo cual se realizará un análisis desde una perspectiva histórica del desarrollo de esta.
Pero antes, ¿Qué relación existe entre las emociones y la inteligencia? Para entender dicha relación se definirá lo que es inteligencia o como esta se ha ido considerando a lo largo de los años, al igual que las emociones.
El término de inteligencia ha estado asociado con distintas características de los seres humanos, por lo general se dice que una persona es inteligente cuando es capaz de resolver un problema o logra adaptarse al medio en el que se encuentra, sin embargo, el concepto de inteligencia ha tenido diversas modificaciones según las necesidades de la sociedad por lo tanto no existe una forma única de definirla.
Molero, Saiz y Esteban (1998), mencionan que Galton fue uno de los primeros investigadores que se dedicó al estudio sistemático de las diferencias individuales en la capacidad mental, demostrando que las personas difieren unas de otras según esta capacidad mental; sin embargo, estos estudios fueron de tipo sensorial y motor, lo que causó que se determinara que realmente no definía inteligencia, por lo que estos fueron rechazados.
El primer intento formal por definir y evaluar la inteligencia fue a principios del siglo XX en Francia, donde el Ministerio de Evaluación Pública de París le pidió Alfred Binet y Theodor Simon que delimitaran las medidas educativas para distinguir a los niños perezosos de los que tenían capacidades diferentes de aprendizaje. A partir de esto se desarrolló una herramienta práctica con el propósito de clasificar a los niños por categorías, lo que le dio lugar a la primera escala formal para evaluar la inteligencia en niños, ésta llevó por nombre Binet-Simon Scale; además Binet planteaba que la medición de la inteligencia debería de abordarse mediante las facultades psíquicas superiores reflejados en el razonamiento, la imaginación y el juicio, asumiendo que las habilidades mentales de los niños aumentaban con la edad (Aragón, 2015).
A partir de esto en 1912 William Stern, planteó que la diferencia absoluta entre la edad o nivel que un niño alcanzaba y su edad cronológica no significaba lo mismo en todas las edades, por lo que implementó el coeficiente intelectual (CI en adelante) que no era nada más que la obtención de un porcentaje que representaba la inteligencia de los niños.
Andreau (2013), menciona que el método usado para puntuar el test Stanford-Binet permitió a los evaluadores clasificar a las personas en base a su CI. Esta meta era importante para Terman y otros que popularizaron el test en los Estados Unidos. Terman creía que los tests de inteligencia podían discriminar entre quienes poseían o no poseían una inteligencia considerable. Estos principios condujeron a consecuencias desfavorables porque el entusiasmo por evaluar se hizo más importante que el comprender exactamente qué era lo que se estaba evaluando.
Con todo esto en el año 1920 Thorndike publicó un artículo titulado: "La inteligencia y sus usos", en dicho artículo señala la existencia de tres tipos de inteligencia: la inteligencia abstracta, la inteligencia mecánica y la inteligencia social. Por inteligencia abstracta entiende la habilidad para manejar ideas y símbolos, por inteligencia mecánica la habilidad para entender y manejar objetos y utensilios y define la inteligencia social como la habilidad de entender y manejar a hombres y mujeres (Molero, Saiz, y Esteban, 1998).
En los años setenta la psicología cognitiva se comienza a cuestionar la concepción sobre la inteligencia y su naturaleza, apartándose del análisis factorial como producto de las medidas psicométricas. Uno de los autores que destacó con su contribución fue Howard Gardner, quien fue un neuropsicólogo e investigador de la Universidad de Harvard muy reconocido por su teoría de las inteligencias múltiples, él tuvo como objetivo ampliar y complementar el concepto de inteligencia, derivado de los estudios cognitivos hechos hasta ese momento, en esta teoría define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y elaborar productos de gran valor para un determinado contexto comunitario o cultural. La capacidad para resolver problemas permite abordar una situación en la cual se persigue un objetivo, así como determinar el camino adecuado que conduce a dicho objetivo. La creación de un producto cultural es crucial en funciones como la adquisición y la transmisión del conocimiento o la expresión de las propias opiniones o sentimientos.
Madrigal (2007), nos dice que, a partir de esta definición propuesta por Gardner, se modifica la definición que se tenía hasta ese momento sobre inteligencia. Confirmando así que la capacidad intelectual no es el único determinante para el éxito personal postulándola como una capacidad de cada persona y proponiendo la existencia de una serie de inteligencias independientes que incluye las relacionadas con las artes, habilidades sociales, lógico-matemática y lingüística, y que puede desarrollar distintas inteligencias de acuerdo a la utilidad que estas tengan a lo largo de la vida cotidiana del individuo.
s relacionadas con las artes, habilidades sociales, lógico-matemática y lingüística, y que puede desarrollar distintas inteligencias de acuerdo a la utilidad que estas tengan a lo largo de la vida cotidiana del individuo.
De acuerdo con todo esto, Gardner en 1988 realizó una clasificación de los ocho tipos de inteligencia; las cuales son: lingüística-verbal, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, naturalista, interpersonal e intrapersonal.
De estos ocho tipos de inteligencia han surgido diversas investigaciones, en especial de las dos últimas, que son intra e interpersonal. Estos dos tipos de inteligencia han contribuido de forma importante a un nuevo concepto dentro el marco teórico general acerca de la inteligencia.
Peter Salovey y J. Mayer en 1990 fueron los pioneros en la investigación de este nuevo concepto, quienes definieron a la inteligencia como la capacidad de controlar y regular las emociones y sentimientos de uno mismo y de los demás. Ambos, emociones y sentimientos, menciona Damasio (2006 citado en Fernández, 2011), desempeñan un papel esencial en el comportamiento social, y si bien ambos conceptos tienen una relación estrecha es importante aclarar a que se refiere cada uno de ellos. Las emociones corresponden a experiencias corporales naturales que básicamente son procesos biológicos, neurofisiológicos y bioquímicos, duran poco tiempo y se acompañan con agitación física a través del sistema nervioso central; mueven, dan o quitan ánimo (Yankovic, 2011; Belli, 2010; Figueroa, 2010; Maturana citado en Ibañez, s/f). Por otra parte, los sentimientos se refieren a un estado de ánimo afectivo, siendo el resultado de las emociones, siendo culturalmente codificadas, estos pueden ser verbalizados y son de larga duración, en ellos interactúan factores psicológicos y culturales (Yankovic, 2011; Damasio, 2006 citado en Fernández, 2011).
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