La adolescencia es un momento de transformaciones y cambios

La adolescencia es un momento de transformaciones y cambios, donde lo organizado se reorganiza dando paso a nuevas neoorgnizaciones.

Lo complejo se relaciona entre orden – desorden – organización, temáticas necesarias y contributivas al incremento del orden. Hay un trabajo de inscripción e incorporación, donde se metaboliza lo heterogéneo reorganizando, reordenando y desordenando lo previo.

Los cambios corporales piden un nuevo registro de la imagen especular, un nuevo pasaje por el estadio del espejo como formador de la función del Yo, como así también un replanteo de las identificaciones infantiles. Todo esto causa crisis y duelos, donde se entremezclan distintos duelos, por el ser infantil, por los padres de la infancia, por la historia de las relaciones infantiles de objeto. Sabemos que el niño se desarrolla en el espacio familiar, donde se forma, este espacio en el cual el Yo puede advenir por eso es importante tener en cuenta lo que sucede en la escena extra familiar, o sea la influencia social y cultural sobre la pareja de los padres y el psiquismo del niño, donde los modelos de las relaciones de objeto de la infancia y del pasado familiar aparecen como oportunidad para nuevos comienzos. Para que esto suceda deberá producirse, entre otras cosas, el desasimiento de la autoridad paternal. Entendemos el concepto de desasimiento como una operación psíquica superlativa en el devenir adolescente. Desasimiento es separación de cuerpos, es salida del narcisismo y se opone a los modos alucinatorios de obtención de sensaciones.

Para que la vida signifique progreso, un proyecto propio, debe haber desasimiento de la autoridad parental y ello sólo es posible si se conquista la sensación de autonomía que implica separarse de los mandatos superyoicos de la infancia.

Al respecto Piera Aulagnier sostiene que “Tener que pensar, tener que dudar de lo pensado, tener que verificarlo: éstas son las exigencias que el Yo no puede esquivar, el precio con el cual paga su derecho de ciudadanía en el campo social y su participación en la aventura cultural” (“Un intérprete en busca de sentido” - Siglo XXI México 1986)

El sepultamiento del complejo de Edipo, acarrea conflictos, cambio de objeto de deseo que se inscriben en un vinculo no-familiar; por eso se lo ve al púber-adolescente en un entretiempo de trabajos específicos donde transformaciones e inscripciones erógenas suceden pasando de lo pregenital a lo genital y de objeto familiar a objeto de deseo no-familiar, donde el Otro se constituye en su alteridad como sujeto de deseo.

Para que estas nuevas elecciones de objeto puedan llevarse a cabo, se requerirá de la constitución de un capital fantástico, como impresiones afectivas producto de las primeras experiencias con lo que el sujeto investirá lo nuevo, como un anclaje afectivo posibilitador del área relacional. De esta forma y paulatinamente se irá construyendo la subjetividad a partir del encuentro con otros.

Este nuevo comienzo, amerita una reconstrucción como señala Piera Aulagnier “Construirse un pasado” para enfrentar el devenir. Este devenir del sujeto no es ahistorico, sino que, paradójicamente, lo novedoso se pronunciará con lo ya vivido, donde se inviste el pasado para enfrentar el futuro en una re-construcción

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