MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA EN ORIENTACIÓN EDUCATIVA

MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICA EN ORIENTACIÓN EDUCATIVA

        Valdría la pena comenzar señalando que se va a entender como modelo. La literatura científica sobre orientación nos marca distintas definiciones. Pero se trata de mencionar algunas cuestiones con la idea de clarificar al máximo no sólo su contenido sino las repercusiones que han tenido en orientación educativa. Lo que debemos tener muy claro es que cualquier definición que adoptemos para definir un modelo depende de la concepción teórica en la que nos situemos. Si partimos de la consideración que teoría y práctica son la prolongación de un mismo espacio, hay definiciones de modelo que lo sitúan más próximo a la práctica, otras que lo aproximan más a la teoría, inclusive puede hablarse de otras que lo sitúan a medio camino entre teoría y práctica.

Tendríamos primero una serie de definiciones que nos hablan de que el modelo es una representación simplificada del objeto a que se refiere. Para ello debe circunscribir de alguna manera dicho objeto, debiendo justificar a la vez el estatus de esa parte de la realidad como merecedora de análisis aunque sin que se pueda desconectar de la totalidad a la que pertenece. Así lo explica Escudero (1982). Los modelos son representaciones o semejanzas de ciertos aspectos de hechos, estructuras o sistemas complejos, formados mediante el uso de símbolos u objetos que de algún modo representan lo que están modelando, como argumenta Chapanis (1998). Se puede observar que ambas definiciones dejan claro que los modelos son representaciones, en este caso de la realidad, explicando y justificando qué se entiende por realidad-objeto de intervención. Así es que el modelo resulta ser un instrumento útil que explica y justifica una serie acciones para intervenir en la práctica.

Sin embargo hay otro grupo que se aproxima más el modelo a la teoría. Ellos señalan que los modelos son sistemas conceptuales que intentan representar aspectos interrelacionados de aspectos reales explica Bunge (1983). En la misma línea Tejedor (1985) nos dice que son aproximaciones intuitivas a la realidad, desempeñando un papel de puente que permite a la teoría la función interpretativa de los hechos. Aquí es la teoría la herramienta que explica el funcionamiento del modelo como explicación de la realidad o de los fenómenos que los científicos deseen explicar. Por último, la concepción que sitúa el modelo en el punto medio entre la teoría y la práctica al señalar que los modelos son medios para interpretar lo que la teoría intenta explicar y el modo en que las teorías pueden someterse a comprobación empírica, como lo apunta Álvarez González (1991).

Sin embargo, ya en el marco de la orientación educativa, tenemos que son estrategias fundamentadas que sirven de guía en el desarrollo del proceso de orientación en su conjunto, es decir, en su planificación, puesta en práctica y evaluación; o en alguna de sus fases, como escribe Bizquerra (1992). Podemos decir que es la representación de la realidad sobre la que hay que intervenir, y que va a influir en los propósitos, los métodos y los agentes de dicha intervención, esto de acuerdo a lo expuesto por Rodríguez Espinar (1993). Aquí se plantea la idea de que en orientación los modelos son más bien una guía para la acción. Su objetivo consiste en proponer pautas de actuación práctica. Así es que, los profesionales de la orientación no sólo deben conocer los modelos de intervención, sino el marco teórico en el que se inscribe cada uno. Una vez más, teoría y acción práctica se presentan como un mismo espacio, o si se quiere, como las dos caras de una misma moneda.

En este trabajo se considerará la siguiente clasificación comprensiva de los modelos de intervención formulada por Rodríguez Espinar (1993), que aunque ha sido reformulada posteriormente por varios autores, tal vez,  es la que mejor se ajusta al concepto de modelo, que se encuentra a medio camino entre la teoría y la práctica. Cada uno de los modelos propuestos dispone de marcos teóricos de referencia para analizar la intervención en orientación. Otra cuestión es la claridad y la coherencia interna de dicho modelos. Además deja abierta las posibilidades a nuevas combinaciones que se puedan establecer entre las diferentes clasificaciones con la finalidad de comprender las prácticas reales que se dan en el campo de la orientación educativa.  Son cinco modelos los que se van a señalar aquí. Estos no son excluyentes en la práctica orientadora, pero quizás conviene una caracterización   de cada uno de ellos.

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