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La Psicoterapia como arte


Enviado por   •  13 de Agosto de 2021  •  Ensayo  •  5.263 Palabras (22 Páginas)  •  102 Visitas

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La psicoterapia como arte

Para el Paradigma humanista, la formación del conocimiento acerca del drama humano proviene de cinco fuentes distintas, por nombrar las más conocidas,  entre las cuales está presente la Ciencia, esta última no es la única constituyente de conocimiento; junto con  la ciencia, el arte en general es la otra, la filosofía es otra, la teología como un conocimiento de una sabiduría espiritual que está presente en todas las religiones del mundo neolítico, la magia y el chamanismo como uno de los primeros conocimientos que nos arroja una luz primigenia desde nuestros primeros pasos homínidos en la evolución de la vida de las especies dentro del planeta.

Al igual que un artista, que usa  de los conocimientos científicos, filosóficos y sobre todo de los conocimientos de la propia disciplina, el terapeuta es el artista de la psicoterapia, el artista del cambio. Erich Fromm decía que un buen arte consta siempre de tres factores para que sea considerado como tal: un conocimiento técnico acabado, un talento excepcional del artista y el profundo amor  que le profesa este artista  a su propio arte. Por lo tanto, nuestro terapeuta artista debería tener una formación integral como científico,  como filósofo  tener una pragmática de la vida humana que debe articular especialmente con el arte de vivir, lo cual proviene de un conocimiento profundo del drama humano, de la condición vital y existencial del ser humano. El arte universal es una fuente inagotable de sabiduría hacia el fenómeno del drama humano, definido éste  como aquella situación en que un ser humano se sitúa en el centro de la contradicción por ser un sujeto que vive conscientemente algo que no puede comprender y que por ello se constituye a la vez en una condición de objeto: ser sujeto y objeto al mismo tiempo sin poder definir un curso de acción. El terapeuta debe ser un experto en el drama humano y al mismo tiempo debe ser un artista para comportarse  como un ser que llegará a hacer un aporte de co-construcción ontológica frente al fenómeno del cambio, ocupando todo su conocimiento universal, constituyéndose en un experto en el acompañamiento  del fenómeno del cambio. Saber de psicoterapia, tener talento para la psicoterapia y estar dotado de un conocimiento  universal que se aproxime  lo que significa el drama humano, deberían ser  características propias de un terapeuta humanista.

 

El terapeuta como artista de la palabra

La psicoterapia es el arte de la curación psicológica mediante la palabra. El terapeuta es un profesional con formación científica y  filosófica, un conocedor del drama humano; todo lo cual se traduce en que sea capaz de crear momento a momento una simbología lingüística capaz de movilizar el cambio en la Persona que sufre de conductas desadaptativas o de insatisfacción personal.  En la sesión terapéutica ocurre un “algo” entre estas dos personas que conforman el encuentro humano de un Tú y un Yo (Buber, 1926 ).

Mediante la filosofía de inicios del siglo XX se han llegado a conocer y descubrir la realidad intersubjetiva y la posibilidad que aquello que ocurre entre dos personas sea lo más importante como una auténtica co-creación. En esta intersubjetividad ocurre de hecho algo que se conoció como el cambio terapéutico, primero ocurre algo entre dos personas interactuando,  lo que conduce al cambio dentro de la persona que consulta. Pero el uso de la palabra terapéutica no es una palabra cualquiera, veremos que dentro de una visión totalizante del hombre, la palabra debe tener ciertas características,  debería ser respetuosa y no invasiva, una palabra que demuestre a la Persona que se le comprende sin juzgarle, todo ello para que la Persona pueda sentirse en una atmósfera incondicional  y  de ese modo pueda sentir o vivenciar una confianza reconstituyente, capaz de atravesar los territorios de la auto-condena y de la auto-compasión.

Por otro lado, la palabra que use el terapeuta debería tomar en cuenta el modo en que funciona la experienciación y la simbolización propias de la Persona y de ese modo, podríamos recién comprender que la palabra debe acomodarse al Proceso de cambio y no al revés. Esta conclusión es el fruto del desarrollo científico y filosófico ocurrido en el último siglo. En el paradigma humanista este aspecto es esencial, la acomodación de toda teoría o constructo debe hacerse en función de la Persona y nunca ésta debería acomodarse a la teoría, como había ocurrido hasta la década de los 60. Con el paradigma tradicional de la Psicología del contenido, la Persona siempre se acomodó a la interpretación externa de contenidos universales que se aplicaban o traspasaban al paciente. Aquiles se acomoda a la intervención de Atenea para calmar su ira (tradición Homérica), así como un paciente se adaptaba a la interpretación que le hacía su terapeuta de su fobia o su depresión.

La interpretación del contenido era el modus operandi de la Psicología tradicional, con el surgimiento explícito del humanismo, ocurrido en el año 1962, comienza una preocupación por el Proceso de Cambio, y este fenómeno ocurriría independientemente de cualquier contenido. La teoría de la experienciación y del cambio aparecida en plena revolución humanista (Gendlin, 1962 y 1964) constituye una primera aproximación al Proceso de cambio, aproximación revolucionaria que comienza dejando de lado el contenido.

La sesión de psicoterapia es un instante de la Persona en interacción con un terapeuta, en que se viaja a las profundidades del disco duro, por decirlo en el lenguaje cibernético actual, se debe llegar a la matriz de los programas  conductuales y de ese modo llegar a tocar el corazón significante que debe permitir conjugar el drama individual: el modo en que la subjetividad siente y simboliza la propia experiencia. Persona y Terapeuta viajan a la profundidad implícita de la experienciación.

La simbolización experiencial es por lo tanto la tarea fundamental e irreemplazable del terapeuta. El terapeuta puede aquí desplegar todo su arte y todo su talento como experto en generar el símbolo exacto para desencadenar el cambio. La simbolización es el proceso por el cual la Persona que asiste a terapia llega a descubrir los símbolos posibles correspondientes a cada experienciación propia, pudiendo elegir las palabras propuestas por el terapeuta y que éste produjo a través de la actitud empática.

En esta díada terapéutica tenemos dos artistas a describir: la persona que sufre  y el terapeuta como creador de símbolos certeros. El primero porque al experienciar y vivir el proceso de cambio llega a hacer suyo un símbolo propuesto por el terapeuta, siendo menester vivir con exactitud y complementar y enriquecer el símbolo entregado por el terapeuta. El segundo participa de este acto creativo al acompañar sintiendo y al crear sucesos lingüísticos que lleguen a ser fieles a la experienciación del Otro. Entre ambos, emerge la estética de una creación mutua y que es propia de un encuentro interpersonal.

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